Canal cero
Pichincha, más que una batalla
Doctor en Historia de la Universidad de Oxford y en Educación de la PUCE. Rector fundador y ahora profesor de la Universidad Andina Simón Bolívar Sede Ecuador. Presidente del Colegio de América sede Latinoamericana.
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Para los habitantes de Buenos Aires, “pichincha” es una ganga, una mercadería barata que se consigue en la calle del mismo nombre. Desde luego, muy pocos saben que esa concurrida vía comercial porteña se llama así en honor de la batalla librada en el monte sobre el que se asienta Quito, un 24 de mayo de 1822.
Pero, la verdad sea dicha, pocos latinoamericanos, inclusive pocos ecuatorianos conocen que, además de una gran batalla que marcó la Independencia de nuestro país, Pichincha es un nombre que representa un hito importante en la historia de toda Latinoamérica.
El Pichincha es un volcán que se levanta en la gran cadena de los Andes. En sus faldas orientales se asentaba la población indígena de Quitu. Allí establecieron los españoles el Quito colonial, cabeza de la Real Audiencia y un importante centro de desarrollo del arte y la cultura de América Española.
El Pichincha ha sido por siglos el monte tutelar de Quito, muy vinculado a su historia. Allí se descubrió una estatua venerada por los indígenas que se convirtió en la Virgen de Mercedes, generalísima de los ejércitos del Ecuador. Allí se halló una cantera de piedra con la que construyó buena parte del centro histórico de la ciudad. Las fumarolas de su cráter fueron estudiadas por varios sabios que visitaron el país. Justamente cuando los españoles trataron de defender la ciudad, ese 24 de mayo, fueron derrotados.
Pero el volcán ha sido también una amenaza. Como está activo, de tiempo en tiempo lanza toneladas de ceniza que se elevan al cielo y cubren los alrededores. Varias veces ha erupcionado, causando terremotos y lluvias de lava incandescente. A inicios del siglo XIX, Quito y el volcán Pichincha hicieron mucha historia.
Cuando en medio del caos europeo causado por las guerras napoleónicas, el emperador francés invadió España, los criollos americanos vieron el momento para establecer gobiernos que se declararon leales al rey español, pero integrados por ellos y desplazando a la burocracia colonial. Quito fue una de las primeras ciudades que se declaró autónoma, el 10 de agosto de 1809.
La vida autónoma de la junta quiteña de gobierno duró poco. Sus fuerzas militares fueron vencidas por las tropas españolas en unos meses. Un año después, el 2 de agosto de 1810, los líderes de la revuelta, que estaban presos, fueron masacrados en un cuartel de la capital por tropas peruanas leales a la autoridad española. Una nueva junta de gobierno fue derrotada en 1812 y la jurisdicción de la Audiencia volvió al dominio colonial.
En 1820, volvió a encenderse la llama independentista. La ciudad de Guayaquil proclamó su independencia el 9 de octubre de ese año. Cuenca, Azogues y otras ciudades también la declararon. Pero los guayaquileños también comprobaron que no podían mantenerse solos.
Realizaron acciones militares contra la Sierra, pero fracasaron. Buscaron por ello el apoyo de Simón Bolívar, presidente de la República de Colombia, formada en medio de la lucha, por Venezuela y Nueva Granada. Con la ayuda de Bolívar se logró la independencia de lo que hoy es Ecuador. Pero eso no fue fácil.