De la Vida Real
Mi amigo Raúl
Es periodista y comunicadora. Durante más de 10 años se ha dedicado a ser esposa y mamá a tiempo completo, experiencia de donde toma el material para sus historias. Dirige Ediciones El Nido.
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Se llama Khosro Raúl Soleimani. Es ecuatoriano por casualidades del destino: porque sus padres son de Irán y siempre hablaron en persa. Nació en Latacunga, aunque vivió toda su vida en el Valle de los Chillos. Jamás lo conocí. Nunca nos topamos a pesar de tener tanto en común.
Vivimos en un mundo donde la tecnología nos acerca. Mi mejor amigo vive a miles de kilómetros de mí, en Seattle, Washington. Yo, en Conocoto. A pesar de la distancia, nuestra comunicación es tan fluida y constante, que parece que somos vecinos. Sabemos a qué tienda vamos a comprar las cosas que necesitamos. Se ríe porque les digo "veci" a las tenderas.
Yo le acompaño a su librería favorita, que queda a diez minutos de su casa, donde toma café acompañado de un delicioso pie de manzana. Por videollamada, espero a que decida qué libro comprar mientras él me acompaña a preparar el almuerzo.
Hablamos unas mil veces al día y, con solo un "hola", sabemos exactamente qué nos pasa. Nos acompañamos hasta cuando manejamos: "¿Puedes ser mi copiloto?" Y vamos hablando y contándonos cosas. ¿De qué hablamos tanto? No sabría qué decir. Pero jamás nos callamos.
Es súper interesante tener un amigo con tres culturas, porque me entiende perfectamente cuando hablo, porque en esencia es ecuatoriano. No habla español genérico, no. Él habla español 'vallense' y sabe las tonalidades del uso de las 'f' al final de cada frase. No tengo que explicarle cómo me expreso, porque él me entiende.
Sabe inglés y persa a la perfección. Tengo un traductor automático las 24 horas del día, y mis hijos hacen los deberes con él: "Raúl, ¿me ayudas con esta tarea de inglés?" Y él se derrite de amor y les explica con paciencia para que mis hijos entiendan. Él les pide que envíen capturas para ver si están bien hechos los ejercicios. El Raúl es profesor en la UW (University of Washington) y tiene verdadera vocación para enseñar: quiere que los niños y jóvenes aprendan con conciencia. Él está convencido de que el mundo sería distinto si todos tuviéramos una educación real, basada en razonamiento, valores, cultura general y respeto.
Tengo tanta suerte de que mi mejor amigo haya sido también mi maestro, porque me ha enseñado como nadie sobre escritura y literatura. Él me dice: "Valen, tú, con todo lo que sabes, ya tienes un doctorado". Y sí, de él he aprendido de la academia, y él conmigo ha aprendido de la ligereza de la vida.
Somos confidentes y cómplices. Él es poeta, y yo su crítica. Conocemos cada detalle del otro: Sé del amor que tiene a sus periquitos, palomas, flores y libros. Él conoce mi pasión por la mala música y perder el tiempo. "Valen, concéntrate en una cosa a la vez", me dice siempre.
Discutimos sobre los temas más triviales y profundos de la actualidad. Nos recomendamos libros, series y películas. Nos llamamos por videollamada, llamada normal, mensaje de texto o mensajes de voz. No importa si es por Facebook o WhatsApp. Lo que importa es que nos reímos, nos mandamos memes y nos contamos todo. Cuando almorzamos solos, cosa que los dos odiamos hacer, nos llamamos. "¿Me acompañas a comer?" Y nos acompañamos.
Tener un amigo así es la mejor inversión que puede haber, porque estamos para todo siempre los dos y nunca nos aburrimos, porque aparte él es chistosísimo.
Hace ocho años, me enteré de que un tal Raúl, con un apellido que hasta ahora no puedo pronunciar, había creado un grupo en Facebook de mi papá. Le escribí para preguntarle por qué hizo el grupo, si mi papá no tiene Facebook hasta ahora. Nuestra comunicación al principio fue formal y distante. Hasta nos tratábamos de usted. Ahora nos reímos del primer encuentro virtual que tuvimos. Empezamos cayéndonos mal, pero ahora no podríamos llevarnos mejor.
Esta es la historia con mi amigo Raúl, un vínculo especial que trasciende las barreras geográficas y zonas horarias. A pesar de la distancia, hemos logrado construir una amistad sólida y duradera que valoro con el alma.
Él es de la religión Bahá'í. Yo no es que sea muy católica, pero me gusta tener mis ángeles y rezarle a la virgen, por si acaso, para que no pase nada. De él he aprendido sobre una religión y cultura lindísima. Me ha enseñado sus oraciones, que las hacemos juntos cada noche. Y él, antes de dormir, me dice que sueñe con los angelitos y me pide que le dé rezando a la virgen para que le vaya bien en la vida.
Sí, tengo el mejor amigo del mundo, que está al otro lado del mundo y que se llama Raúl.