Columnista invitado
¿Basurero de China?
Exministro de Producción, PhD en Management con énfasis en Competitividad de Lancaster University Management School. Expresidente Ejecutivo de la Asociación de Bancos Privados del Ecuador. Es profesor del área de Entorno Económico de IDE – Business School
Actualizada:
- China es un país altamente contaminado, nos van a llenar de desechos y basura si firmamos el TLC.
- No hay nada en el TLC que incentive eso, nuestra constitución y leyes prohíben importar basura y materias peligrosas.
- Ya se está importando la partida 3915 que es de basura plástica.
- La partida 3915 de “desechos plásticos” se importaba de forma legal y controlada, tal como lo permite el Código Ambiental. Pero ¿de dónde venía esa partida?
- De Estados Unidos.
- Ah! Y ¿qué tiene que ver eso con el TLC de China?
- Que las empresas ya importan esa partida 3915, ahora de USA y con el TLC lo podrían hacer desde China.
- En la actualidad, ya no se puede importar esa partida porque desde octubre 2022 se prohibió por el COMEX y con eso bajaron a casi cero las importaciones.
- Entonces, ¿por qué aparece la partida 3915 todavía en el TLC con China?
- Porque el listado arancelario en el mundo, es como un diccionario que contiene todas las partidas. En Ecuador y en otros países aparece esa partida, pero no significa que las leyes permitan su comercialización. Esa partida 3915, ya está desde hace muchos años con arancel 0%, no se lo ha cambiado en este TLC con China.
- Es que el problema no esa partida, sino todas las otras, y las empresas cambiarán de partida para seguir importando.
- Eso está prohibido por la ley y sería un intento de defraudación aduanera, es decir, un delito. Pero el argumento era la partida 3915 y hemos demostrado que esa materia prima no venía de China y que desde el año pasado ya no se registran importaciones de ningún país.
- Es que no podemos aceptar un TLC firmado por el gobierno pasado. Nos van a convertir en un basurero.
- ¡…!
Esta conversación es un resumen real de los debates que se han generado en torno al TLC entre China y Ecuador, ejemplifica el nivel de argumentos que vaticinan un serio perjuicio ambiental para nuestro país si se firma este acuerdo comercial.
Comencemos por decir que todos, absolutamente todos, debemos estar preocupados por la conservación y el futuro ambiental de Ecuador. Este no es solo un deber o una batalla de los grupos ambientalistas, sino de toda la sociedad, las empresas, el Gobierno y el Estado. Como no podía ser de otra forma, esta visión es la que se consideró al negociar el texto del TLC con China. Lo comercial y económico, no está por encima de lo ambiental. El texto del TLC ratifica de forma explícita que ninguna acción que se tome para incentivar el comercio y la inversión, estará sobre la ley y norma ambiental, esta última prevalece.
Entonces, ¿por qué han surgido en las últimas dos semanas cuestionamientos ambientales al TLC con China?
Al principio pensé que se trataban de preguntas absolutamente válidas, que merecían una respuesta y aclaración, por ello decidí dar mis primeras entrevistas sobre este tema desde que dejé de ser ministro de comercio exterior, hace casi 8 meses. Aclarar lo que dice el texto y cómo se negoció sigue siendo una responsabilidad y compromiso que debo honrar al ser exministro. Sin embargo, muy pronto me di cuenta de que los argumentos estaban cayendo en el campo de la especulación y la politización, creando una narrativa falsa, que revestida de un supuesto respaldo académico y científico, se fue tomando algunas redes sociales.
Oponerse al TLC con China es legítimo y hasta comprensible de parte de ciertos grupos. Lo que no lo es, es torcer la verdad, malinterpretar lo negociado o mentir abiertamente con inventiva digna de los cuentos de ficción, no de la ciencia.
La supuesta importación de basura, se ha convertido en el caballo de batalla de quienes se oponen a este acuerdo comercial. ¿Nos invadirá china con basura si aprobamos este TLC? Por supuesto que no. La falacia nace del uso (inteligente y malintencionado a la vez) de la palabra “basura” para referirse “a los desechos, residuos y chatarra” que se pueden importar legalmente, pero con varias condiciones y licencias previas, tal como lo dice explícitamente el Código del Ambiente (COA) de 2017.
Nadie se quejó en estos 6 años, ni los asambleístas correístas, de esa ley. ¿Por qué ahora?
De todas formas, las leyes y los estudios científicos (los de verdad) van avanzando, y por eso se encontró que los plásticos de un solo uso pueden ser nocivos para el ambiente. Así, en 2021, se aprobó la ley del mismo nombre, que prohíbe y/o restringe la fabricación y comercialización de ciertos productos. Y con base en esa ley, e informes técnicos, el COMEX en septiembre 2022 resuelve prohibir la importación libre de la partida 3915 “desechos plásticos”, con lo que el efecto, de un año a otro, fue la casi desaparición de la importación industrial de esa partida. Y no se está importando ese mismo producto bajo otra partida.
Los estudios, las cifras, y ahora la opinión pública global, apuntan a que China tiene un mal manejo de sus procesos ambientales. Esto es un hecho. Lo que la narrativa anti-TLC está haciendo es llenar sus argumentos de estadísticas -reales- de casos de contaminación interna en la China, y estirar el argumento hasta decir que si esto pasa allá, lo mismo va a pasar en Ecuador. Una bien armada falacia.
Por supuesto, el TLC negociado no tiene nada que ver con las condiciones internas en China. Que Ecuador les compre más tractores, insumos, textiles, lámparas, semillas, bombas hidráulicas, etc, ¿cómo hace que nos convirtamos en un basurero? El problema ambiental de China ni mejora, ni empeora con el TLC. Ese no es el objetivo de este acuerdo, para eso hay muchos otros acuerdos globales más amplios y efectivos.
¿Si nos negamos a negociar este acuerdo comercial, mañana el mundo, y Ecuador, serán más impolutos, menos contaminados?
La respuesta es evidentemente no, y la vía para lograr esas mejoras ambientales no es un TLC, porque este es un instrumento puramente comercial.
Por otro lado, si la Asamblea Nacional ratifica este TLC, ganamos acceso inmediato al mayor mercado de consumo del mundo con preferencias imposibles de conseguir sin una negociación como la realizada. Ganamos acceso a materias primas, herramientas y bienes de consumo y tecnología de muy buena calidad a mejores precios (más de 4.400 productos ingresarán con 0% de inmediato), todo esto mientras protegemos a la industria sensible con 820 partidas excluidas, y plazos de hasta 20 años para más de 1080 partidas.
Las ventajas del TLC con China no son una quimera, son reales, cuantificables e incluso evidentes a simple vista, cuando vemos como un solo producto nuestro -el camarón- en pocos años, y sin TLC, se convirtió en el rey de ese mercado, y logró un hito gigante al lograr superar el año pasado al petróleo como principal producto de exportación. La pitahaya, quinua, banano, chocolate, arándano, estevia, los snacks, elaborados de frutas, e incluso los elaborados cárnicos y productos lácteos, así como cientos de otros, podrían seguir el ejemplo del camarón, pero ahora con 0% de arancel.
Negar esta oportunidad real e inmediata a decenas de miles de productores y millones de consumidores ecuatorianos, con un argumento que no resiste el más mínimo análisis, es bastante mezquino, aún peor si el argumento es que este fue negociado por un gobierno que no es políticamente de su agrado.
Si así fuera, el Ecuador no hubiese firmado ninguno de los acuerdos comerciales que ahora benefician a miles de industrias y consumidores del Ecuador. Y, sin embargo, seguimos siendo uno de los países con menor nivel de cobertura de preferencias arancelarias para nuestros productos. Tenemos excelentes productos, que compiten en condiciones desiguales con nuestros vecinos en nuestros principales mercados.
El problema no es “qué” producimos, sino “cómo” lo producimos. Aquí no hay un problema del huevo y la gallina, no podemos seguir esperando a ganar competitividad interna para después abrirnos, y seguir debatiendo “qué” viene primero. Esa receta de industrialización forzada, fracasó en los años 60 y 70, y sigue fracasando ahora. Dejemos de cazar quimeras, inventarnos enemigos, y autosabotearnos. Aprovechemos las pocas oportunidades, cuando tocan a la puerta, que tenemos como país de ganar competitividad para nuestras industrias.
La oportunidad no llama dos veces, ya nos pasó hace 20 años con el otro TLC que también fue saboteado, coincidentemente con argumentos y personajes similares.