El Chef de la Política
Los chimbadores de 2021
Politólogo, investigador de FLACSO Ecuador, analista político y Director de la Asociación Ecuatoriana de Ciencia Política (Aecip).
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Chimbador: adjetivo coloquial utilizado en Ecuador para referirse a un candidato que no pretende el triunfo electoral sino impedir el de otro.
A diferencia de quien tiene expectativas reales de éxito y trabaja en estrategias de campaña convincentes o en alianzas que le permitan mejorar su posicionamiento nacional, el chimbador conoce que sus posibilidades de triunfo son ínfimas.
Aunque identificar a quienes son chimbadores no es una cuestión sencilla, a juzgar por lo imperfecta e incompleta que es la información de que se dispone, la cercanía del proceso electoral de 2021 permite adelantar algunos escenarios en torno a quienes tienen opciones reales de llegar a la segunda vuelta presidencial.
Como consecuencia de ello, los demás candidatos se situarían en el citado rol de chimbadores de la política nacional.
El primer escenario contempla cinco propuestas presidenciales. Revolución Ciudadana, CREO, PCK moderado, Otto candidato y PSC. En conjunto, allí se situaría alrededor del 80% del voto.
En el segundo escenario, con PCK radical, la distribución de los votos entre los cinco candidatos podría bajar ligeramente, hacia 75%.
En el tercer y cuarto escenarios, sin Otto candidato y con PCK radical o moderado, respectivamente, la agregación de votos entre los cuatro presidenciables descendería hasta el 70%. Si se considera el histórico 10% de nulos y blancos, en el mejor de los casos (tercer y cuarto escenarios) los chimbadores se repartirían entre sí el 20%.
Dado que habrá al menos media docena de candidatos a los que les calza esta definición y partiendo del supuesto (no del todo real) de que la distribución de votos entre ellos sería igual, ninguno llegaría al 4%.
Si el chimbador tiene como objetivo impedir o al menos dificultar el triunfo de otro candidato, resta decir que la gran mayoría de los que ostentan dicho membrete enfilan sus armas hacia CREO, Otto y PSC.
Así, aún cuando esa no sea su genuina intención, buena parte de los chimbadores están allí para restar votos a las candidaturas anotadas y al mismo tiempo fortalecer, indirectamente, las aspiraciones de la Revolución Ciudadana y en menor medida de PCK.
Sin embargo, esto no es todo pues los intereses que movilizan a los chimbadores van más allá. En algunos casos, la motivación está en la necesidad de fortalecer las opciones de los candidatos de su agrupación política a la legislatura.
Se dice que ganar espacios en la Asamblea Nacional es una tarea más ardua si no existe una figura presidencial que apalanque dichas listas frente al electorado.
En otros casos, la motivación tiene que ver con el ego y la condición humana. Para algunos, salir del anonimato por unos meses puede constituir su razón de vivir.
Más allá de los efectos nocivos que generan los chimbadores a la sociedad y que se reflejan tanto en la distorsión del mercado electoral como en las dificultades que provocan entre los votantes para tomar una mejor decisión, el problema de fondo está en que las reglas de juego (Código de la Democracia) están diseñadas para incentivar este tipo de candidaturas.
Dado que en Ecuador es más fácil obtener la aprobación de una agrupación política que el reconocimiento legal de una asociación profesional o cultural, los chimbadores seguirán presentes pues, esencialmente, los costos de terciar electoralmente son extremadamente bajos.
Si en Ecuador existieran políticos responsables, que entiendan que la oferta partidista debe ser restringida a aquellas agrupaciones con enraizamiento nacional y estructura interna en las diferentes provincias, otra sería nuestra historia y en ella los chimbadores tendrían menor espacio.
Desafortunadamente, a su momento todos los sectores se han beneficiado de un sistema político que permite este tipo de desafueros, por lo que las posibilidades de un cambio son cada vez menos viables.
Siempre es mejor tener un movimiento propio, de garaje, que apoyar la construcción de una estructura política sólida, que esté en capacidad de competir con ideas frente a las otras opciones electorales. Así piensan nuestros políticos. Tanto los que ahora son chimbadores como los que ayer lo fueron.