¿Chile y Perú están peor que nosotros?
Pablo Cuvi es escritor, editor, sociólogo y periodista. Ha publicado numerosos libros sobre historia, política, arte, viajes, literatura y otros temas.
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En una reunión escuché al vuelo que "Chile y Perú están peor que nosotros". Me quedé pensando. Mejor dicho, comparando.
A pesar de sus problemas, Chile y Perú tienen economías más desarrolladas y pujantes que la ecuatoriana.
En el fútbol, en cambio, les ganamos nosotros. Pero la selección ecuatoriana es un fenómeno que nadie logra explicar del todo: mientras peor anda el país, mejor anda la Tricolor.
En el campo de la diplomacia tampoco lo hacemos mejor. Días atrás, cuando el Reino Unido eliminó la visa para peruanos y colombianos, algunos despistados pusieron el grito en el cielo
¿Cómo así? ¿Qué esperaban luego de que la canciller Espinosa intentara sorprender burdamente a la Foreing Office, la diplomacia más antigua de Occidente, con un Assange disfrazado con la camiseta de la Tri, residente en Cotocollao y funcionario diplomático en Moscú?
Por el lado de la política interna, observando las relaciones de cada presidente con el Legislativo, la oposición y los medios de comunicación, Perú se encuentra peor que nosotros desde hace años, que ya es decir.
Allá, el fujimorismo, que ha perdido con las justas tres elecciones presidenciales, se ha dedicado en revancha a destituir ministros, boicotear planes de Gobierno y derrocar presidentes.
Aunque ganas no le faltan, ni intentos tampoco, el correísmo no ha llegado tan lejos. Pero en un punto clave coinciden: si en Lima buscan el indulto para el expresidente Alberto Fujimori, acá pretenden la impunidad para Correa y para Glas.
Tal como a Glas, a Pedro Castillo también le acusan de haber plagiado su tesis de grado y estar inmerso en una estructura delictiva que implica a su familia.
Como para decir: en todas partes se cuecen habas. Aunque Vargas Llosa acotaba que en el Perú "sólo se cuecen habas".
A Gabriel Boric tampoco le va bien, pero por otras causas. Luego del rechazo a la nueva Constitución, a la que el presidente chileno apoyó decididamente, su aceptación cayó esta semana al 27%, menos que los presidentes anteriores en su primer año.
Pero Boric sigue expresando el deseo de cambio de la mayoría de la sociedad chilena, cuyas movilizaciones destaparon las tremendas desigualdades que ocultaba el milagro económico.
Ahora, cuestionada en las urnas y en las encuestas su gestión maximalista, Boric dice haber entendido que debe "atender las urgencias inmediatas de la ciudadanía".
Eso que a Lasso también le ha costado aprender a la brava. O sea, que los grandes proyectos, de izquierda o derecha, son rechazados si no aterrizan en el día a día de la gente.
En definitiva, a los tres presidentes –sin formación ni suficiente experiencia política como para desempeñar un cargo tan difícil–, les ha tocado administrar una grave crisis donde los efectos económicos de la pospandemia y la invasión rusa a Ucrania se suman a la desigualdad social y las expectativas frustradas de la clase media.
El panorama se oscurece aún más si añadimos el problema del narcotráfico y la violencia. En este caso los referentes son México y Colombia y todas las voces advierten que vamos por el mismo camino. Pero el presidente Lasso declara que contamos menos muertes violentas que ellos. Gran consuelo.
La moraleja es que los estudios comparativos constituyen toda una rama de las ciencias sociales y políticas, pero las frases sueltas no resisten el menor análisis.