Efecto Mariposa
Una realidad incómoda: la comida que se desperdicia en los hogares
Profesora e Investigadora del Departamento de Economía Cuantitativa de la Escuela Politécnica Nacional EPN. Doctora en Economía. Investiga sobre temas relacionados con pobreza y desigualdad.
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¿En su hogar se desperdician alimentos? Si su respuesta fue afirmativa, usted pertenece a un privilegiado 7% de la población ecuatoriana que, sin dificultades, puede alimentarse a diario.
También, probablemente, usted está contribuyendo a generar las 939.000 toneladas métricas de comida que, según la FAO, se desperdician anualmente en Ecuador. Esa cantidad de alimentos equivale a USD 334 millones.
En ese total de comida desperdiciada, la contribución de los hogares, restaurantes y comerciantes minoristas es de 17%. El resto es generado por: supermercados, agricultores, productores, procesadores, fabricantes y transportistas.
A pesar de que existen muchos responsables del desperdicio de alimentos, y cada uno debería contribuir a la solución de este problema, en nuestras casas podemos hacer nuestra parte y, por más de una razón, deberíamos comprometernos a no desperdiciar más comida.
A continuación, expongo estas razones.
- Desde el punto de vista social, el hecho de desechar un millón de toneladas de comida, mientras que dos millones de ecuatorianos pasan uno o varios días sin comer, agrava las desigualdades sociales y económicas y perpetúa la pobreza. Ambas condiciones, la pobreza y las desigualdades, son amenazas para la paz social y la democracia y pueden aumentar la violencia y la criminalidad.
- A nivel económico, el desperdicio de comida representa una pérdida de recursos para los hogares, pues arrojar comida en el basurero es lo mismo que botar el dinero. Asimismo, desperdiciar los alimentos es una pérdida para agricultores, productores, distribuidores y minoristas, quienes invierten recursos en productos que no se consumen.
- Por el lado ambiental, la producción de alimentos contribuye al cambio climático, y su desperdicio agrava el problema. Se estima que entre 8% y 10% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero provienen de alimentos que no se consumen.
- Por último, desechar la comida puede ser considerado como un problema ético, ya que se derrochan recursos al mismo tiempo que millones de personas pasan hambre.
Además, el desperdicio de alimentos puede ser una cuestión de responsabilidad individual, debido a que, en ocasiones, esta práctica se debe a hábitos de consumo irresponsables.
Medidas simples y posibles, como consumir los alimentos antes de que se dañen, almacenarlos adecuadamente, cocinar y servir lo justo, congelar los alimentos y planificar las compras pueden hacer la diferencia.
Si, a pesar de todas estas opciones, aún le sobra la comida, puede donarla o compartirla, antes de que se dañe. En algunas ciudades del país hay sistemas de donación de alimentos bien organizados o bancos de alimentos.
Contribuir con la reducción del desperdicio de alimentos es nuestra responsabilidad con la sociedad y el planeta, y hacerlo no solo traerá beneficios para nuestros bolsillos, sino que también puede marcar la diferencia en la lucha contra las desigualdades, la pobreza, el cambio climático y la seguridad alimentaria.
Las consecuencias del desperdicio de alimentos en la sociedad y el planeta exigen que todos hagamos nuestra parte y trabajemos para acabar con la realidad incómoda de tirar la comida al basurero.