Una Habitación Propia
Como si David Bowie fuera antivacunas
María Fernanda Ampuero, es una escritora y cronista guayaquileña, ha publicado los libros ‘Lo que aprendí en la peluquería’, ‘Permiso de residencia’ y ‘Pelea de gallos’.
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Aún lo recuerdo.
Un Miguel Bosé delgadísimo y absolutamente andrógino movía el cuerpo como una culebra de látex rojo al ritmo de 'Superman'. Miguel Bosé se contoneaba -era bailarín-, Miguel Bosé no era masculino ni femenino: era Miguel Bosé.
Ese muchacho precioso inauguró el concepto de 'queer' en mi vida. Se coló en mi casa quién sabe cómo, tal vez en programa de Bernard, tal vez en Sintonizando. Mi papá no hubiera permitido que un afeminado fuera el ídolo de mi vida, pero al mediodía él no estaba en casa.
Cuando cantaba 'Amiga', 'Don Diablo', 'Linda', 'Morir de Amor', 'Te amaré' y 'Creo en ti', ya la devoción por él era absoluta. Qué maravilla ese Miguel Bosé en 'Tacones Lejanos' de Almodóvar. Ese travestismo, esa sensualidad, esa voz, ese pelo. Qué obra de arte era Miguel Bosé.
He de reconocer que cuando descubrí a David Bowie, tarde en mi vida, pensé en Bosé y no al revés.
Bosé es nuestro Bowie.
He hecho este largo preámbulo para decir que no puedo creer que Bosé sea antivacunas.
Varios de sus tuits son verdaderamente aterradores. Miguel Bosé niega que exista el Covid-19. Sí, lo hace.
"Yo digo que no a la vacuna, no al 5G, no a la alianza España-Bill Gates (…) ¡Nos quieren matar! (…) Despertad y difundid".
No es el único famoso en despotricar contra la vacuna y sospechar de ella: los actores Jim Carrey, Rob Schneider y Alicia Silverstone, el cantante Billy Corgan, el tenista Novak Djokovic, entre varios otros, hacen campaña en sus redes sociales contra la vacunación.
Las estadísticas que muestran el descenso entre las muertes por Covid-19 y la vacunación les parece trucada, una mentira.
Lo de verdad peligroso no es que Miguel Bosé o Jim Carrey digan no a la vacuna y den unas razones ridículas, lo grave es que líderes religiosos, políticos y del mundo del entretenimiento, con su poder de convencimiento, siembren la duda en las personas de a pie, esas que, como usted y como yo, tendríamos que vacunarnos si no queremos poner en peligro nuestras vidas y las de los demás.
He escuchado de pastores, sacerdotes y otras altas figuras de la religión que hablan a sus congregaciones de los peligros de la vacuna. Si alguien a quien respetas tanto te dice que no se va a vacunar porque quién sabe qué van a meter en su organismo, ¿tú cómo reaccionas? No lo haces tampoco.
En nuestro país como en tantos otros, sobre todo en Estados Unidos, gran parte de la población sigue sin vacunarse no porque no existan suministros, sino porque no quieren hacerlo, no lo van a hacer.
Los derechos personales tambalean cuando el efecto llamado 'inmunidad de rebaño' que su negación nos impide pone en peligro la vida de todos. La famosa inmunidad de rebaño solo se consigue cuando gran parte de la población está inmunizada.
Esto implica que tanto las personas que están vacunadas como las que no, están protegidas gracias a la inmunización del colectivo.
Los antivacunas y sus razonamientos serían opiniones extravagantes, sino fuera porque ponen en peligro el final tan deseado de la pandemia.
Si alrededor suyo hay alguien que se opone a la vacunación, por favor, termine con el escepticismo mostrándole las estadísticas, la realidad, no la elucubración. Muéstrele la información que se encuentra en Internet de la relación entre la vacunación y el descenso de muertes.
No permita, no permitamos, que en este país no se erradique la enfermedad que tantas vidas queridas se llevó porque un grupo de personas inventa fantasmas de chips y de estrategias de control mundial.
Vacúnese, vacunémonos.