El Chef de la Política
El pragmatismo que debe cobijar al presidente Daniel Noboa
Politólogo, investigador de FLACSO Ecuador, analista político y Director de la Asociación Ecuatoriana de Ciencia Política (Aecip).
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Noboa será el presidente más joven de la historia republicana de Ecuador. Además, será el primer Jefe de Estado que, al menos desde 1979, llega sin un partido político que lo cobije. En cuanto a la legislatura, la bancada de las agrupaciones partidistas que alquilaron su espacio a Noboa no alcanza el 10% de la Asamblea Nacional.
Por tanto, en términos institucionales, Noboa enfrentará una serie de escollos difíciles de resolver en el cortísimo plazo que será inquilino de Carondelet. Desde la perspectiva de la lealtad política del elector de a pie, la situación de Noboa tampoco es alentadora. El voto que ahora lo lleva al poder pronto podrá erosionarse, pues responde esencialmente a la decisión de no votar por la Revolución Ciudadana antes que a una genuina adherencia ciudadana a sus propuestas de campaña electoral.
En un escenario como el descrito, la palabra que debe orientar al nuevo gobierno es el pragmatismo.
Hay que priorizar los temas que generan apoyo ciudadano inmediato, como la reducción de la inseguridad, o la atención a los temas sociales que sedimentan los votos de mañana, como la salud pública.
En un caso y otro, la agenda del Ejecutivo no tiene que entrar en una negociación directa con la Asamblea Nacional, pues en esa arena política los recursos que dispone el nuevo presidente son escasos y sus posibilidades de salir airoso limitadas. Una estrategia de minimizar el desgaste y acumular adeptos, de a poco, pasa entonces por reducir la conflictividad en la medida de lo posible. Una consulta popular ahora mismo solo llevaría a una disputa electoral innecesaria cuando el tiempo podría ser maximizado en otros menesteres que agobian al país.
Las condiciones de debilidad política con las que, paradójicamente, llega Noboa a la presidencia, deben ser entendidas como un llamado a compartir el poder con amplios sectores ciudadanos.
En ese plano, el gabinete ministerial debe tener olor a diversidad y sabor a renovación. Rodearse únicamente de élites económicas y sociales para gobernar aislará pronto a Noboa de la población y repercutirá en pocos meses en manifestaciones callejeras que, como siempre, hacen tambalear a los presidentes. Clases medias en espacios clave de toma de decisión y representación de organizaciones sociales por naturaleza díscolas pueden ser algunas de las ideas clave que ayudarían a mantener un “colchón” popular que permita avanzar en la limitada agenda de gobierno que se debe diseñar desde el primer día.
En ese aspecto, apartarse de cualquier indicio de cercanía al gobierno saliente debe orientar al nuevo Jefe de Estado. Así, en la corta lista de cercanos a Noboa debería estar claro que su peor enemigo político inmediato es Guillermo Lasso, sus políticas erráticas y buena parte de sus colaboradores.
El pragmatismo que debería guiar a Noboa no está exento, desde luego, de ideas políticas que lo sustenten. Ahí la posibilidad de dinamizar la economía, tanto en lo local como en lo internacional, requiere de conceptos básicos que permitan que los cambios se perciban a la brevedad.
Eficacia y valor práctico son los principios que pueden facilitar al nuevo presidente avanzar en el cortísimo tiempo que tendrá entre los primeros días de su gobierno y el inicio del nuevo ciclo electoral en el que, a juzgar por palabras del propio Noboa, será el primer candidato en inscribir su nombre.
Siguiendo las ideas del pragmatismo de C. S. Peirce, el período que empieza en pocas semanas debe estar marcado también por hechos simbólicos que cautiven a la población, que le devuelvan la esperanza, que sedimenten un discurso de cambio y refuercen la idea de que se trata de un presidente innovador.
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Con Noboa inicia un proceso de transición en el que los grandes cambios y las decisiones trascendentales difícilmente se harán visibles, pues van a contramano de un proceso electoral, como el de 2025, que está ya en marcha.
Sin embargo, el nuevo presidente tiene una franja de tiempo para demostrar liderazgo, capacidad de decisión y arrestos para enfrentar los avatares de la política. Si la tibieza ronda las primeras pinceladas del nuevo gobierno, las oposiciones variopintas que tiene el país pronto harán rehén al presidente de sus ambiciones particularistas y clientelares.
Por tanto, navegar entre las olas de los depredadores y propiciar decisiones redistributivas para la mayoría de la ciudadanía son los grandes retos de Noboa. Ojalá el presidente electo tenga arrestos y voces cercanas que lo ayuden a no sucumbir en la vorágine de un sistema político corrupto e ineficiente como el ecuatoriano.