Efecto Mariposa
Una Biblioteca Humana de seres invisibles en Quito
Profesora e Investigadora del Departamento de Economía Cuantitativa de la Escuela Politécnica Nacional EPN. Doctora en Economía. Investiga sobre temas relacionados con pobreza y desigualdad.
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Las Bibliotecas Humanas fueron creadas en el año 2000 en Copenhague, por los jóvenes daneses Ronni Abergel, Dany Abergel, Christoffer Erichsen y Asma Mouna, inspirados en el lema "no juzgues un libro por su cubierta, no juzgues a una persona por su aspecto".
Así, propusieron un espacio para que las personas se liberen de prejuicios a través del diálogo.
El lema es utilizado para destacar la importancia de mirar más allá de las apariencias o de las ideas preconcebidas sobre los demás, y es una invitación a que las personas procuren tener una convivencia respetuosa, empática y tolerante para construir sociedades más justas e inclusivas.
La dinámica de las Bibliotecas Humanas es muy simple: en lugar de tomar prestado un libro, se escoge a una persona, quien, a través del relato de sus historias, se convierte en un libro; y quienes la escuchan, son sus lectores.
Los libros, es decir, las personas que hablan, han sufrido prejuicios, exclusión social o estigmas y responden a las preguntas de los lectores para que quienes los señalan como los 'malos de la película', les pierdan el miedo y sepan que son humanos, con defectos, con virtudes, con sueños, con sentimientos y aspiraciones.
El fin de semana pasado asistí a una Biblioteca Humana de Seres Invisibles en Quito; fue mi primera experiencia. Al principio, me cuestioné sobre lo arriesgado que podría ser exponer a las personas en una estantería al alcance de cualquiera.
A pesar del reclamo, acepté la invitación y fui con la mente abierta, aunque nunca dejé de sentirme nerviosa.
Al llegar a la Biblioteca encontré tres libros: un docente universitario, una futbolista y una artista y periodista.
Hasta ahí, nada extraño, son personas con profesiones, como cualquier otra; pero, para ser libros, debían tener alguna característica que los hiciera 'diferentes'. Y sí, los tres libros son personas afroecuatorianas.
El primer libro, el profesor, es un hombre esmeraldeño que inspira temor a los transeúntes cuando camina por la calle.
Las personas esconden su cartera cuando este profesor universitario pasa a su lado. Es una práctica que se repite y él no se acostumbra, no entiende por qué le huyen.
Además, sufre por Esmeraldas, su tierra natal, porque asegura que las organizaciones criminales son las niñeras de los niños esmeraldeños y, desde temprana edad, los están adiestrando para que, a cambio de un plato de comida, sean criminales de fama.
La futbolista relata que, como una forma de desalmarla, recibe insultos racistas en los partidos de fútbol. Aunque dice que no le importa, reconoce que sí le duele oír cuando la comparan con aquellos mamíferos que se alimentan con bananos.
La última, una artista, periodista y gestora cultural, es invisibilizada de su etnia, pues una mujer con profesiones glamurosas no parece negra. Ella también sufre el 'racismo' de los afroecuatorianos, pues como no la ven cercana la desacreditan para hablar en su nombre.
Los tres contaban sus historias con naturalidad, al mismo tiempo que dejaban ver su impotencia, pues son siglos de la misma historia y las cosas no cambian. Hay racismo y las prácticas arcaicas se repiten.
Contaban sus historias con naturalidad, al mismo tiempo que dejaban ver su impotencia.
Y esa fue la razón por la que aceptaron ser colocados como libros de una biblioteca, y tuvieron el coraje de hablar sobre su cotidianidad.
Las tres personas afroecuatorianas aceptaron correr el riesgo de exponer sus historias más íntimas y personales a desconocidos, para ayudar a erradicar la ignorancia y la crueldad en Ecuador.
Cuando hablo de crueldad no exagero, como prueba de esto, compartiré una anécdota. Para acceder a la Biblioteca Humana, a la que hago mención en esta columna, había que responder algunas preguntas relacionadas con la motivación para participar. En verdad, esto era un filtro para identificar a cualquier persona 'desadaptada'.
Y ese 'desadaptado' apareció, haciendo gala de una naturaleza descomunalmente rústica respondió que su motivación era recolectar información para su zoológico.
Ese relato no necesita mayor explicación. Esa expresión zafia justifica que es necesario que, en un país que dizque es intercultural y diverso, se hagan eventos para demostrar que los afroecuatorianos somos seres humanos iguales a cualquier otro,.
Al final, cuando la piel se descomponga y los niveles de melanina se degraden, también nos convertiremos en polvo gris.