Matrix política
El ajedrez político de la Asamblea Nacional
Consultor Político con 20 años de experiencia en campañas electorales, comunicación de Gobierno y gestión y management de la crisis. Catedrático universitario y conferencista en varios países de América Latina y en España.
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Si pensamos en el Poder Legislativo de una República como el escenario en donde se debaten, se parlan, se acuerdan, se pactan todas las legítimas aspiraciones de unos ciudadanos que, por votación universal, han elegido a sus representantes, entonces deberíamos pensar que esta actuará acorde a lo que esos ciudadanos han pedido de sus representantes.
Eso es un mundo ideal. En Ecuador, en donde nada, absolutamente nada, es ideal, tenemos unos asambleístas que, normalmente, apenas se posesionan, buscan no defender los intereses ciudadanos, sino defender intereses particulares y de los líderes a quienes representan. Siempre también con varias y honrosas excepciones de hombres y mujeres que cumplen el mandato popular con sentido de país, con transparencia y pulcritud en sus actos.
Lastimosamente, cada vez son menos. Si no, recordemos que aquí nomás a la vuelta, tenemos el ejemplo de la Asamblea pasada que se fue a su casa con un 96% de rechazo del pueblo ecuatoriano. Aunque algunos, sin una gota de sangre en la cara, volvieron orondos y sacando pecho de que así lo hacían. Cada vez más pobre la representación en ese poder del Estado.
Trataremos aquí entonces de diseccionar la agenda (legítima, pues son, cada uno de los bloques, y nos guste o no, representantes elegidos por votación popular) de las diferentes bancadas. Alguna explícita, alguna no tan transparente de momento, pero que se puede colegir por sus actos y por sus obras.
Arranquemos con el bloque más numeroso, la RC5: ¿ha escuchado usted, amable lector, alguna propuesta de alguno de los asambleístas del grupo más numeroso de la Asamblea en términos de seguridad, salud, reactivación económica? ¿No? Bueno, yo tampoco y es por algo evidente: su agenda es absolutamente política; a través de intentar bajarse a la Fiscal, dar amnistías a sus coidearios, fiscalizar a la carta, busca como fin último el único objetivo para el que existe: la vuelta del caudillo.
Sigamos con el PSC: un partido que luego de ser una potencia nacional, se transformó poco a poco, mediante un proceso de decadencia, en un movimiento local y que hoy, luego de que perdiera alcaldía y prefectura de su bastión electoral (Guayas y Guayaquil) ha podido sobrevivir al vendaval gracias a ser un vehículo político y al arrastre de un outsider que estuvo muy cerca de la segunda vuelta llamado Jan Tópic. Hoy, el PSC, necesita recuperar peso político y captar la presidencia de la Asamblea con Henry Kronfle, seguro lo volverá a poner en la palestra por sus acciones y por sus omisiones que veremos aquí a la vuelta de la esquina.
ADN: el bloque oficialista, siendo coherente con el pragmatismo del Presidente Daniel Noboa, ha captado las comisiones legislativas que llevan los proyectos de carácter económico. ¿Por qué? Pues me resulta bastante sencillo: porque para que Noboa pueda cumplir con sus promesas de campaña, sus planes y programas y las necesidades del pueblo ecuatoriano, necesita recursos. Mucho más después de escuchar las cifras de una caja fiscal calamitosa retratada por el nuevo Ministro de Economía, Juan Carlos Vega, en cadena nacional. Todo ello apoyado en una joven y brillante asambleísta que dirige ese bloque: Valentina Centeno.
Construye: que ha arrancado con dos acciones descollantes, una reforma a la Constitución para traer de nuevo una aspiración que se vio trunca en la Consulta Popular de febrero pasado: la extradición de los narcos. A eso hay que sumar el pedido de juicio político al tan venido a menos Consejo de la Judicatura, que no sólo ha tenido actos bochornosos y sospechosos, sino que además presupondría una agenda propia en el tema de la renovación de los jueces.
El tiempo pondrá cada agenda y a cada asambleísta en su lugar: a unos les premiará con el reconocimiento y cariño de sus electores y a otros la historia les condenará por donde caminen. Que ese 96% sea solo un mal recuerdo.