Lo invisible de las ciudades
Ciudad vs. Retórica
Arquitecto, urbanista y escritor. Profesor e Investigador del Colegio de Arquitectura y Diseño Interior de la USFQ. Escribe en varios medios de comunicación sobre asuntos urbanos. Ha publicado también como novelista.
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Para atender todos los problemas y conflictos que enfrentan las ciudades, tanto a nivel nacional como global, hay que primero fijarse en la forma en la que se enseña el urbanismo.
A diferencia de otras profesiones, que tienen un campo de acción específico, el urbanismo es un campo de acción multi e interdisciplinario.
Si bien los arquitectos hemos sido durante mucho tiempo quienes hemos respondido a la escala urbana en primera instancia, este campo ha incorporado estudiosos de diferentes ámbitos: administradores públicos, economistas, sociólogos; incluso arquitectos del paisaje, quienes tienen una visión diferente de la relación entre arquitectura y entorno.
Personalmente, mis trabajos de consultoría e investigación se sustentan en la combinación de tres ámbitos:
- La morfología urbana, que estudia el espacio urbano según sus componentes (lotes, manzanas, calles y huella construida).
- La economía urbana, que entiende a la ciudad como la cancha de la interacción económica entre sus habitantes.
- La planificación comunitaria, que impulsa la integración de los habitantes de un espacio determinado.
Creo que esos campos de conocimiento me permiten aproximarme con cierta objetividad a los problemas que enfrentan las ciudades y sus habitantes.
La morfología urbana y la economía urbana son mesurables. Un terreno no varía su área, según quién lo mida. El flujo de capital que se mueve en una metrópoli o en un barrio no debería variar, si los campos a considerar entre dos investigadores son los mismos.
Con una información que depende muy poco de las perspectivas personales, se puede ser más certero en cómo analizar problemas y proponer soluciones.
Dichas soluciones deben ser realizadas con la participación de la comunidad; pues ellos no solo son los beneficiarios, sino quienes tendrán la responsabilidad de sostener y mantener dichas soluciones en el pasar del tiempo.
Existen otras disciplinas que se acercan a la problemática de las ciudades desde otros puntos de vista, que si bien tienen una validez incuestionable -además de buenas intenciones- se prestan lamentablemente para la distorsión de intereses vinculados a grupos políticos específicos.
Me preocupa mucho la emotividad que suele haber en los trabajos urbanos surgidos de la formación sociológica.
Es cierto que una las preocupaciones de la sociología urbana debe ser la equidad y justicia con la que los ciudadanos deben ser tratados por las diferentes entidades del Gobierno y el Estado.
Sin embargo, el exceso de adjetivos en un trabajo de naturaleza académica debe ser cuestionado.
Demasiados calificativos hacen que un ensayo urbano caiga en lo retórico, en lo subjetivo y se presta para ser más un instrumento de persuasión que de investigación.
Pongamos un ejemplo: si alguien estudia los mercados de la capital, y encuentra que estos son predominantemente cerrados, debe tomar en cuenta varios factores, y no solo los que favorezcan a un discurso político.
Elucubrar que los mercados de Quito sean cerrados porque las clases dominantes blancas quieran "esconder" al indigenado me parece demasiado forzado.
¿Dónde quedan las consideraciones de carácter climático? ¿Qué tan relevante es la seguridad en este aspecto?
Hace poco, supe de una propuesta que quería derribar los muros de un mercado, para dejar solamente su cubierta en pie, y los comerciantes se negaron rotundamente.
No querían sentirse expuestos; tampoco querían que sus puestos sean vulnerables y más fáciles de robar.
Hay muchas necesidades que deben ser atendidas en nuestras ciudades; y no existe una forma única y exclusiva de atenderlas. Pero sí se debe llamar a la cautela en el momento de generar y sustentar propuestas.
Que la política se haga, pero fuera del ámbito académico.