Economía y Desarrollo
El bienestar es libertad para decidir qué hacemos con el tiempo
Doctor en Economía, máster en Economía del Desarrollo y en Política Pública. Director general académico de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador.
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La esperanza de vida en el Ecuador es de 77 años. Es decir, 674.520 horas.
¿Qué hacer con ese tiempo? Jugar, amar, descansar, aprender, trabajar. Sin duda, la asignación del tiempo es la decisión más importante que toma una persona.
Se decide todos los días. Hacemos unas cosas dejando de hacer otras. Hacemos compromisos de tiempo a futuro. Las normas sociales nos obligan a dedicar tiempo a ciertas actividades.
El tiempo es un recurso que tenemos todas las personas, supuestamente en igual cantidad, y cuya propiedad no es transferible.
Sin embargo, el tiempo ha sido mercantilizado. Vendemos nuestro tiempo a cambio de un salario.
Lo hacemos porque, en una economía basada en transacciones monetarias, dependemos de un salario para adquirir bienes y servicios.
El costo de consumir un bien o de recibir un servicio es el tiempo que destinamos para conseguir el dinero necesario para pagar el precio de venta.
Vendemos una parte de nuestra vida.
En el mejor de los casos, esperando que la pérdida de ese tiempo nos permita crear condiciones para el disfrute del resto del tiempo que nos quede.
Sin embargo, en la mayor parte de los casos, se vende el tiempo como acto de supervivencia, para poder adquirir alimentos y otros bienes básicos, a riesgo de morir de hambre o por otras vulnerabilidades.
Aquí no queda tiempo libre. Hay que venderlo todo para mantenerse vivo y mantener con vida a quienes dependen de uno.
Se pierde libertad, se esclaviza por vulnerabilidad.
Los roles sociales también condicionan el tiempo de las personas, de las mujeres en especial.
Se las 'obliga' a destinar parte del tiempo al cuidado de otras personas. Ni siquiera hay remuneración, simplemente se predefine una parte de la vida.
Así se pierde libertad y se esclaviza por costumbre y norma social.
El tiempo libre. Libre porque uno decide qué hacer, libre para vivir, se convierte en un privilegio de quienes no sufren vulnerabilidad económica ni imposiciones sociales.
La expansión de bienestar se encuentra en generar la mayor cantidad de tiempo libre para las personas, para que puedan decidir libremente qué ser y qué hacer.
Liberar tiempo, dar libertad a las personas, demanda garantizar el acceso a un nivel mínimo de consumo, de manera independiente de su trabajo o empleo.
La provisión de bienes y servicios públicos, así como la garantía de una renta básica, son necesarios para asegurar la base material indispensable para que las personas sean realmente libres para decidir qué hacer con su tiempo, y para disfrutar el tiempo libre.
Se requiere, además, eliminar los roles sociales que condicionan el tiempo de determinados grupos de personas y dan privilegios a otros; regular los salarios y las jornadas laborales para evitar la explotación del tiempo.