Columnista Invitado
El camino hacia la justicia duradera
Diplomático de carrera, Michael J. Fitzpatrick es Embajador de los Estados Unidos en Ecuador desde junio de 2019.
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En 1967, durante el apogeo de los movimientos sociales que luchaban por la justicia racial y cívica en mi país, el Dr. Martin Luther King Jr. se refirió a la estrecha relación entre la moral y la justicia. El Dr. King dijo: “El arco del universo moral es largo, pero se inclina hacia la justicia”.
En todas las democracias del mundo, incluido los Estados Unidos, la justicia suele prevalecer a pesar de recorrer caminos sinuosos. La justicia duradera toma tiempo y requiere de operadores con valentía y determinación para tomar decisiones difíciles. Jamás existirá un verdadero Estado de derecho en un sistema donde los operadores judiciales respondan a intereses políticos o a redes criminales. Tampoco existirá una sociedad verdaderamente libre, si las personas encargadas de velar por la justicia y el bien común están atadas a redes ilícitas.
Según el Índice de Percepción de la Corrupción 2023 de la ONG Transparencia Internacional, los países con las puntuaciones más bajas en este índice también tienen una puntuación muy baja en el funcionamiento de los sistemas judiciales. Esta correlación entre el acceso a la justicia y las prácticas de corrupción erosiona la confianza de la ciudadanía misma.
Pero gracias a funcionarios que están dispuestos a que los corruptos rindan cuentas ante la justicia, nuestras sociedades tienen esperanza. Muchas veces, estos funcionarios luchan contra agendas de ciertos poderosos que buscan amenazar o confundir a la opinión pública para evadir su verdadera responsabilidad. La historia ha demostrado que con jueces, fiscales, policías y carceleros trabajando día a día por una justicia verdadera, el arco sí se inclina hacia la justicia.
Un ejemplo es el “Caso Poseidón” en el Ecuador: dos jueces de Manabí desarmaron más de dos años de investigación multinacional, en donde colaboró la DEA, cerrando el caso contra todos los involucrados pese a las pruebas (incluyendo más de 10 toneladas de cocaína incautadas). Sin embargo, gracias a la apelación de la Fiscalía ecuatoriana y al fallo de jueces honestos del Tribunal de Garantías Penales de Manta, 17 de los 18 involucrados fueron sentenciados este febrero con pena privativa de libertad de 16 a 19 años. Este caso demuestra que, cuando los funcionarios institucionales afrontan los casos con ética, la sociedad en su conjunto gana. Esas acciones siembran cimientos de seguridad, fomentando la fe del pueblo y facilitando la democracia.
En marzo, un tribunal federal de Nueva York condenó a Juan Orlando Hernández, expresidente de Honduras, a 40 años de cárcel por conspirar para importar cocaína a los EE. UU. y delitos relacionados con armas de fuego. Las palabras del Fiscal Federal Damian Williams no pueden ser más acertadas: “Hernández tuvo todas las oportunidades de ser una fuerza del bien en su Honduras natal. En lugar de ello, optó por abusar de su cargo y de su país en beneficio propio y se asoció con algunas de las organizaciones de narcotraficantes más grandes y violentas del mundo para transportar toneladas de cocaína a los EE.UU.”. Ahora, él afrontará las consecuencias.
Los casos de Gunvor y Odebrecht son dos ejemplos destacados de cooperación judicial multinacional en el siglo XXI. Demuestran que cuando los delincuentes violan la soberanía de una jurisdicción y luego van a otra para seguir delinquiendo, los estados tienen que colaborar aún más de cerca para llevarlos ante la justicia soberana.
El Gobierno de los EE.UU. ha colaborado con el fortalecimiento de un sistema de justicia ecuatoriano más sólido por medio de capacitación del personal y entrega de equipos durante los últimos años. Los resultados del trabajo de los jueces especializados en casos de crimen organizado y corrupción, son un ejemplo de lo que se puede lograr con integridad, compromiso y cooperación. En poco más de un año, desde la creación de una corte especializada, se ha condenado a grupos completos de bandas delincuenciales, organizaciones criminales transnacionales y a políticos que han cruzado las líneas legales.
También la recompensa millonaria del Secretario de Estado de los Estados Unidos por más información sobre el asesinato de Fernando Villavicencio sigue vigente. Mis colegas de las fuerzas del orden, incluido el FBI, siguen trabajando hombro a hombro con las autoridades ecuatorianas judiciales y de seguridad quienes nos pidieron apoyo técnico para investigar este atroz caso y llevar a los autores ante la justicia, donde sea que estén.
En nuestro mundo globalizado la cooperación internacional es clave para la lucha conjunta por la justicia verdadera. Pero también se requiere un esfuerzo desde todas las esferas de la sociedad que afectan al sistema judicial —incluidos los ciudadanos— actores clave en una democracia.
Andamos juntos en el camino hacia la justicia duradera. Juntos podemos mantener el arco del universo moral inclinado hacia la justicia.