En sus Marcas Listos Fuego
Amnesia para los héroes, tribuna para los villanos
PhD en Derecho Penal; máster en Creación Literaria; máster en Argumentación Jurídica. Abogado litigante, escritor y catedrático universitario.
Actualizada:
Mis queridos policías, esta columna es para ustedes. Escribo con ira, con un inestable desasosiego que me obliga a manifestarme con la crudeza que la ingratitud del olvido impone.
Pero esta carta también la leerán quienes no saben lo que ustedes y yo sabemos y si esto no espeluzna a la ciudadanía, es porque acaba de nacer y sus facultades cognitivas aún son incipientes.
Vamos con los números: 268 personas fueron amnistiadas. Me alegro, de corazón, por los inocentes beneficiados por esta decisión, porque son muchos. Pero vale decir, que además de un gran número de guerrilleros y asesinos a sangre fría que fungen de antimineros, 60 de esos 268, pertenecen a los investigados/judicializados por el salvaje y animal octubre de 2019 y que, dentro de esos 60, existen galopantes criminales camuflados como querubines.
Ese octubre, donde no se ejerció el derecho humano a la protesta (porque la protesta para ser un derecho debe ser pacífica), dejó pérdidas al país, según el Banco Central, de USD 821 millones. Sí, dije millones.
Son USD 120 millones por daño o destrucción de muebles e inmuebles y USD 701 millones por pérdidas económicas.
Quienes ocasionaron este daño irreparable son quienes se infiltraron en el grupo de amnistiados la anterior semana, mientras tanto, ustedes y yo, como estólidos asnos, declaramos este mes nuestro Impuesto a la Renta, para pagar de nuestro bolsillo los destrozos ajenos, las pérdidas en sectores estratégicos, la agricultura asolada, las irrecuperables pérdidas culturales y patrimoniales, pero sobre todo, el daño a la vida y la salud que yo no olvido.
¿Pero por qué les escribo esta carta a ustedes? Porque el país debe saber que octubre no solo implicó la apertura de investigaciones o procesos penales contra los artífices de ruinas y hecatombes, sino que abrió además, y principalmente, investigaciones penales en contra de más de 200 policías, acusados por los amnistiados, de represión policial en un octubre sangriento, en un octubre donde las pandillas militarizadas de delincuentes se tomaban barrios, donde las organizaciones paramilitares disfrazadas de manifestantes lo incendiaban todo.
Policías secuestrados, policías incendiados, policías abusadas sexualmente y, hoy, después de las amnistías, policías defendiéndose en Fiscalía porque la amnistía alcanzó solo a los perpetradores, mientras que para nuestros héroes defensores solo existe amnesia social.
Si no fuera por ustedes, policías, hoy la Patria estaría en manos de un tal Vargas, Quito aún estuviese en reconstrucción, las pérdidas económicas serían quizá diez veces mayores que las registradas y quienes atentaron contra la democracia, con una planificada y meticulosa estrategia terrorista e intento de golpe de Estado, no requerirían perdón, sino que estuviesen enviándonos a todos al paredón.
Yo viví octubre. No fue una huelguita. Ustedes vivieron octubre. No se trató de un reclamito. Y no porque algunos fanáticos de algún chivo de oro quieran negar que octubre existió, quiere decir que no haya existido, porque sus huellas aún están impregnadas en nuestra sociedad.
Lean todos bien que esto que les digo me consta en carne propia: son cientos de policías los que tienen investigaciones abiertas en Fiscalía, porque la Asamblea decidió una Amnistía para los del bando de la devastación y decidió Amnesia para los del bando de la protección.
Apenas se publicó la amnistía recibí varias llamadas de grupos élites de la Policía. Me llamaron contentos porque creyeron que la amnistía era para todos los investigados/judicializados por octubre 2019 y que por fin podrían continuar protegiéndonos sin miedo.
No saben cuánto me dolió explicarles que no, que era solo para los que arrasaron Quito, para los que incendiaron la Contraloría, para los que secuestraron seres humanos y periodistas.
Me dolió explicarles que ellos, los del GIR, los del GOE, los de GEMA, los de UMO, los de la UER, los del servicio preventivo de calle, y hasta los militares, no están incluidos en la amnistía y que deberán seguir desfilando en Fiscalía para defenderse, deberán seguir viviendo con la incertidumbre de los cambios en la política que, por venganzas del más alto nivel, puedan terminar usándolos a ellos como conejillos de indias.
Y así, mañana, cuando cuadrillas de salvajes se levanten contra la civilización otra vez, sé que ustedes, mis queridos policías, volverán a arriesgar sus vidas para defendernos a todos. Porque ya están acostumbrados a sacrificarlo todo para luego ser sacrificados. Porque aún tienen la esperanza de que alguien reconozca su labor.
Esta columna es para pedirles perdón. Claro que ustedes deben responder por sus actos cuando se equivocan o se exceden. Claro que sí, es lo más sano para el bien de la institución, para la seguridad de nuestras familias.
Pero claro, debo pedirles perdón, como ciudadano, porque no tengo más recurso que estas líneas para decirles que los malos, los villanos, los monstruos, esos que juegan sucio y nunca con nuestras reglas, ya no responderán por sus vilezas.