Efecto Mariposa
El Bono de los 1.000 Días puede cambiar muchas vidas
Profesora e Investigadora del Departamento de Economía Cuantitativa de la Escuela Politécnica Nacional EPN. Doctora en Economía. Investiga sobre temas relacionados con pobreza y desigualdad.
Actualizada:
El presidente de la República, Guillermo Lasso, presentó el Bono de los 1.000 Días, cuyo valor asciende a USD 50 mensuales.
Tiene como objetivo prevenir y disminuir uno de los mayores problemas de salud pública de Ecuador: la desnutrición crónica infantil en los niños menores de dos años de edad.
Según datos del INEC de 2018, el 27,2% de los menores de dos años padece de desnutrición crónica en Ecuador.
El anuncio del Bono de los 1.000 Días es una noticia positiva y también una gran inversión.
Sin embargo, al igual que cualquier programa de transferencia de renta destinado a combatir la pobreza o sus consecuencias, es una política que puede causar molestia y hasta enojo entre las personas que consideran que la dinámica de los bonos es injusta.
Antes de que los lectores de esta columna también se enojen porque menciono que el Bono de los 1.000 Días es una cosa buena del gobierno, les invito a revisar los argumentos en los que baso mi afirmación.
Las beneficiarias del programa son mujeres embarazadas y madres de niños menores de dos años que estén en condiciones de pobreza o pobreza extrema, es decir, lo recibirán madres que viven con menos de USD 2,85 o USD 1,61 por día.
Aunque el aumento de USD 50 mensuales al ingreso de las personas que viven en pobreza no les permitirá salir de esa condición, las ayudará a sostener y a evitar que aumente el nivel de pobreza en el Ecuador, cuyas cifras ya son escalofriantes: el 27,7% de los ecuatorianos está en situación de pobreza y el 10,5% vive en condiciones de pobreza extrema, son datos del INEC de diciembre de 2021.
Según estimaciones de la CEPAL las cifras de pobreza de Ecuador podrían agravarse, al igual que en la mayoría de los países de la región, debido a que antes de que cuando apenas nos recuperáramos de los efectos negativos de la pandemia, ahora sufrimos las consecuencias de la guerra entre Rusia y Ucrania.
Efectos que incluyen una desaceleración económica global, una mayor inflación y una lenta recuperación del empleo.
Ante el inminente incremento de la cantidad de personas pobres en Ecuador, el Bono permitirá que las mujeres, y los niños, pasen menos hambre, mas no los librará de ese riesgo, pues la cantidad de comida que pueden comprar con USD 50 no da para salir el mes.
En un estudio realizado para Ecuador en 2021, se estimó que son necesarios USD 110 al mes por persona para tener una alimentación nutritiva, que incluye tres comidas principales y dos refrigerios diarios. Con certeza, en este año ese valor subió.
Sobre este punto, pueden surgir algunas dudas que se relacionan con el destino que las beneficiarias del bono darán al dinero que reciben, si comprarán o no comida.
He leído y he escuchado de todo. Por ejemplo, se especula que las madres gastarán el bono en salones de belleza, que se comprarán ropa o celulares, que armarán fiestas, como si USD 50 fuesen un valor para botar la casa por la ventana.
Parece que estas suposiciones no corresponden a la realidad, pues en una investigación en la que se analizaron los gastos de las beneficiarias del Bono de Desarrollo Humano, se reporta que el dinero se invierte en alimentos, educación y servicios básicos. El 40% de los beneficiarios gasta el bono en alimentación.
También hay estudios realizados para otros países en lo que se investiga el 'marketing social' de los programas de transferencia de renta y, en general, concluyen que cuando los programas tienen un enfoque específico, por ejemplo, mejorar la situación nutricional de los niños, los responsables gastan más en comida, es decir, no 'desvían' el dinero.
Así, el Bono de los 1.000 Días, que está destinado a mujeres embarazadas y a madres de niños menores de dos años que viven en pobreza o extrema pobreza, se convierte en una gran inversión al garantizar que las mujeres y sus hijos pequeños puedan alimentarse.
Una mejor alimentación permitirá que los niños tengan un mejor desarrollo físico y cognitivo, lo cual es fundamental para alcanzar un buen desempeño escolar.
En la columna de la semana pasada hablé sobre la importancia de garantizar el desarrollo cognitivo de los menores de cinco años.
Investigaciones realizadas para analizar el efecto del Bono de Desarrollo Humano sobre el desarrollo cognitivo de los menores, reportan que los niños que viven en la zona rural sí tienen un mejor desarrollo, sobre todo en el área de lenguaje.
Pero no solo eso, el hecho de que las familias sean beneficiarias de un programa de transferencia de renta en Ecuador, también permite que los niños reciban una mejor alimentación, que se refleja en niveles más altos de hemoglobina y más probabilidades de recibir tratamientos antiparasitarios.
En este último punto, se abre una nueva ventana de análisis, la salud, pues para que un bono sea más efectivo, también se debe prestar atención a los cuidados de salud de los beneficiarios. Es clave que asistan a controles médicos para monitorear el embarazo y el crecimiento de los niños.
Para motivar que las mujeres embarazadas y los niños asistan a los controles médicos, el Bono de los 1.000 Días contempla tres desembolsos adicionales.
El primero, de USD 90 será entregado a las madres que asistan al menos a tres controles durante el embarazo y que inscriban a sus hijos recién nacidos en el Registro Civil.
La segunda entrega es de USD 120 cuando el niño cumpla un año, siempre y cuando haya asistido a al menos cuatro controles médicos.
La última entrega, también de USD 120 será pagada cuando el niño cumpla dos años y tenga como mínimo cuatro controles médicos más.
Investigaciones realizadas previamente para Ecuador sugieren que, en el caso de los beneficiarios del Bono de Desarrollo Humano, se reporta un aumento en los controles médicos de los niños y en las visitas para el control del crecimiento.
Además, otro estudio para Ecuador muestra que el Bono habría ayudado a disminuir las cifras de malnutrición y las hospitalizaciones de niños por infecciones respiratorias y diarrea, ambas enfermedades relacionadas con la pobreza.
Invertir en los niños a través de sus madres puede cambiarles la vida en el futuro. Si estos niños que están en la pobreza tienen un adecuado desarrollo físico y cognitivo, para lo cual es imprescindible que estén bien alimentados y tengan atención de salud, en el futuro, si tienen las oportunidades adecuadas, podrán superar a sus padres en estudios y tener un mejor ingreso.
De esta manera, es probable que los niños pobres del presente no transmitan la pobreza a las próximas generaciones, que sean quienes rompan el ciclo y escapen del destino de padres pobres, hijos pobres…
Programas como el Bono de los 1.000 Días pueden cambiar la vida de los más necesitados.
Esta iniciativa del Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES) debe ser apoyada y coordinada con los sectores de salud, educación y obras públicas.