Contrapunto
Anna Magdalena, la viuda de Bach que murió en la miseria
Periodista y melómano. Ha sido corresponsal internacional, editor de información y editor general de medios de comunicación escritos en Ecuador.
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Anna Magdalena (1701-1760), una soprano 16 años menor que el mayor músico de la historia, Johann Sebastian Bach (1685-1750) fue su segunda esposa, tuvieron 13 hijos, de los cuales sobrevivieron seis; al quedar viuda fue discriminada por la familia del compositor y sus últimos años los vivió gracias a la ayuda de sus vecinos.
Nunca se llevó bien con los hijos del primer matrimonio, que la veían como una oportunista, a pesar de que apoyó incansablemente a su esposo en la transcripción de partituras y también compuso música que no quedó registrada.
Ana Magdalena Bach (con una sola n) es el personaje principal del libro póstumo de Gabriel García Márquez ‘En agosto nos vemos’ y como se conoce, el Nobel de Literatura amaba el vallenato y la música académica, especialmente la del barroco.
En alguna entrevista Gabo dijo que si tuviera que irse a vivir solo en una isla llevaría consigo la Suite número 1 para violonchelo solo en clave de sol mayor, de Johann Sebastian Bach.
Y sus razones debió tener el autor de ‘Cien años de soledad’ para poner el nombre de la segunda esposa a la protagonista de su más reciente novela publicada 10 años después de su muerte.
Lo más probable es que García Márquez conoció las condiciones de discriminación que vivían las mujeres, incluso para ingresar a las iglesias, salvo que se sometieran a un proceso de “purificación” cada vez que nacía un hijo.
Además de tocar el clavicordio, su voz era privilegiada, dicen los historiadores y como compositora se cree que escribió el aria de las 'Variaciones Goldberg' y el primer preludio de 'El clave bien temperado' una de las obras más famosas del músico alemán.
Además, todas las obras están manuscritas por el maestro, excepto dos minuetos integrantes de las suites BWV 813 y BWV 814, que según se cree pertenecen a la escritura de Anna Magdalena.
En una crónica del diario El Mundo de España se dice que, tras enviudar, Anna Magdalena (su apellido paterno era Wilcke) no se volvió a casar y vivió en total austeridad con sus seis hijos que habían sobrevivido a las epidemias de la época, básicamente relacionadas con la insalubridad.
También señala que solo recibió un tercio de la herencia de Bach y nunca fue ayudada por los hijos de su marido, quienes la despreciaban. En 1770 Anna Magdalena Bach “falleció totalmente arruinada y rodeada por el cariño de sus vecinos, quienes acostumbraban a darle limosnas”, concluye El Mundo.
Recordemos que de los siete hijos con su primera esposa María Bárbara únicamente sobrevivieron tres; de los 13 nacidos de su segunda esposa solo seis llegaron a una edad adulta.
La historia de la viuda también la recoge con muchos argumentos el musicólogo Ramón Andrés (Pamplona, 1955) en su libro ‘Johann Sebastian Bach. Los días, las ideas y los libros’, editorial Acantilado, Barcelona, 2005.
A las dos semanas de la muerte de Bach, Anna Magdalena solicitó al Concejo de Leipzig el pago del salario de su esposo correspondiente a un semestre; de ese privilegio ya habían gozado anteriores viudas de músicos, escribe Andrés.
El Concejo “con su proverbial usura”, le redujo cierta cantidad debido a que Bach se había incorporado a sus funciones -que desempeñaba desde hacía 27 años- con algo de retraso, anota el musicólogo.
Es verdad que Bach no murió pobre, pero sus recursos no eran suficientes para que la viuda asegure una estabilidad duradera. En los registros de Leipzig se la califica de “almosenfrau” (que vive de la caridad).
El de Anna Magdalena era uno de los muchos casos que condicionaban a las cantantes e instrumentistas de buen nivel “que se vieron relegadas a la música doméstica o, si contaban con suerte, solo formaban parte de una capilla musical palaciega”, asevera Ramón Andrés.
En las iglesias luterana y católica de Alemania las mujeres tenían impedimento para ejercer su arte. Otra fuente, Mujeres en la Historia, destaca que Anna Magdalena, a pesar de tener bajo su custodia muchas obras de Bach y que las podía haber vendido para aliviar su economía, prefirió no desprenderse de ellas.
La percepción que se tiene de Anna Magdalena Bach -destaca Ramón Andrés- es que fue una refinada soprano a la que se idealizó dotándola de un espíritu “romántico” dedicado al servicio del maestro Bach.