El indiscreto encanto de la política
100 días
Catedrático universitario, comunicador y analista político. Máster en Estudios Latinoamericanos por la Universidad de Salamanca.
Actualizada:
Guillermo Lasso y Ecuador llevan 100 días de luna de miel. La natural ilusión que provoca el inicio de un nuevo gobierno, sumado al exitoso proceso de vacunación, han prolongado el lapso de optimismo de los ecuatorianos hacia el Gobierno.
Esto se refleja en las encuestas que han circulado durante las últimas semanas, las cuales coinciden en que alrededor de siete de cada diez ecuatorianos confían en la gestión que viene realizando el presidente Lasso.
Sin embargo, buena parte de este optimismo compartido se sostiene en la expectativa de que el Presidente -así como lo hizo con las vacunas- empiece a dar solución a una larga lista de problemas estructurales que enfrenta el país.
Más de un tercio de la población vive en una situación de pobreza, siete de cada diez ecuatorianos no tiene un empleo formal y la falta de dinero en los hogares ha potenciado el negocio del 'chulco'. Este contexto de crisis está generando una nueva ola migratoria y un incremento de la delincuencia.
Frente a esta realidad, desde el primer día de gestión, el Presidente Lasso definió un claro derrotero: reestructurar el plan de vacunación, reactivar la economía y atender a los segmentos de la población en situación de mayor vulnerabilidad.
Para alcanzar los dos objetivos pendientes, más allá de algunos decretos puntuales, se ha avanzado poco en la hoja de ruta del plan de gobierno que, como sabemos, incluye acciones como recortar gasto, un nuevo código laboral, reestructurar la seguridad social, una reforma tributaria, entre otros aspectos.
La luna de miel de los 100 días está por terminar por lo que llega la hora de que Lasso tome las decisiones difíciles.
La ejecución y éxito de esta compleja lista requiere de un afinado engranaje de gobernabilidad que el Ejecutivo todavía no tiene. Desde la posesión de la nueva Asamblea Nacional, la gestión y articulación política ha sido su flanco débil, tanto por iniciar con una reducida bancada legislativa, así como por no contar con operadores políticos adecuados.
La esperanza del Gobierno de contar con un incondicional bloque de mayoría en el Legislativo se desvaneció al día siguiente de la designación de autoridades. La respuesta de los supuestos aliados en varios temas -como el rechazo a la suscripción del convenio CIADI- advierte que cada proyecto que impulse el Presidente requerirá de espinosas negociaciones internas.
El reto de la gobernabilidad tiene también una dimensión externa. Toda decisión y acción del Gobierno, además de ser aprobada por la vía legal, debe contar con la interacción y la respuesta favorable de los diferentes sectores de la sociedad. Una buena campaña de publicidad no alcanza, se requiere de una política de comunicación integral, que incluya hábiles operadores políticos y voceros calificados.
La popularidad es un capital valioso, pero sumamente frágil. En agosto de 2017, el expresidente Lenin Moreno registró un nivel de aceptación cercano al 80%; a su salida, el pasado 24 de mayo, este indicador no llegaba ni al 10%.
La luna de miel de los 100 días está por terminar por lo que llega la hora de que Lasso tome las decisiones difíciles.