El indiscreto encanto de la política
Las campañas presidenciales, el antes y el después del 7 de febrero
Catedrático universitario, comunicador y analista político. Máster en Estudios Latinoamericanos por la Universidad de Salamanca.
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En la primera vuelta, Arauz y Lasso no pudieron conectarse con los ecuatorianos. Sendas campañas no consideraron que las expectativas del electorado cambiaron desde la última elección y, con desacierto, redujeron su estrategia al mismo relato de 2017: correísmo versus anticorreísmo.
Como resultado, frente a la última elección, el correísmo disminuyó su porcentaje de votos en un 7% y Guillermo Lasso, poco más de un 8%.
Hasta el 7 de febrero, Guillermo Lasso mantuvo su discurso de siempre, alrededor de la generación de empleo. Narrativa racional que, si bien responde a uno de los problemas fundamentales de la sociedad, poco o nada caló en las emociones de los ciudadanos. Su votación final incluye el voto duro del PSC/CREO más un porcentaje razonable de voto útil.
La campaña de Andrés Arauz, en cambio, estuvo muy clara: buscó posicionar al joven candidato como el ungido de Rafael Correa y, así, volver a activar el histórico voto duro del correísmo.
Correa manejó la agenda de la campaña, contrastó su época de gobierno frente a la del actual y a momentos hasta pareció que él era el candidato. Esto, sumado a bien pensados dardos comunicacionales, como el 'mil de una', le permitió llegar a ese 32% de votación.
La segunda vuelta es una nueva historia. Ambas candidaturas enfrentan el reto de captar la mayor cantidad de votos de esos más de cuatro millones de ecuatorianos que en primera vuelta se decidieron por otra opción electoral.
Esta semana hemos visto que Lasso entendió que trasladar la tradicional campaña de territorio a las redes no es efectivo. Ahora, trata de sintonizarse con los códigos de aquellos electores más proclives a decidirse por su oferta.
La nueva comunicación política exige un discurso más emocional que llegue al corazón de los electores. En las redes, se ve a un Lasso que quiere sintonizarse con el ecosistema digital ecuatoriano y, con humildad, escucha y contesta a todos los sectores de la sociedad.
Por su parte, Arauz y su equipo saben que en adelante las fotos, maquetas y hologramas de Rafael Correa no suman más votos.
Ahora tiene que mostrar su propia personalidad y construir la imagen de un estadista que es capaz de dirigir los complejos destinos del país. En definitiva, tiene el desafío de demostrar que es mejor perfil presidencial que Guillermo Lasso.
Para diluir algunos fantasmas que le persiguen, como la 'desdolarización' y el descalabro económico, Arauz va a reunirse con empresarios y gremios empresariales de todo el país para vender un discurso de estabilidad económica y seguridad jurídica.
Finalmente, ambas candidaturas van a coincidir en dos estrategias. Por un lado, frontalmente van a incorporar a su discurso y a su agenda temas de género, medio ambiente, ampliación de derechos en un contexto de unidad nacional, que supere la cansina polarización que han venido arrastrando.
Por otro lado, los equipos y simpatizantes de manera lateral seguirán con una campaña tipo 'B', que se ocupará de reforzar la percepción negativa de la gente hacia el otro candidato, a través de memes, videos y otras piezas virales.
Bienvenidos a la segunda vuelta.