Matrix política
Las tres fracturas que serán clave este domingo de elecciones
Consultor Político con 20 años de experiencia en campañas electorales, comunicación de Gobierno y gestión y management de la crisis. Catedrático universitario y conferencista en varios países de América Latina y en España.
Actualizada:
A pesar de que etimológicamente la palabra clivaje tiene su origen en el verbo de la lengua inglesa cleave (hender, partir o cortar), no es sino hasta los albores del siglo XIX en donde se le da su actual utilidad con el tecnicismo cleavage (división, fragmentación hendimiento).
Y no es hasta bien entrado el siglo XX en donde los politólogos Seymour Martin Lipset y Stein Rokkan (1967), acuñan el término para definir básicamente las fracturas y las escisiones en donde se enlistan los electores para defender uno u otro tema, candidato o ideología.
En mi forma de ver, esta campaña ha tenido tres tipos de clivajes trascendentales:
1.- Correísmo versus Anticorreísmo:
Según la empresa encuestadora Comunicaliza (la que más se acercó a los resultados de primera vuelta) cuando a la gente se le pregunta si es "algo correísta" o "muy correísta", la suma es de alrededor del 27 % del electorado.
Mientras que, si se le pregunta si es "algo anticorreísta" o "muy anticorreísta", el resultado es de alrededor del 20%. Esto quiere decir dos cosas:
a) Que la candidatura de cualquiera de los extremos se vuelve una candidatura de nicho, con un piso importante de votos pero con un techo muy corto para crecer.
b) Que la gran mayoría de electores están por fuera de este clivaje y con la aspiración de encontrar algo distinto a la polarización que, desde 2013 hasta esta elección, fue siempre determinante y que parece ya no será más.
La irrupción del candidato Daniel Noboa es el fruto del hartazgo (sobre todo en los nuevos electores) de esta polarización.
2.- Territorio versus digital:
La gran fuerza que tiene la candidatura de la Revolución Ciudadana está en su actividad territorial.
Basta ver las redes sociales de sus estrategas para darse cuenta que tienen, a lo largo y ancho del país, a profesionales y miembros de su organización formando comités para que, llegada la campaña, se desplieguen por el territorio llevando la propaganda, el mensaje y las propuestas de sus candidatos.
Cabe destacar que esto significa una ingente cantidad de recursos pues, todo el que se ha dedicado alguna vez a la política, sabe que nada de esto se hace gratis ni por amor a la camiseta.
En cambio, el candidato Noboa, sin caer en el análisis simplista de que fue exclusivamente por eso, ha puesto un énfasis importante en su campaña digital. Esto le ha permitido varias cosas:
a) Llegar a un público joven que es usuario intensivo de las redes sociales.
b) Lograr que sus propuestas se viralicen con menos costo y menos esfuerzo que con territorio.
c) Conectar a través de nuevos lenguajes, herramientas, plataformas y mensajes con la mayoría del electorado que utiliza sus dispositivos a diario para conectarse a internet, mover sus estrategias de marketing (el muñeco de cartón con su imagen) a niveles exponenciales.
3.- Lo nuevo versus lo viejo:
Finalmente, podemos colegir que este domingo se enfrentarán dos modelos diametralmente distintos de estrategia electoral: uno muy apegado a la forma clásica (¿arcaica?) de hacer política, con gran despliegue territorial, con tarima, carteles, artistas, caravanas, propuestas de barricada, polarización, enfrentamiento, lucha de clases.
Y otra, que está por fuera de este clivaje y busca un escenario nuevo, más digital, más joven, más de centro político y más de diálogo y acuerdos que de peleas y epítetos.
Sólo el domingo sabremos si el Ecuador está abriendo la puerta a lo nuevo o se está quedando irremediablemente atado al pasado.