El indiscreto encanto de la política
Joe Biden, Donald Trump y el peor debate posible dejan a la gente furiosa
Catedrático universitario, comunicador y analista político. Máster en Estudios Latinoamericanos por la Universidad de Salamanca.
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Los debates ya no son el cuadrilátero para la refutación de ideas o programas. En una sociedad mediatizada, estos espacios se ocupan para subrayar las personalidades, construir relatos y colocar mensajes clave dirigidos a audiencias muy delimitadas.
El episodio del martes pasado, entre los aspirantes a la Casa Blanca, Donald Trump y Joe Biden, rompió cualquier estándar previo. No se respetaron las reglas y tampoco se cuidaron las formas. Desde el primer minuto, Trump interrumpió a su interlocutor cuantas veces quiso, inyectando ataques personales cargados de etiquetas y estereotipos.
Biden acusó a Trump de ser "el peor presidente de la historia", pero tampoco demostró que pueda ser mejor. Lo calificó de "payaso" y en uno de sus enojos lo mandó a callar bruscamente.
La estrategia de Trump fue bastante clara, llevar a Biden a su territorio, a la riña de callejón, en donde gana el más agresivo. Lo mantuvo ahí durante varios minutos, poniendo a prueba los nervios y la elocuencia del demócrata. El momento más oscuro de la noche fue el incómodo ataque del presidente Trump al hijo de Biden, refiriéndose a su problema de drogas.
Biden replicó: "Mi hijo, como mucha gente, tenía un problema de drogas. Lo superó. Estoy orgulloso de él". Un momento personal poderoso, humano, que sin duda se sintoniza con la realidad de muchas familias estadounidenses.
Mención aparte merece el conductor, Chris Wallace. En ciertos momentos el debate se le fue de las manos; mientras que en otros, innecesariamente cruzó el umbral del moderador objetivo hacia el peligroso terreno del periodista de opinión.
El clima electoral en los Estados Unidos está altamente polarizado y hay poca expectativa de que a través de este debate se hayan captado nuevas voluntades por fuera de los segmentos ya comprometidos.
Las encuestas rápidas (instant polls) en promedio señalan que para la mayoría de los estadounidenses Biden fue el ganador de este primer round; sin embargo, las mismas mediciones indican que el principal sentimiento que dejó el show en los estadounidenses fue de irritación y de enojo.
Los debates son la expresión de la fortaleza de la democracia de un país, y son el vehículo para conocer otras facetas de los candidatos.
Este debate, en síntesis, fue un desastre. Si a pesar de todo esto Trump gana la reelección, no será por mérito propio. Será el resultado de la incapacidad de los demócratas de presentar un candidato medianamente competitivo.