El Chef de la Política
Incoherencias presidenciales
Politólogo, investigador de FLACSO Ecuador, analista político y Director de la Asociación Ecuatoriana de Ciencia Política (Aecip).
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Cada vez resulta más difícil entender la agenda política del gobierno. El lunes, se dice que se buscará tender puentes con la Asamblea Nacional en aras de precautelar la institucionalidad del país.
El miércoles, el Presidente Lasso se niega a asistir a una comisión legislativa, compuesta por las principales fuerzas de oposición, que lo requiere para que informe sobre el caso 'Pandora Papers'.
El viernes, el discurso oficial es que se espera apoyo de las distintas bancadas, incluidas las que no fueron atendidas en la Asamblea Nacional, de cara a la aprobación de los proyectos de ley insignia del gobierno, que dicho sea de paso estamos a punto de cumplir un mes desde la devolución por parte del CAL y aún no sabemos cuándo se los volverá a enviar.
Este ir y venir de contradicciones ha sido explicado por algunos como un problema de comunicación, frente al que la designación reciente de Carlos Jijón buscaría dar una salida.
Para otros, se trata de la exteriorización de las tensiones intergrupos existentes en Carondelet.
Una tercera lectura, que va tomando forma con el paso del tiempo, es que no hay un plan de gobierno delineado y que para las pocas ideas claras que existen sobre la mesa hay escasos actores con capacidad y experiencia para la toma de decisiones.
En el caso 'Pandora Papers' la obligación del Presidente Lasso era acudir a la comisión que la Asamblea Nacional designó para conocer del tema. No se trata de cuestiones legales sino de asuntos de orden político.
La legislatura es el primer Poder del Estado y, como tal, el presidente debe someterse a ella. Punto. Este presidente o cualquier otro. No hay mayor espacio para la discusión.
El hecho de que la actual Asamblea Nacional se encuentre deslegitimada por la pobreza intelectual de muchos de sus integrantes o por la galopante presencia de mequetrefes más preocupados de cuánto pueden llevar a sus cuentas bancarias, es otra cosa.
No hay que mezclar a las personas con las instituciones. En una forma de gobierno presidencial la legitimidad popular está en el Jefe de Estado, desde luego, pero también en los asambleístas.
Uno y otros están donde están por decisión ciudadana y eso hay que respetarlo, nos guste o no.
Si de números se trata, aunque no es lo de fondo, los sufragios del Presidente Lasso en primera vuelta fueron un millón ochocientos mil, aproximadamente, mientras que los de UNES superaron los dos millones y medio, si se considera la votación de asambleístas nacionales. Pachakutik alcanzó un millón trescientos mil votos en esa misma papeleta.
Las cifras hablan solas y, por tanto, tampoco desde este punto de vista hay mayor espacio para la discusión.
Si bien es comprensible el temor que podía tener el Presidente Lasso a enfrentar un escenario complicado en su comparecencia ante la comisión legislativa, en la que seguramente se iba a dar un 'cargamontón' de acusaciones y conjeturas en su contra, poner el pecho ante esas balas era su responsabilidad.
Ahí había que tomar partido por una de dos opciones. La primera, pasar un mal rato y a la vez cerrar ese espacio de discusión, pues los triunviros finalmente olfatearon que por ahí no está la oportunidad de sacarse del medio al Presidente.
De esa forma el mensaje del encuentro y la buena vibra frente a la Asamblea Nacional adquiría consistencia.
La segunda opción, la finalmente asumida, era encrespar los ánimos de la comisión y sus bancadas, mantener latente en la discusión nacional el caso 'Pandora Papers' y otorgar un argumento más a la oposición, empeñada en rearticularse alrededor de alguna temática específica.
A la par, mantener en el aire el tema 'Pandora Papers' deja espacio para que las dudas se puedan sembrar en un sector de la población.
En definitiva, pésimo antecedente ha sentado el Presidente Lasso con su actitud frente a la Asamblea Nacional. Mañana cualquier servidor del Estado o ciudadano de a pie podrá decir que tal o cual decisión o petitorio de una institución pública no lo acata porque sus funcionarios son incompetentes o corruptos.
Ojalá la llegada de un nuevo colaborador en el campo comunicacional ayude al gobierno a centrar sus posiciones, volverse más cuidadoso de las formas y sobre todo respetuoso de la estructura institucional que rige en los gobiernos presidencialistas.
En dicho esquema, el Legislativo está por encima del Ejecutivo y cuando los integrantes del primer Poder del Estado le piden al Presidente comparecer ante el Pleno o ante alguna comisión este tiene la obligación, no la facultad, de acatar esa disposición. No hay espacio para interpretaciones ni evasivas.
Sólo en las dictaduras el jefe supremo actúa por sobre todo y sobre todos. El país asume que esa no es la concepción de la vida política que tiene en el radar el Presidente Lasso. Si esto es así entonces hay que dar muestras de respeto a la institucionalidad del Estado.