Contrapunto
Arcangelo Corelli, el músico que deleitaba a la iglesia
Periodista y melómano. Ha sido corresponsal internacional, editor de información y editor general de medios de comunicación escritos en Ecuador.
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En el periodo Barroco, que duró un siglo y medio y cuyo principal referente fue Johan Sebastian Bach (1685-1750) surgió el músico italiano Arcangelo Corelli (1653-1713), un virtuoso del violín que tocaba y deleitaba en las iglesias.
La alusión al siglo y medio se debe a que según los historiadores y musicólogos el Barroco comenzó en 1580 y terminó en 1730, pero para los alemanes se extiende hasta 1750, el año de la muerte del “padre de la música”, como se dice de Bach.
La obra musical de Corelli no es tan voluminosa, pero gracias al violín fue pionero de los denominados concerto grosso, que se explica en la contraposición entre un pequeño grupo solista (dos violines, un violonchelo) y una orquesta completa o también de cámara.
La obra más importante de Corelli:
- 1700 - 12 sonatas para violín, violonchelo y clave o clavicémbalo (aquí la número 1).
- 1712 - Concerto grosso en re mayor, opus 6, número 4.
La composición del músico italiano tiene una explicación técnica que se entiende mucho mejor en este enlace de LA Phil, nombre con el que se conoce a la Filarmónica de Los Ángeles.
Su música fue muy considerada por Bach y por George Frederic Händel (1685-1759) otro de los grandes músicos alemanes del Barroco que vivió en Italia y su mayor producción la desarrolló en el Reino Unido.
Algunos expertos opinan que Las cuatro estaciones, de Antonio Vivaldi, y los Conciertos de Brandemburgo, de Bach, tienen como referente el gran concierto de Corelli. También se dice que la obra de Corelli fue la primera señal de lo que se venía: la música tonal.
Según la musicóloga Pola Suárez Urtubey, Italia dio la medida del esplendor del Barroco, tanto en lo operístico como en lo instrumental, en tanto que la cantata, los oratorios y las misas se regocijaban en la Alemania de Bach.
Tras el predominio de los instrumentos de teclado -órgano y clave- ocupa su lugar la música de cámara gracias al "espectacular desarrollo del violín en Italia", tal como explica la argentina Pola Suárez Urtubey.
Corresponde a Corelli "la gloria de haber llevado la música instrumental italiana hacia un grado de plenitud al que contribuirán después de él Torelli y Vivaldi", prosigue la musicóloga.
Los violinistas conseguían empleos en las cortes de los cardenales y obispos, pero el más virtuoso fue Corelli, explica la investigadora Helena Attlee en su libro 'El violín de Lev'.
El violinista dominó la escena musical de su generación y "desató la pasión por la música en toda Europa", resalta Attlee.
Su cercanía con la iglesia permitió que sea retratado por los artistas de la época que mostraba a un hombre de ojos grandes y expresión gentil "pero cuando tenía un violín en sus manos se transformaba… a veces sus ojos parecían echar llamas, se le desfiguraba el semblante", decía el historiador y musicólogo François Raguenet, citado en el libro de Attlee.
Bajo el mando del cardenal Pietro Ottoboni, Corelli elegía y componía música para toda ocasión de acuerdo con el calendario religioso.
Ningún compositor o director antes de Corelli había logrado reunir a 100 músicos para tocar en la iglesia; de ellos más de la mitad eran violinistas.
Fue Corelli, según el mismo libro, el que además de los conciertos para violín compuso sonatas y estableció formas musicales que se constituyeron en los patrones o modelos para los compositores europeos.
Los melómanos de la época comenzaron a dejar la ópera, preferían asistir a los servicios religiosos para ver y escuchar la música de Corelli. A veces la música se prolongaba y el sacerdote debía esperar pacientemente para proseguir con su prédica; "los violines y su música comenzaron a resultar más importantes que la propia liturgia", concluye Helena Attlee.
Sin embargo, la iglesia de entonces era exigente con la música que se tocaba y estaba preocupada por las corrientes modernistas que se desarrollaban sin el consentimiento del clero. Dos conceptos eran motivo de disputas: la música secular y la música sacra.
En 1749 el papa Benedicto XIV admitiría que la música secular se podía tolerar bajo la condición de que sea "seria y no provoque aburrimiento".
Algunos instrumentos como tambores, trompas y trompetas fueron excluidos, pero los violines nunca estuvieron en la lista negra.