El Implacable VAR
El arquero Hernán Galíndez es un ejemplo de resiliencia
Periodista, comunicador, escritor y docente. Comenta y escribe de fútbol desde hace 25 años.
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Los ejemplos de resiliencia son típicos en el fútbol. El de Hernán Galíndez, arquero del sorprendente Aucas y de la Selección ecuatoriana, merece estar en el top ten de las historias de aquellos que superaron una mala racha para salir airosos, con el puño arriba mientras suena 'Charriots of Fire', el inmortal himno de Vangelis.
¿Mala racha? Lo de Galíndez fue más que un pésimo momento. A mitad de año no jugaba en Universidad de Chile, su familia se sentía amenazada en Santiago y la prensa ecuatoriana empezaba a descartar al guardameta de la nómina mundialista.
Tuvo mucho que ver el mal ambiente generado en Chile por el caso Byron Castillo, aunque de todos modos el DT Santiago Escobar, quien contrató a Galíndez, fracasó en el Romántico Viajero y esa sombra alcanzó al golero.
Club de los rechazados
Hoy, Galíndez ha resurgido en el Aucas, del entrenador César Farías, quien también rescató a otros jugadores como Roberto 'La Tuka' Ordónez y Pedro Pablo Perlaza.
Tras cuatro meses de una campaña soñada, Galíndez está a punto de ganar su primer título de Serie A.
También está por convertirse el primer nacionalizado en ser convocado para un Mundial por Ecuador y, como ironía, generarle algún dinero a la misma U de Chile.
Pelear por el puesto
¿Cómo lo logró? Bueno, está obviamente la parte íntima, la del apoyo familiar y de los amigos. Pero hay algo más. Galíndez, de 35 años, nunca descuidó su entrenamiento profesional.
En un momento se lo acusó de tener sobrepeso, pero logró estar a punto para jugar. Por eso, pudo llegar a Aucas para pelearle el puesto al arquero titular Damián Frascarelli desde el primer día.
Esa fue otra novedad para Galíndez, que durante sus nueve años en Universidad Católica jamás tuvo que disputar la titularidad con nadie.
Los grandes piden ayuda
Galíndez tampoco descuidó el aspecto mental. Dese hace dos años recibe la asesoría de un coach y también la de un psicólogo.
Aceptó, mucho antes de sus desventuras, que un jugador profesional no puede manejar adecuadamente las presiones del fútbol. Ese background le sirvió para su vía crucis.
Además, encajaba perfectamente con las ideas del DT Farías, quien también procura que sus equipos se apoyen en psicólogos.
Dejar los prejuicios atrás
Galíndez, finalmente, reivindica a los nacionalizados, habitualmente rechazados de la Tricolor.
Siempre hubo un estigma, pues el hincha ecuatoriano ha sido tradicionalmente celoso. Acepta a los entrenadores del exterior, pero le cuesta mucho cuando se trata de la camiseta nacional.
Cuando un nacionalizado llega al equipo, surgen las sospechas de que un agente está impulsando un negocio.
Por fortuna, Galíndez ha superado las adversidades y los prejuicios para disfrutar de la mejor etapa de su carrera.