Matrix política
AMLO, ¿Nos quiere o no nos quiere? Pues parece que ¡No!
Consultor Político con 20 años de experiencia en campañas electorales, comunicación de Gobierno y gestión y management de la crisis. Catedrático universitario y conferencista en varios países de América Latina y en España.
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Comienzo estas líneas diciendo, para cualquier distraído, que los pueblos mexicano y ecuatoriano somos pueblos absolutamente hermanos. Tuve el inmenso placer de estudiar Literatura en la universidad y no puedo menos que reconocer la inmensa influencia que escritores como Carlos Fuentes, Octavio Paz y en mi caso particular Juan Rulfo han tenido en nuestra cultura latinoamericana. Por poner un solo ejemplo de decenas que podemos compartir como sociedades con rasgos históricos comunes.
Sin embargo, muchas veces, esa misma raíz cultural nos ha convertido en presas fáciles del populismo, el Socialismo del Siglo XXI, el Foro de São Paulo, el Grupo de Puebla y cuanta organización de extrema izquierda se ha apoderado del poder político de nuestras naciones.
En el caso de México en particular de un señor llamado Andrés Manuel López Obrador quien debido a su natural sesgo político ha demostrado que anteponiendo sus afinidades políticas, ha tenido unos comportamientos bastante impresentables con nuestro país desde que su franquicia dejó de existir en nuestro país a partir de 2017, pero en particular desde 2021 cuando asumió el poder Guillermo Lasso con una ideología diametralmente opuesta a la de AMLO.
Hay que recordar que ese sesgo hizo por ejemplo que boicoteara el Tratado de Libre Comercio con Ecuador y con eso impida nuestra entrada a la Alianza del Pacífico, lo que constituía una gran oportunidad económica para nuestra Nación.
De ahí, solamente fue un viaje de ida: convirtió a México en un paraíso de personas que cometían delitos en Ecuador y que iban a refugiarse en el pueblo azteca para evadir sus responsabilidades en nuestro país.
Últimamente, los hechos hablan por sí solos: declarar huésped a un sentenciado (dos veces) por las más altas cortes (independientes del poder político) de justicia de nuestro país. Tildar de “facho” con una liviandad absoluta (como si nadie supiera que el fascismo se cargó millones de muertos en el mundo) a nuestro presidente elegido de manera democrática.
Y más allá: otorgar el asilo político y hasta con sorna, darle la condición de asilado político a un tipo acusado y juzgado de delincuencia común y que había desfalcado intensamente los dineros públicos de nuestro país.
Creo sinceramente que este tema es la oportunidad de nuestra diplomacia para decirle al mundo que aunque es verdad que tomamos una decisión polémica, difícil, complicada, va siendo hora de que esos tratados y convenciones de las cuales somos signatarios sean revisadas y que no es suficiente que alguien por mera afinidad política pueda dar el calificativo de asilado político a un delincuente común y se lo saque del país riéndose en nuestra propia cara.
AMLO se irá pronto del poder y será buen momento de recomponer relaciones, pero por el momento, sería bueno que demuestre más respeto y cariño por nuestra nación y no nos falte más al respeto.
Debemos asumir las consecuencias de lo actuado y eso es evidente, pero, que no se juzgue al Ecuador sin antes entender el pedazo de contexto que antecede a lo que AMLO pretende disfrazar de agresión. Amamos profundamente a México y eso es lo que hará que más temprano que tarde recompongamos nuestras relaciones y seamos lo que siempre: hermanos.