Leyenda Urbana
Biden y Trump debaten y el mundo contiene la respiración
Periodista; becaria de la Fondation Journalistes en Europa. Ha sido corresponsal, Editora Política, Editora General y Subdirectora de Información del Diario HOY. Conduce el programa de radio “Descifrando con Thalía Flores” y es corresponsal del Diario ABC
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Qué pasará con Estados Unidos se preguntan por doquier luego del debate protagonizado por el presidente Joe Biden y el expresidente Donald Trump, el jueves 27 de junio, en Atlanta, y el eco parece responder con otra interrogante: ¿qué sucederá con el mundo?
La repercusión del cara a cara presidencial ha sido de asombro en los cinco continentes, conscientes de que un cambio en la jefatura de la Casa Blanca implicaría un viraje radical de la geopolítica actual, en instantes que la humanidad contempla, con impotencia y dolor, cruentas guerras que se cobran miles de vidas.
Y también por la incertidumbre ante la posibilidad de que el actual presidente pudiese continuar cuatro años más en la oficina Oval, después de comprobar que las sospechas sobre sus condiciones físicas y cognitivas son reales.
El primer debate de las elecciones que serán el 5 de noviembre próximo ha resultado un insospechado episodio político en el que se enfrentaron un presidente retador que, con voz inaudible, mostró en algunos episodios perder el hilo discursivo. Y un exgobernante condenado en un juicio penal, que daba por verdaderos hechos jamás ocurridos.
“Sé que no soy joven. No camino tan fácilmente como solía hacerlo. Pero sé cómo decir la verdad. Sé distinguir entre lo correcto y lo incorrecto. (…). Sé, como millones de americanos, que cuando te derriban, te vuelves a levantar”, dijo el propio Biden, al día siguiente del debate, ante miles de seguidores en Carolina del Norte, admitiendo que su desempeño, en los estudios de CNN, no fue el esperado.
Millones alrededor del mundo (51 millones en Estados Unidos) miraron el debate, sin parpadear, asombrados porque la disputa por dirigir a la primera potencia tuvo como actores a dos personajes que se apuntaban con el dedo acusándose el uno al otro ser el “peor presidente de la historia”.
Esto solo puede ser una triste metáfora del indescifrable momento que vive la humanidad, cuya deriva es imposible anticipar, con líderes ansiosos de expandir sus dominios y poder, y por los inusitados resultados electorales que se producen en diferentes partes del planeta.
Que una nación como Estados Unidos, con raíces democráticas profundas, sustentadas en el vigor de los partidos políticos, muestre un desenfoque sobre su devenir es sobrecogedor.
En el caso del partido Demócrata, inadmitir el deterioro de su líder y presidente, quien es poseedor de una extraordinaria carrera de décadas de servicio no tiene justificación alguna, ya que solo una parte de su militancia lo reconoce; mientras que expertos, académicos y medios de comunicación de referencia lo hacen sin reservas.
Tampoco tiene explicación valedera que el partido Republicano se haya decidido por quien fuera declarado culpable en un juicio penal -aunque la Corte Suprema le acaba de conceder inmunidad parcial en el caso de asalto al Capitolio- mientras dejó en el camino a connotadas figuras.
A pocas semanas de que se oficialicen las candidaturas (ocurrirá a mediados de agosto) pocos creen saber qué decidirá el partido Demócrata, porque altos dirigentes y el expresidente Obama defienden la candidatura de Biden, arguyendo que “no puede ser relevado sólo por un mal debate”.
No piensa lo mismo el consejo editorial del influyente New York Times que en un editorial llamó a que Biden abandone la carrera por la Casa Blanca, aduciendo que “no es el hombre que era hace cuatro años”, a la vez que criticó su justificación para postularse, diciendo que era una “apuesta imprudente”.
El diario fue tajante al señalar que no había razón para que el partido arriesgue la estabilidad y la seguridad del país obligando a los votantes a elegir entre las deficiencias de Trump y las de Biden.
Cómo habrá sido de evidente lo ocurrido en el debate que, dos días después, Donald Trump aseguró a sus simpatizantes que “el problema de Biden son sus políticas, no su edad”.
Entre rumores y comentarios, Washington bulle estos días luego de que la palabra pánico se posicionara como el efecto de lo visto en las pantallas.
Pánico también han repetido distintos medios europeos, donde los aliados de la OTAN cruzan los dedos, porque de ganar Trump la realidad actual cambiaria y la guerra por la invasión rusa a Ucrania tendría una deriva impredecible.
En Rusia, los medios estatales usaron el sarcasmo para comentar el cara a cara, pero el portavoz del Kremlin restó importancia al debate y dijo que el presidente Putin no lo vio “ya que no está en la lista de los principales temas de agenda”.
Paradójicamente, ese comentario da la medida de lo que está en juego en las elecciones del 5 de noviembre, aunque a la fecha no hay certeza de quiénes lo protagonizarán, pero sí se sabe repercutirá en todo el mundo.
Si lograran persuadir a Biden de retirarse, elegir su reemplazo será otro drama para los demócratas, ya que en la lista que encabeza la vicepresidenta, Kamala Harris, están también el gobernador de California, Gavin Newson; la gobernadora de Michigan, Gretchen Whitmer; el gobernador de Pensilvania, Josh Shapiro; el gobernador de Illinois, JB Pritzker, y la ex primera dama Michelle Obama.
Para Ecuador, la elección de Estados Unidos es trascendente no solo por la larga amistad y estrecha relación en materia económica y la colaboración en áreas como la seguridad y el combate al narcotráfico, sino porque es fuente de cuantiosos ingresos, por las remesas de los migrantes.
En 2023, los migrantes enviaron USD 5.447 millones, 14,8% más que en 2022. Un récord histórico que representa nada menos que 4,6% del PIB del país. El 71,2% provino de Estados Unidos
Y ¿qué piensan Biden y Trump de la migración?
Eso lo saben todos en todas partes, más aún después de un debate que ha hecho que el mundo contenga la respiración.