Al aire libre
Carta a la Primera Dama de Ecuador
Comunicadora, escritora y periodista. Corredora de maratón y ultramaratón. Autora del libro La Cinta Invisible, 5 Hábitos para Romperla.
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Doña María de Lourdes: a través de esta columna, que siempre habla de deporte y de aire libre, me animo a invitarla a que soñemos.
Este escrito no es técnico porque no sabría cómo escribir técnicamente lo que siento en mi alma por Ecuador.
La invito a soñar con escuelas y dispensarios médicos de calidad, con programas de deporte para niños, que sean semilleros de corredores de aventura, que después representen al país. Ellos que aman correr contentos por los campos y tienen esas destrezas.
Alejarlos del círculo vicioso de las drogas y el alcohol.
Sé que usted aspira eso y a más para los jóvenes del país.
La invito a conversar con las mujeres indígenas y amazónicas, que están todavía en los albergues, en la cocina comunitaria, en un par de universidades de Quito.
Mi propuesta es una reunión sencilla con ellas, poniendo el corazón sobre la mesa.
A través de un amigo que entrega comida orgánica a la cocina comunitaria, supe que un grupo de mujeres Shuar llegó a Quito. Ellas y sus hijos estuvieron durmiendo en las calles durante 14 días.
Unos jóvenes las encontraron y las llevaron a un albergue. Trajeron su yuca y otros alimentos, y solo querían exponer sus problemas a alguien del Gobierno. Querían que las escucharan. Recibieron gases lacrimógenos y algunos niños enfermaron. Una bebé está con neumonía en el hospital.
Doña María de Lourdes, le pido que vea las necesidades más de cerca. Entre mujeres nos entendemos, hablamos con apertura de nuestros hijos, de cómo estamos y cómo nos sentimos, sentando bases para otros encuentros.
"Subsanar el tejido social", dicen los expertos, que no es otra cosa que tender puentes, unir lazos entre las comunidades.
Conocí por primera vez la cocina comunitaria el día 18 del paro. Fui con temor diciéndome a mí misma que estas personas han apoyado a los destructores de Quito.
Cuando se organiza una marcha de protesta en países del primer mundo, se ubican baños portátiles y bebederos. Es la mínima dignidad que se le da a un manifestante pacífico. Eso contribuye a que sea pacífico.
Si vienen las delegaciones de indígenas, montubios, amazónicos, afrodescendientes, debemos tener albergues listos en Quito. Es la capital de la República y debe recibir bien a sus visitantes.
No culpo el proceder en estos momentos tan difíciles que hemos vivido. Es difícil entender lo que las personas del campo necesitan, aman. Ustedes no crecieron en la Sierra como nosotros. Solo quien ha crecido entre montes y pajonales lo comprende.
Igual que la mayoría de ecuatorianos, pasé del susto a la indignación y luego a la desesperanza. Un día me vi destilando ira en las redes y dije: basta. Ni Rusia con todo su armamento puede dominar a Ucrania. La violencia no nos lleva a ninguna parte.
Mientras corro, me fijo en la gente que compra el pan, que pasea a su perro, que toma el bus, y mi impresión es que todos estamos lastimados. Tenemos otra aura, otra expresión.
De repente me llega la oración de Gandhi y creo que por ahí es el camino:
Doña María de Lourdes, este es un pedido para dar pequeños pasos hacia una comunidad de solidaridad, de respeto, de amistad entre los pueblos, de paz y de prosperidad.
Muchas gracias por escuchar.