Punto de fuga
‘Chat grupal’, víctima colateral del tontismo
Periodista desde 1994, especializada en ciudad, cultura y arte. Columnista de opinión desde 2007. Tiene una maestría en Historia por la Universidad Andina Simón Bolívar. Autora y editora de libros.
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Me la leí en dos sentadas (hubiera sido en una, si no la hubiese empezado a leer tarde en la noche). Y el eco de las voces de sus personajes me quedó retumbando en varias partes del cuerpo durante algunos días. Con ‘Chat grupal’ (USFQ Press, 2023), José Hidalgo Pallares capta el espíritu de los tiempos: dispersos, sufridos, desconcertantes, pero lo hace con una frescura que no requiere de poses, maniqueísmos, consignas ni victimizaciones —artilugios tan penosamente de moda en buena parte de la literatura actual— y arma una novela brevísima que pone a quien la lee frente a sus propias angustias existenciales. Que no tienen por qué ser las mismas que las que componen la trama.
De todo esto, y de mucho más, se pudo haber hablado hoy en la tarde en la Feria Internacional del Libro de Quito. Pero no, los torquemadas criollos decidieron que uno de los participantes del coloquio en que se iba a hablar de las nuevas tecnologías y su engranaje con la realidad, a propósito de la presentación de la novela de Hidalgo Pallares, no podía participar. ¿Por qué? Porque había hecho un chiste que a algunos no les gustó.
No es chiste, es verdad. La FIL de Quito le retiró la invitación a Iván Ulchur porque cometió el sacrilegio (todo tiene tintes de fanatismo religioso en esta historia) de hacer, junto a El Ave Jaramillo, un chiste en el que se menciona a Palestina. De ahí vinieron el apedreamiento digital, el asesinato de reputación y es posible que continúe con la eliminación real de auspicios y espacios para realizar sus actividades como comediante (vi una sugerencia en Facebook de hacerlo), que ya de plano es quitarle el derecho a trabajar y ganarse la vida.
Quizás los que decidieron cancelar (literal y simbólicamente) a Ulchur nunca leyeron ‘La broma’ de Milan Kundera. O peor, la leyeron y estaban del lado de Partido Comunista de Checoslovaquia y no del de Ludvik Jahn, el desgraciado personaje que es condenado a hacer trabajos forzados por haber hecho una broma. Si ustedes tampoco han leído ‘La broma’, léanla. No se van a reír, y si tienen corazón y dos dedos de frente se van a poner del lado del buen Ludvik.
Siguiendo con las recomendaciones de lecturas, lean ‘Chat grupal’, pero comiencen por ir hoy a las 18:30 a la presentación de la novela en la que participarán José Hidalgo Pallares, Iván Ulchur y Pancho Miñaca, en Abysmo (un bar que queda en la Francisco de Orellana y Juan Montalvo, en Cumbayá). Vayan, no solo porque será una forma hermosa de combatir a uno de los ‘ismos’ que más aqueja a nuestra sociedad últimamente: el tontismo, sino porque de verdad ‘Chat grupal’ vale la pena ser leída y comentada, por lo que tiene de innovadora en su forma —escrita casi enteramente como un chat de WhatsApp— y de vital en su fondo.
Por estar enfocada en mezquindades y arbitrariedades de este tipo, la FIL de Quito ha perdido la oportunidad de que sus asistentes conozcan a José y a su obra. Que sepan, por ejemplo, que tiene una maestría envidiable para reproducir, con verosimilitud y belleza, el lenguaje coloquial quiteño; si fuera músico, diría que tiene oído absoluto.
Por las pocas luces democráticas no se sabe muy bien de quién (aunque se intuye), la FIL no ha permitido que cientos de potenciales lectores, profundizando en la conversación, se acerquen a las otras obras de José (como ‘La búsqueda’, ‘El manual de la derrota’, ‘Los desvelos’) y los dilemas morales y existenciales que suele plantearse cuando escribe, no para dar lecciones ni adoctrinar a nadie —nada más lejos de su ética y su estética—, solamente para pensar y, en ese ejercicio, encontrar, o no, respuestas y nuevas preguntas. Lindo juntarse para hablar de este tipo de cosas, ¿cierto?
Ojalá algún día sea posible hablar más de literatura que de los torquemadas de turno. Son insufribles —en sus poses, en sus pretenciones y en sus pretensiones. Y parafraseando ya no sé a quién: más literatura, menos tontismo.