La democracia a palazos y el reto de Lula en Brasil
Es periodista y directora de PRIMICIAS.
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Después de los incidentes del fin de semana en Brasil queda un país todavía más fracturado. Y al presidente 'Lula' da Silva se le viene encima un reto que no esperaba.
El ataque, con palos y con piedras, contra las sedes de los tres poderes del Estado, en Brasilia, es una alarma que 'Lula' debe escuchar.
Que miles de partidarios del expresidente Jair Bolsonaro invadieran el Congreso, la Corte Suprema de Justicia y el Palacio de Planalto, es condenable.
¿Cómo se puede defender la democracia y, al mismo tiempo, pedir un golpe militar contra un gobierno electo en las urnas?
Hay quienes lo justifican, alegando que 'Lula' y su sucesora, Dilma Rousseff, gobernaron 13 años entre escándalos de corrupción, como los de Petrobras y de Odebrecht.
Uno de los fósforos de este incendio es, precisamente, la crítica al nuevo gabinete ministerial presentado por 'Lula'.
De 37 ministros, una docena de nombres han sido cuestionados o investigados por corrupción.
Y qué es lo que 'Lula' debiera escuchar, entre el ruido de vidrios rotos y de puertas arrancadas:
Que tiene apoyo limitado, que hasta las fuerzas de seguridad dudaban de si retirarse o detener a los manifestantes radicales, que hay sectores que no olvidan la corrupción.
'Lula' tendrá que hacer un gobierno muy moderado en lo ideológico e intolerante con el robo, si quiere cerrar la herida de Brasilia.
Moderado en lo ideológico significa aguantar y fomentar un baño de verdad que la sociedad brasileña necesita.
Y manejar con tino las relaciones con Policía y Ejército, que también quedaron resentidas tras los sucesos del domingo.
Apartarse del populismo e intentar un giro hacia la socialdemocracia al estilo de Fernando Henrique Cardoso quien, con sus aciertos y defectos, fue el último estadista que tuvo Brasil.