El Implacable VAR
¿Quién podrá salvar al fútbol de Guayaquil de su ocaso?
Periodista, comunicador, escritor y docente. Comenta y escribe de fútbol desde hace 25 años.
Actualizada:
El horripilante clásico del Astillero de este 12 de noviembre puede ser el símbolo de todo lo mal que está el fútbol de Guayaquil, antiguo motor del balompié de Ecuador que ahora luce frustrado, superado y estancado.
De entrada, haber jugado a menos de 24 horas de que produjera un ataque armado en la calle del estadio Capwell representa lo absolutamente alteradas que están las prioridades en esa ciudad. Solo faltó que el partido se denominara 'Clásico del Revólver'.
Recuerda mucho a aquel partido que se jugó, pese a que el Covid-19 acechaba por el Puerto Principal, en 2019. No aprendemos.
El ataque en el barrio del Capwell, que dejó dos muertos y algunos heridos, fue el preámbulo de un ambiente de violencia que no cesó el día del partido. El bus de Barcelona fue apedreado. Hinchas de Emelec causaron disturbios y se lanzó gas lacrimógeno para calmarlos.
Además, policías tomaron del pescuezo a algunos aficionados malandrines y los sacaron del estadio. Pero los uniformados no pudieron detener a quienes arrojaron objetos a la cancha.
Si a esto le sumamos que el partido fue baja calidad y que el resultado solo confirma el mal momento deportivo de los planteles del Astillero, tenemos la representación completa de una jornada olvidable.
El problema es que no se trata solo de una mala tarde y ya. Es el síntoma de una paulatina descomposición del fútbol de Guayaquil, que hace rato dejó de ser el referente a seguir para los clubes del país.
Lo peor es que no hay salida a corto plazo, o no se la vislumbra. Hay urgencias en Barcelona SC y Emelec, desesperación por ganar, desesperación por lucirse en las Copas, por vender jugadores que no regresen carísimos y devastados por la presión, y por ser el proveedor principal de la Tricolor.
Pero los dirigentes de Guayaquil se niegan a entender que un proceso como el de Independiente del Valle o Liga de Quito necesita de una década de trabajo sistemático y enfocado en crear una estructura, no una pasión.
Los capitalinos son totalmente leales al plan, al proyecto, aunque se coman descensos o experimenten retrocesos.
¿Quién podrá salvar al fútbol de Guayaquil de su ocaso? No hay respuesta. Sí podemos saber, sin embargo, que esos salvadores no saldrán del bucaramismo ni de populismo. Tampoco, de grupos responsables de fraudes como el de Byron Castillo o de que se siga usando a los clubes como plataforma electoral.
Ellos son los sepultureros, solo que no se atreven a verse al espejo.