Matrix política
Campañas y gobiernos sin datos, ¡la fórmula del desastre!
Consultor Político con 20 años de experiencia en campañas electorales, comunicación de Gobierno y gestión y management de la crisis. Catedrático universitario y conferencista en varios países de América Latina y en España.
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Escribo estas líneas luego de terminar mi conferencia en la XX Cumbre Mundial de Comunicación Política en Monterrey, México en donde la temática esencial fue la Comunicación de Gobierno.
Y si hubo un criterio generalizado de los consultores políticos iberoamericanos que se dieron cita en este prestigioso evento, fue que es el momento de terminar con las percepciones, con las opiniones, con las intuiciones para hacer campañas o para gobernar, y es la oportunidad, dado el avance gigantesco de la tecnología, de hacerlo en base a los datos.
Al respecto recuerdo una anécdota: en 2021 trabajé para un grupo de empresarios muy importantes y patriotas que querían que llegue un determinado candidato a la presidencia pero que no confiaban en su equipo por su falta de apertura a las críticas.
Apenas arranqué, tuve un llamado (seguramente conectado a alguno de los empresarios) de una compañía radicada en Miami, Estados Unidos. Me pedían una reunión para ver su producto. Acepté encantado. Cuando atendí la conferencia virtual, me pidieron mis dos nombres y mis dos apellidos. Y mi sorpresa fue grande al ver una cantidad inmensa de datos (colegios y universidades donde había estudiado, la matrícula de mi auto, el número de mi cuenta de ahorros…) que ya tenían de mí sin siquiera conocerme.
Enseguida me dijeron que hagamos una prueba en el lugar del mundo que yo escogiera. Les dije ya que están en Miami, hagamos algo en Brickell, a lo que asintieron y me requirieron el tamaño de la muestra. Unas 20.000 personas les dije. Agarraron el mapa georreferenciado de ese sitio y le pusieron una lupa gigante en el computador que a medida que se achicaba iba reduciendo el público objetivo hasta llegar a 20.000.
Le dieron click y en los márgenes de la pantalla salía: cuántos eran hombres y cuantos mujeres, dónde vivían, cuántos autos tenían, dónde trabajaban, si tenían acceso a crédito o hipotecas, cuántos tenían pasado judicial complicado, cuáles eran sus hábitos de gasto y comportamiento social, y, muy importante, por dónde se enteraban de las cosas: si tenían iPhone o Android, qué redes sociales mantenían abiertas en ese momento y cuánto tiempo al día las utilizaban.
Con esta información yo podría, trasladada a Quito, saber exactamente dónde vivían esos usuarios, qué les preocupaba y por dónde podía yo enviarles mensajes de campaña.
La mini campaña tuvo un éxito impresionante y se cumplieron ampliamente los objetivos por lo que la gente que confió en mí estuvo muy satisfecha pensando que era un genio, cuando la verdad es que simplemente había usado información útil para llegar con el mensaje adecuado, con el lenguaje adecuado, a través de la herramienta adecuada y pidiendo el apoyo necesario.
Es inaudito que si las grandes corporaciones hoy en día están utilizando lo que se denomina Big Data para la toma de decisiones inteligentes, no lo hagan ni las campañas ni los gobiernos. Quitémosle entonces discrecionalidad a los genios y apoyémonos en información dura, que de seguro (lo puedo certificar) hará que se tomen decisiones más sabias, más efectivas y más beneficiosas para todos los ecuatorianos, fin último de la consultoría política.