El Chef de la Política
Los impresentables
Politólogo, investigador de FLACSO Ecuador, analista político y Director de la Asociación Ecuatoriana de Ciencia Política (Aecip).
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El país está cada vez más lleno de impresentables. Impresentables porque su sola exposición ante la ciudadanía acarrea sentimientos de diverso orden, en ningún caso positivos. Impresentables porque basta que pronuncien un par de palabras para detectar sus severas limitaciones. Impresentables porque sus acciones, desde las más elementales, llaman a la indignación colectiva. Impresentables porque los acuerdos a los que llegan están teñidos por corrupción, malicia y el deseo de llevarse por delante lo poco que queda de recursos públicos. Impresentables, en definitiva, porque la repugnancia que podría generar su talante se ve magnificada cuando ocupan altos cargos, muchos de ellos de elección popular.
Dado que los impresentables abundan, y además diariamente se disputan porque su condición sea más notoria que la de sus pares, resulta difícil establecer un listado de los más abyectos. Por tanto, quizás la opción más sencilla es evidenciarlos en función de los hechos del momento. De esa forma, la coyuntura permite colocar a distintos impresentables en la cúspide de la inmundicia nacional. Esta estrategia posibilita que la ciudadanía coloque por unos días su atención sobre los funcionarios públicos más indeseables y a la par permite que la competencia por llevarse el galardón del más impresentable del año se mantenga.
La semana pasada, sin lugar a duda, los siete del Consejo de Participación Ciudadana hicieron todo lo humanamente posible para llevarse la presea de los que generan mayor repugnancia pública. No se debe negar que han formado un gran equipo pues, cada uno desde su trinchera, ha colaborado para que el reconocimiento a la indecencia les sea asignado.
Unos aportan con un guion predefinido, al que no tienen que agregar ni quitar nada, simplemente reproducirlo. Ellos están ahí solamente para cumplir órdenes y actúan en conformidad.
Otros colocan su granito de arena desde su supino desconocimiento del rol fundamental que les ha sido asignado. Ellos, ante su mansedumbre y pocas luces, prefieren aparecer en los medios de comunicación balbuceando cualquier sandez.
El último, quizás el más importante entre los siete, acusa demencia. No sabe qué ha pasado ni cómo ha pasado. Preferiría estar en el grupo de los que deambulan en la obscuridad de la ignorancia, pero la opinión pública ya lo ha colocado en su sitio. El sitio que corresponde a los serviles al poder de turno, que es el más ignominioso de todos los espacios en los que se puede situar a un funcionario público.
Lo que les ha permitido a los integrantes de ese pestilente Consejo de Participación Ciudadana ser elegidos como los impresentables de esta semana, es la designación del vocal del Consejo de la Judicatura que además presidirá dicho organismo. Acorde con sus convicciones y servilismo, en unos casos; su escasa visión de país, en otros, y el minimalista sentido de la confianza que habían depositado en él muchas personas, en cuanto al que ahora se dice engañado, entre todos decidieron colocar en ese espacio al menos idóneo de la terna enviada por la Corte Nacional de Justicia. Sí, es así. No seleccionaron a Dunia Martínez, quien no había recibido impugnaciones. Optaron por un abogado de narcotraficantes.
¿A alguien le quedan dudas de que estos siete han hecho méritos para ser los impresentables de la semana?
Sociedad tímida y castrada, la ecuatoriana. Sociedad carente de ética pública, la nuestra. Porque si otro fuera el caso, ya estaríamos frente al inmundo edificio del Consejo de Participación Ciudadana, demandando la salida inmediata de esos siete impresentables. Pero no, no lo haremos. Nos falta amor al país para esos trotes. Nos han sobrepasado los miedos. Nos han sacado lo último que teníamos de ciudadanía.
Desde luego, no se puede negar que el solo hecho de acercarse a ese nauseabundo lugar puede generar un problema de salud pública, pero con una mascarilla y alcohol nos podríamos movilizar. Pretextos y nada más que pretextos. Más allá de que los señalemos por unos días como lo que son, impresentables, estos siete seres pronto volverán a caminar sin ningún tipo de resquemor pues, precisamente su condición, les da para ello.
Poco queda por hacer desde la ciudadanía más allá de diversas expresiones de rechazo a lo que los siete impresentables han decidido. Desde el gobierno del nuevo Ecuador, dicen no saber ni entender qué pasó. Sí, claro, desde luego. La gente es torpe, asumen ellos. Desde la Asamblea Nacional, no pasan de declaraciones a media voz. Ahí se les acabó el discurso falaz de evitar que la mínima institucionalidad del país se reduzca aún más.
Ahora, quien tendrá las riendas del Poder Judicial del Ecuador, será alguien que se ha ganado la vida defendiendo asuntos relacionados con el narcotráfico. Cualquier comentario es innecesario. Sigan así, impresentables del Consejo de Participación Ciudadana. Están haciendo los méritos suficientes para ganar el premio a lo más indecente de la política nacional en este año.