Contrapunto
Blomstedt, el director más longevo y su admiración por Bruckner
Periodista y melómano. Ha sido corresponsal internacional, editor de información y editor general de medios de comunicación escritos en Ecuador.
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Parecería que camina rápido, pero sus pasos son cortos, los pies apenas los levanta del piso, se nota el esfuerzo para subir a la pequeña tarima cuadrada y, después de saludar al concertino, mira sonriente hacia el público, regresa hacia la orquesta y comienza a dirigir una obra de Bruckner.
El vienés Anton Bruckner (1824-1896) y el danés Carl Nielsen (1865-1931) son los músicos preferidos de Herbert Blomstedt, de padres suecos y nacido en Estados Unidos en 1927, considerado en la actualidad el más longevo de los directores musicales.
Ya no usa batuta, sus dedos delgados y sus manos transmiten energía, respeto y seguridad a los músicos de la Orquesta NDR de la Filarmónica del Elba, la más prestigiosa de Hamburgo, de la que es titular, aunque suele ser invitado habitual de las más grandes sinfónicas del mundo.
En el ambiente musical algunos se preguntan de dónde nace tanta energía del músico para subirse a los escenarios y estar de pie por lo menos una hora y sin demostrar cansancio; al menos eso es lo que se vio durante una hora al frente de la NDR para dirigir la Sinfonía número 9 -la Grande- de Schubert, en plena pandemia del Covid-19.
Él mismo atribuye su prolongada vida o sus 94 años cumplidos a una dieta rigurosa, una disciplina férrea y a su fidelidad como devoto de la iglesia adventista del Séptimo Día, en la que ninguno de sus miembros trabaja los sábados.
Pero Herbert Blomstedt, cuando le toca dirigir un sábado de descanso religioso, lo hace porque cree que no le demanda mayor esfuerzo, para eso trabajó incansablemente durante toda la semana.
En una entrevista que concedió a la revista especializada en música clásica Codalario.com, con motivo de celebrar 60 años como director, afirmaba que no necesariamente la música tiene que ver con la longevidad.
“Hay grandes músicos muy enfermizos, pero sin duda la música es una gran actividad que no solo mantiene el cerebro activo, sino también el cuerpo”, decía en la extensa entrevista de Pablo Sánchez Quinteiro.
En la misma entrevista resuelve temas recurrentes que están en el centro del debate sobre los mayores compositores de la historia de la música. Nielsen, así como Sibelius y Mahler, integran una tríada de grandes sinfonistas nacidos en la misma época.
Bruckner es 20 o 30 años más antiguo y Shostakovich 40 años posterior. No duda cuando afirma que a Richard Strauss no lo incluye en el trío porque -y recurre a palabras de Mahler- “mi tiempo llegará cuando haya concluido el de Strauss”.
Blomstedt califica a la música de Strauss de “virtuosa y brillante”, orquestada magníficamente y que, en algunos momentos, llega a ser conmovedora. La música de Nielsen puede ser jovial, entretenida, pero siempre es seria.
En la entrevista insiste que la música de Nielsen está mucho más enraizada en la tradición clásica, hasta el punto de que existe “una clara línea que se inicia en Haydn, se continúa en Beethoven, sigue con Brahms y finaliza en Nielsen”.
Esto significa que la línea musical no conduce a Mahler, tampoco a Shostakovich, ni a Sibelius: conduce a Nielsen, que no era una persona religiosa pese a que escribió obras litúrgicas. Cree que la música de Mahler es mucho más religiosa.
En la misma entrevista explica que a Mahler lo revivió Leonard Bernstein por los años sesenta del siglo pasado. Califica al músico vienés como popular porque “todo el mundo lo dirige”.
Blomstedt prefiere ir a contracorriente y cree que Bruckner es un compositor tan importante como Mahler, pero no tan interpretado, por eso “desde siempre he intentado hacer algo por Bruckner”. En su amplio repertorio están las obras de Beethoven, Mendelssohn, Schubert y los nórdicos Nielsen, Edvard Grieg y Jean Sibelius.
Con sus dedos índices apunta el ingreso de los vientos, luego abre sus manos y mediante una sonrisa comunica a sus músicos que los acordes estuvieron perfectos. Los músicos lo respetan, el público lo admira y antes de aplaudir el final, director y asistentes al concierto guardan algunos segundos de silencio antes de que explote la ovación.