El Chef de la Política
Chérrez, crónica de una muerte anunciada
Politólogo, investigador de FLACSO Ecuador, analista político y Director de la Asociación Ecuatoriana de Ciencia Política (Aecip).
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El título de la obra magistral de García Márquez caracteriza de buena forma la muerte de Rubén David.
Desde el día en que se hizo público (porque en lo privado sus fechorías eran conocidas con pelos y señales desde tiempos ancestrales) su largo historial de devaneo entre los negocios de dudosa procedencia y la política, todos sabían que las horas de Rubén David estaban contadas.
Era solo cuestión de tiempo. Antes de que se alborote el avispero, había que poner coto al asunto. Los intereses eran grandes y los apellidos también. Sin alternativas mejores, con la muerte anunciada de Rubén David todo vuelve a la calma.
Dentro de unas pocas semanas las andanzas volverán y el mal momento por el que ha pasado la nueva estirpe de delincuentes de cuello blanco será enterrado en el baúl de los recuerdos. Nada que un homenaje de reivindicación del 'buen nombre' no pueda solucionar.
Pero a pesar de que la muerte de Rubén David la anticipaba bien su entorno más inmediato, y en eso esta historia se parece a la del Santiago Nasar, de García Márquez, en lo que se diferencian ambas tramas es en el tratamiento del caso.
En Riohacha, donde se recrea el libro del Gabo, hay un juicio y algunos testimonios esclarecedores.
En Punta Blanca, donde se terminó con los días de Rubén David, solo habrá silencio y la siempre disuasoria treta político-jurídica de que se llegará hasta las últimas consecuencias, caiga quien caiga.
La otra gran distinción está entre los lectores. Los de la muerte anunciada de Santiago Nasar no olvidarán nunca esa crónica. La finura en el relato de los detalles y la fidelidad en la recreación de escenarios, así lo amerita.
Los lectores del ocaso de Rubén David, ahora mismo, ya no se acuerdan de este episodio. Lo pasado, pisado. A otra cosa mariposa.
Esos lectores, los de Santiago Nasar, no se olvidan de la crónica ni de los detalles, a pesar de que el buen García Márquez produjo varios libros posteriores, iguales o mejores. Los otros, los lectores de la extraña muerte de Rubén David, sucumbieron fácilmente al olvido colectivo.
Bastó que se proponga una reforma a la tenencia y porte de armas, que ya tiene legislación en Ecuador hace más de cuarenta años, para que un hecho tan trascendental como el homicidio de Rubén David fuera relegado.
Acá los lectores no pueden seguir más de una historia a la vez … y los políticos lo saben. Como dirían los expertos, basta un distractor para que las prioridades en la agenda de debate público cambien bruscamente.
Con la muerte anunciada de Rubén David se cierra una puerta de acceso a información clave sobre la relación entre narcotráfico, asociación ilícita y representación política mediada por este tipo de delitos.
Así de grave era el escenario. Así de importante era el tema. Sin embargo, lo poco que se conoce seguramente será lo único que se devele a la ciudadanía.
Muchos respiran con alivio. Muchos pueden ahora seguir con su carrera entre lo delincuencial y lo político.
Con el paso de los días surgirán otros tópicos, otros escándalos, otras nimiedades, muchas veces, y con eso el entierro del entramado de podredumbre que rodeaba a Rubén David quedará consagrado.
¡Cuánto nos hace falta crecer como sociedad para discutir al mismo tiempo diversas hechos políticos, sociales y económicos que están relacionados! ¡Cuánto nos hace falta crecer como sociedad para rasgar más allá de lo evidente!
Y ¿cuánto nos hace falta crecer como sociedad para al menos conjeturar que la muerte anunciada de Rubén David, el porte de armas y el juicio político podrían tener alguna vinculación entre sí!