De la Vida Real
Y aparecen los barriles de libros en Puembo
Es periodista y comunicadora. Durante más de 10 años se ha dedicado a ser esposa y mamá a tiempo completo, experiencia de donde toma el material para sus historias. Dirige Ediciones El Nido.
Actualizada:
Mientras el mundo está semi paralizado por el Mundial de Fútbol y las noticias pasan a segundo plano, hay cosas muy interesantes que suceden en la quietud de nuestros pueblos.
Son cosas que transforman la sociedad o, al menos, significan un gran paso para la transformación.
Todos gritan ¡Gol!, y mi teléfono suena. Es mi tía que me pregunta si tengo libros que pueda donar. Ella sabe de mi pasión por los libros, no solo porque los leo, sino porque amo las portadas, las contraportadas, descubrir si están cosidos o pegados y el olor que tiene cada uno.
Ella sabe que los libros para mí son mucho más que una historia, sabe que hay un trabajo de diseño que contemplo, un tipo de letra que critico o alabo, según mi punto de vista. Comprende que yo leo también desde otro ángulo.
Mientras todos ven el fútbol, yo camino por el jardín oyendo su nuevo proyecto, porque la tía es así: imparable y dinámica.
Ella ve la labor social también desde otro ángulo, desde la educación. Siempre que puede ayudar para educar, ahí está, sonriendo con los ojos y acogiendo a quien lo necesite. Es educadora Montessori de corazón y de formación.
La tía, con tono de voz académica, pausada, pero concreta, me explica su nuevo proyecto. Yo, sin zapatos, y sintiendo las primeras gotas de lluvia, me sumerjo en la historia. Dice que, en Puembo, en el parque central, hay una biblioteca que funciona en una casa antigua, y que a la gente del sector le encanta ir:
-Los usuarios han entendido cómo funciona. Van, leen un libro y luego lo devuelven. Además, es un espacio muy bonito y seguro para los niños.
De esta idea, de la biblioteca central, a la tía y a sus amigas se les ocurrió armar unas minibibliotecas, distribuidas en algunos barrios de Puembo, para que la gente tenga acceso a los libros de una forma práctica y fácil.
Ante mis preguntas, la tía me aclara que este es un plan piloto de observación para ver cómo toma esta iniciativa la gente de los barrios. Me adelanta que han estado trabajando con los presidentes de la Junta barrial.
Me pide que abra el WhatsApp y me manda una foto de cómo son estas bibliotecas. A simple vista no entiendo, porque solo están unos tachos grandes de metal rojo y con puertas blancas.
-Son barriles que nos donó el gobierno autónomo descentralizado de Puembo. Y que luego trabajó un profesional del metal, que entendió perfectamente lo que necesitábamos. También pusimos mensajes para que la gente sepa de qué se trata: que tome un libro, lo lea y lo devuelva. -Me dice la tía-.
La idea me parece excelente, pero poner cualquier libro que done la gente es cuestionable, porque debe haber un criterio, un orden y un control de calidad. A una persona un libro le atrapa por la vista, el tacto, el color, el título y la textura.
Sigo caminando sin saber cómo tocar este tema tan sensible –sin sonar arrogante– pero la tía enseguida me cuenta la minuciosa selección que han hecho con un grupo de personas expertas en literatura, para saber qué libro poner en cada una de las minibibliotecas.
Buscan que exista variedad de libros, y sobre todo, que resalte la calidad de cada ejemplar.
Me aclara que no es un depósito de libros que alguna gente ya no usa, sino que es algo súper bien organizado:
-Valen, tomamos tan en serio este proyecto, que incluso hemos comprado libros. Queremos que haya revistas, literatura infantil, literatura para jóvenes, novelas, historia, recetarios, libros de manualidades, o sea, variedad garantizada. Por lo pronto, vamos a colocarlos en cinco barrios de Puembo.
El aguacero llega en el momento exacto en que la tía me explica que el objetivo central de este proyecto es fomentar el amor por la lectura, la solidaridad, la responsabilidad de leer y devolver el libro y, obviamente, el respeto por lo común.
La tía, junto a un trueno que cae cerquita, me confiesa que está muy ilusionada con este proyecto, pero que también tiene incertidumbre de ver cómo reaccionarán las personas:
-Valen, esto es igualito a un partido de fútbol. Ya nos lanzamos a la cancha previo al entrenamiento del equipo. Ahora, solo falta ver cómo reaccionará el público ante una buena jugada.
Entro empapada a la casa y selecciono más de 20 libros en perfecto estado para donar. Veo cada uno, lo limpio, lo contemplo y lo guardo en una caja para que otras personas lo descubran y lo disfruten a su manera.