El boom de la literatura y los ensayos políticos
Pablo Cuvi es escritor, editor, sociólogo y periodista. Ha publicado numerosos libros sobre historia, política, arte, viajes, literatura y otros temas.
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Hablemos de otra cosa. Hablemos de libros.
Es común escuchar que el libro impreso se halla destinado a desaparecer. No por libro sino por impreso, porque el soporte de papel está siendo reemplazado por los dispositivos digitales, tal como sucede con los periódicos y las revistas impresas.
Por suerte, este tipo de profecías no siempre se cumple. Cuando apareció la fotografía, a mediados del siglo XIX, se dijo que el daguerrotipo significaba la muerte de la pintura. Pero la pintura abandonó el realismo y cobró nuevo vuelo.
Cien años después se predijo que la televisión, como medio de entretenimiento, iba a desplazar a la lectura y al cine.
Pues tampoco, porque el crecimiento descomunal de la TV vino acompañado del espectacular desarrollo del cine de Hollywood y por el boom de la literatura latinoamericana, fenómeno que no ha sido igualado en calidad ni en impacto.
No asombra, entonces, que García Márquez siga ubicándose entre los más vendidos de México, medio siglo después de que saltara a la fama con 'Cien años de soledad'.
En rigor, el boom latinoamericano empezó cuando 'La ciudad y los perros' de un Vargas Llosa jovencito ganó el premio Biblioteca Breve, de Seix Barral, en 1962, aunque por problemas con la censura franquista la novela tardó un año en circular.
Lo asombroso es que este iniciador del auge literario (y comercial) sea también el último sobreviviente de esa camada excepcional, que incluyó a narradores tan brillantes como Cortázar, Fuentes y Donoso.
Sí, ya sé que Borges, Rulfo y Onetti eran anteriores y quizás mejores. Y que al genio argentino le escamotearon el Premio Nobel por irse a saludar a Pinochet.
Pero la influencia que ejerció 'Rayuela' sobre mi generación y el amor que seguimos profesando a la Maga y a Oliveira no se comparan con nada.
Édgar Freire, quien fue librero de Cima hasta finales de siglo, enfatiza en el carácter experimental de este libro de Cortázar, un auténtico juguete literario que fue pirateado decenas de veces.
Y recuerda otro boom, más pequeño y criollo: el de las ciencias sociales y políticas, donde destaca la figura de Agustín Cueva, cuyo ensayo cultural 'Entre la ira y la esperanza', de 1967, así como 'El proceso de dominación política', se vendieron como pan caliente.
Cita también a 'esa especie de biblia' en la que se convirtió 'El poder político en el Ecuador', de Osvaldo Hurtado, que va por la vigésima edición.
Y recuerda éxitos de librería como 'El festín del petróleo', de Jaime Galarza; como mi libro sobre Velasco Ibarra y algunas publicaciones coyunturales de El Conejo –entre ellas '¡Viva la patria!' – y otras de la Corporación Editora Nacional.
Surgió también, en los años 70, una nueva generación de narradores ecuatorianos y LibriMundi arrancó con la edición de libros de gran formato que redondearon la edad de oro de las librerías quiteñas.
Una edad que no volverá, obviamente, porque vivimos ya en el mundo de Amazon, Kindle y las redes sociales. Pero el peso de los libros impresos seguirá haciéndose sentir algunas décadas todavía.