En sus Marcas Listos Fuego
Metástasis pierde a su juez
PhD en Derecho Penal; máster en Creación Literaria; máster en Argumentación Jurídica. Abogado litigante, escritor y catedrático universitario.
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Como un latigazo el país recibió esta noticia: Felipe Córdova, juez a cargo del caso Metástasis, se excusó de continuar conociendo el caso por enemistad manifiesta con Wilman Terán y Daniel Salcedo.
Y como siempre, quienes no conocen lo que significa procesalmente "enemistad manifiesta" lideraron la lluvia de opiniones en redes sociales. Por ello amerita una explicación técnica.
Lean esta columna para que descubran por qué en la excusa de Felipe Córdova no existe irregularidad alguna; aunque sí, una que otra tragedia.
Seguro todos han escuchado de ese famoso derecho que dice que todos tenemos derecho a ser juzgados por un juez competente, independiente e imparcial. ¿De qué se trata?
La independencia ha de ser externa e interna. Externa significa que en esta democracia en la que rige constitucionalmente una separación de poderes, el juez representa al poder Judicial y, por ende, ni el poder Ejecutivo ni el poder Legislativo pueden influir en sus decisiones.
La independencia interna significa que un juez es libre de tomar decisiones sin que pueda recibir órdenes, sugerencias o influencias del propio poder judicial; como, por ejemplo, del Consejo de la Judicatura. Sí, el juez ha de ser todopoderoso, sin otro patrón que la ley.
Pero independencia e imparcialidad no son sinónimos. La imparcialidad genera el concepto de tercero imparcial, es decir:
- Fiscalía defiende su teoría delictiva y está parcializada en pelear por alcanzar una condena.
- La defensa batalla parcializadamente ante la verdad de su cliente y busca que se ratifique su inocencia.
- Pero el juez, lean bien, es neutro. El juez solo se inclina hacia la teoría que sea probada.
Y para ser neutro, obligatoriamente, se requerirá no tener interés personal en la causa. Esto es, que la contienda le sea ajena al juez desde un plano utilitarista, sentimental, social, económico y psicológico.
La guerra entre el gato A (Fiscal) y el gato B (procesado) es una guerra entre ellos. El juez ve con distancia, percibe, analiza, evalúa, pondera, contrasta y finalmente, subsumiendo hechos al Derecho, resuelve.
Pero si un juez tiene un hijo y ese hijo está siendo procesado, ¿podrá resolver imparcialmente el caso? Evidentemente no. Estará parcializado hacia su hijo y Fiscalía estará en desventaja.
Si un juez debe resolver el caso de su propio deudor, ¿lo condenará a pagar al acreedor X y con ello logrará que éste se quede sin dinero para pagarle a él (al juez en su propio juicio civil)?
Por ello, dado que jueces, fiscales, procesados, víctimas, abogados forman parte de la misma sociedad, la ley prevé causas de excusa y recusación.
Les voy a dar algunos ejemplos, resumidos, de las causales previstas en el COIP:
- Ser cónyuge o pariente de una de las partes.
- Ser acreedor, deudor o garante de alguna de las partes.
- Tener juicios personales con alguna de las partes.
- Haber intervenido en el proceso como abogado de una de las partes.
- Tener amistad íntima o enemistad manifiesta con alguno de los sujetos procesales.
Les he puesto unos pocos ejemplos del Art. 572 del COIP y dejé para el último el pertinente para esta columna: enemistad manifiesta.
La enemistad manifiesta es, a breves rasgos, la animadversión o revanchismo que existe entre el juez y una de las partes. Si se odian, es obvio, que no habrá imparcialidad, sino, probablemente, ánimo de causar daño.
Pero la enemistad, idealmente, deberá ser bilateral. Alguien puede odiarme a mí y a mí serme totalmente indiferente. Tal cual me pasa en redes sociales. Algunos perros sarnosos ladran. Yo voy en mi carro. Persiguen mis llantas. ¿Me bajo a enfrentarlos? No, solo les dejo un halo de piedras y polvo.
Algo similar pasó en Metástasis. Resulta ser que Wilman Terán y Daniel Salcedo se declararon enemigos de Felipe Córdova. Él los ignoró, acostumbrado a sus artimañas.
Luego, inconformes con sus decisiones, lo amenazaron con acciones legales. Córdova se sacudió la toga.
Luego, por escrito, le insultaron y le atribuyeron conductas inmorales. Córdova los dejó pasar, como el torero que esquiva al becerro aún no destetado.
Pero luego, subieron el nivel y le imputaron delitos. Córdova entendió el problema: necesitaban deshacerse de él a toda costa y estaban minando el expediente.
La estrategia fue generar tal nivel de violencia que, si Córdova resolvía en contra de los procesados, a los ojos de otro tercero imparcial (los jueces que resolverán las otras instancias), ello se vería como una venganza por los insultos, amenazas y vejámenes personales qué éste recibió.
Se había orquestado una nulidad. Entonces el juez, con el fin de cuidar el proceso, debió ceder para evitar la posible nulidad ante un expediente ya infestado de agravios. Se excusó por enemistad manifiesta, para que nunca otro juez pusiera en duda su imparcialidad.
Y la excusa fue aceptada, tras lo cual, el caso espera un nuevo sorteo para que otro juez de la Corte Nacional instale la audiencia de evaluación y preparatoria de juicio.
¿Ven? No es que el juez se dejó intimidar o que lo compraron como dijeron muchos. No. El juez hizo lo que todo juez debe hacer: cuidar el debido proceso.
¿Pero fue la estrategia de Terán y Salcedo la correcta? Yo creo que se equivocaron. Córdova es de esos jueces a los que ellos no podían comprar, pero además, uno de esos jueces que jamás le agacharían la cabeza a la Fiscal General. Tenían auténticamente un juez imparcial y por ser malos estrategas lo perdieron.
Ahora a cruzar los dedos y a esperar que el nuevo juez o nueva jueza que conozca el turbulento caso, sea de esos a los que ni el miedo, ni el poder, ni el dinero, pueden dominar.