Tablilla de cera
¿Es el apaciguamiento una estrategia válida para enfrentar el crimen?
Escritor, periodista y editor; académico de la Lengua y de la Historia; politico y profesor universitario. Fue vicealcalde de Quito y embajador en Colombia.
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El conocido periodista mexicano Jorge Ramos, quien vive en Miami donde presenta el noticiero Univisión, preguntó el lunes al presidente Andrés Manuel López Obrador, si consideraba que su estrategia de pacificación frente al crimen ha fracasado.
Basó su pregunta en la cifra de homicidios durante el mandato de AMLO, que afirmó ya eran 167.193, suma mayor, dijo, a las registradas en los períodos completos de seis años de los anteriores presidentes, Felipe Calderón (121.683) y Enrique Peña Nieto (124.478).
Mencionó también que ha habido 4.892 feminicidios y 43 periodistas asesinados en lo que va de este sexenio, además de miles de desaparecidos, rubro que las cifras oficiales ya no contabilizan. Preguntó, por fin, qué le recomendaría a su sucesor, ya que él no ha podido resolver el grave problema de la violencia.
Como se sabe, AMLO, que inició su mandato el 1 de diciembre de 2018 y lo concluirá en la misma fecha de este año, ha preconizado una estrategia de “Abrazos, no balazos”. Le sucederá la mujer que triunfe en las elecciones que se celebrarán en cuatro meses. Es sabido que será mujer porque en los dos primeros lugares en las encuestas están Claudia Scheinbaum, de Morena, el partido de AMLO, y Xóchitl Gálvez, de la coalición de los partidos PAN, PRI y PRD.
En un intercambio que duró al menos media hora, AMLO no reconoció nada de lo que Ramos afirmaba: que México es un país con violencia (dijo que no, que México es un país tranquilo); que México es uno de los países del mundo más peligrosos para ejercer el periodismo (dijo que no, que en ningún país del mundo el presidente contestaba a los periodistas todos los días en una conferencia de prensa de 6 a 7 de la mañana), etc.
En cuanto a las cifras de homicidios dolosos, el presidente expuso sus propias cifras “de contexto”, presentando un gráfico con las estadísticas de homicidios desde Carlos Salinas de Gortari, es decir, desde 1998. Explicó que en la presidencia de Ernesto Zedillo cayeron a 10.000 al año, cifra que se mantuvo en el Gobierno de Vicente Fox. En cambio, dijo, en la presidencia de Felipe Calderón, cuando este declaró la “guerra a las drogas”, esa cifra aumentó en 200 por ciento (192,8% decía el gráfico) a 25.000 al año, acotando que “era cuando ustedes estuvieron callados”.
Ramos respondió que “muchos de nosotros no estuvimos callados, señor”, replicando AMLO que sí, que la mayoría lo estuvo, y que los “medios de manipulación” de México y los “periodistas estrella” hicieron con Calderón un pacto de silencio. Ramos, que no se achicopala, le contestó que él había llamado a Calderón “el presidente de los muertos” y que lo podía ver en (el diario) Reforma.
Pero AMLO no es de los que escucha al interlocutor y siguió con sus cifras. Dijo que en el sexenio de Peña Nieto la cifra de homicidios pasó a 36.600 anuales, y que él, por contraste, la ha reducido a 29.600.
Tal vez el peor momento del presidente mexicano fue cuando Ramos alcanzó a preguntarle si no consideraba una tragedia que hubiera casi 170.000 muertes en su sexenio, a lo que el mandatario contestó que no, y no una, sino cinco veces más: “no, no, no, no, no”, añadiendo: “Tragedia son los 100.000 muertos por fentanilo donde tú vives”.
La tragedia, para mí, y supongo que para muchos de mis lectores, es que un presidente no escuche, niegue las estadísticas y no se haga cargo de la dolorosa situación de las familias que perdieron seres queridos por la violencia.
Este es un enfrentamiento más entre Ramos y el presidente mexicano. El periodista ha estado cinco veces en “la mañanera”, donde, por lo general, no se permite entrar a voces demasiado críticas. Y también ha contestado por X, antes Twitter, a expresiones de López Obrador como aquella pregunta que hizo en su ausencia de a quién sirve y qué intereses defiende, a lo que Ramos le respondió que desde 1984 trabaja para Univisión, y que su salario es y ha sido, el que se gana como periodista independiente.
Pero esta vez, lo que importa es si la estrategia para enfrentar el crimen es la adecuada. AMLO dice que ni él ni su sucesor(a) la cambiará porque la considera correcta, aunque las cifras citadas por Ramos siguen subiendo.
La respuesta de AMLO de que su Gobierno está atendiendo las causas estructurales de la violencia es la correcta, aunque no sea verdad que las emplee ni que sean todo lo eficaces como se demanda.
Pero sí, la respuesta va por allí, pues solo si se transforman las condiciones sociales y económicas que contribuyen a la criminalidad y a la violencia, se podrá cambiar el panorama: lo que hay que resolver es la falta de empleo, la desigualdad de ingresos, la falta de educación, la atención adecuada a las adicciones.
Lo estamos viendo en Ecuador. Ni lenidad y permisividad, ni concesiones y pactos, como los que se estilaron en anteriores años con las bandas, pero tampoco solo detenciones, patadas y patios llenos de gente en calzoncillos.
“Los soldados del crimen organizado son jóvenes ecuatorianos, hijos de la pobreza, sin más opciones que la muerte prematura o la cárcel, sin chance de rehabilitación”, me decía el otro día el gran abogado Raúl Moscoso. Y lo completo: no habrá monto de humillación y castigo suficientes, si no hay un enfoque integral y holístico como estrategia de salida, que incluya rehabilitación, escuelas, inversión en prevención y salud y empleo, empleo, empleo.
Por supuesto, esto no puede quedar en manos de la fuerza pública, sino de la organización de la propia comunidad y de médicos, educadores y expertos capacitados. La prevención no es solo más eficaz en función de los costos, también es más humanitaria.