La bofetada de Will: ¿qué habría pasado si…?
Pablo Cuvi es escritor, editor, sociólogo y periodista. Ha publicado numerosos libros sobre historia, política, arte, viajes, literatura y otros temas.
Actualizada:
La ya célebre bofetada que le propinó Will Smith al cómico Chris Rock por una broma de mal gusto sobre su esposa desató en las redes un debate sobre los límites del humor.
Y sobre la prevalencia del machismo, el racismo al revés y la hipocresía del mundo del espectáculo.
Surgen aquí varias contradicciones. Por ejemplo: muchas mujeres están de acuerdo con Will por haber salido en defensa de 'su' dama. Eso significa respaldar al sistema patriarcal porque si Jada se sentía tan ofendida, pudo haberse levantado y abandonado el salón.
También flota sobre este asunto un aire racista. Y no podía ser de otra manera, puesto que el racismo nos impregna a todos, blancos y negros, ricos y pobres. Y la agresión sucedió en un espacio creado y controlado por los blancos: la decadente ceremonia de los Óscar, donde los negros se han sentido siempre discriminados por la Academia.
¿Qué habría pasado si el agresor era blanco? Pues ardía Troya y los suburbios de Los Ángeles. ¿Y si Chris era el blanco, alguien como su colega británico Ricky Gervais, que en los Globos de Oro suelta los chistes más irreverentes e hirientes y se divierte cada vez que un divo pone cara de querer pegarle un puñetazo… que nunca llega?
Ante todo, un blanco no se habría permitido un chiste ofensivo sobre la alopecia de una mujer negra. Pero si algo parecido hubiera ocurrido, Will se lo habría pensado dos veces antes de levantarse a abofetearle. De haberlo hecho, un blanco de su talla le habría respondido físicamente, o le habría demandado por unos USD 10 millones.
Como nadie intervino, Will remató la noche alzando la estatuilla por su caracterización de King Richard, el padre de las famosas tenistas Venus y Serena Williams. Y fue ovacionado por sus pares. Para justificar su atropello, dijo que defendía a su familia tal como lo hacía King Richard.
La comparación es torpe, pues ensalza el método de un padre que impone de manera despótica el plan de vida que ha diseñado para las dos niñas. Pensemos que, por cada campeona, hay un millón de hijas a las que les amargan la vida esos padres narcisistas y abusivos.
Además, el Richard de la vida real era más tóxico y rígido que en la película. En cualquier caso, la actuación de Will Smith es muy buena. Lástima que él mismo haya petardeado su Óscar con una cachetada cargada de estigmas y conjeturas.