En sus Marcas Listos Fuego
Alondra versus los hijos del yugo
PhD en Derecho Penal; máster en Creación Literaria; máster en Argumentación Jurídica. Abogado litigante, escritor y catedrático universitario.
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Hoy vamos a ver, jurídicamente, por qué la acción penal en contra de Alondra Santiago no prosperará, pero, sobre todo, por qué ella puede ganar la contienda legal sin abogado, dormida y de brazos cruzados.
Hace una semana hubo un escándalo en redes (uno de tantos, ridículo como todos): un grupo de mentecatos, presuntos universitarios, protestaron con carteles escolares frente a Fiscalía porque la periodista Alondra Santiago habría ofendido la cívica del país.
Y por puro aburrimiento pulsé en el video de la protesta masiva (una masa de cuatro holgazanes), en el cual se enfocó a un triste ciudadano, vestido con una camiseta chafa, que hacía enérgicos esfuerzos para vocalizar, hilar ideas y comunicarse verbalmente, diciendo que “una youtuber extranjera” ofendió a los símbolos patrios y que estaba analizando qué acciones legales iniciar porque se mancilló la letra de “nuestro sangrado himno nacional”.
Entonces, me reí. Hay quienes se enfurecen ante el patetismo. A mí me conmueve, hasta la risa.
Me ganó la curiosidad y busqué el video de Alondra. Y claro, lo encontré. Ahí sale Alondra con su ukelele, entonando el himno de Juan León Mera, para luego, cual cantautora, cambiarle el ritmo, jugar con la melodía e imprimirle la letra protesta de su autoría.
Lo que canta a continuación no es el himno, es su propia canción en un ejercicio pleno de libertad de expresión.
Los que conocen saben que ideológicamente entre Alondra y yo existe un abismo. Ella de izquierda, yo liberal radical; ergo, he de admitir que no coincidí con ninguna estrofa de su letra.
Pero es su canción y no la mía. Es su posición y no la mía. Es su postura frente a este gobierno y no la mía. Y como es su letra, pues es libre de componer y cantar lo que le dé la gana.
¿Ofendió al himno? No. ¿Se puede ofender un símbolo patrio? Claro que se puede. Por ejemplo, a mí me ofende que quienes protestaron afuera de Fiscalía sean ecuatorianos.
Quizá esa incapacidad para verbalizar del líder de la protesta sea consecuencia de unos arraigados complejos que le imponen esa retrasada creencia de que debemos dividirnos en “ellos y nosotros”.
Pero bueno, las reflexiones de ese concepto atrasadísimo de “patria” lo podemos dejar para otra columna. Hoy nos vamos a enfocar en la denuncia presentada en contra de Alondra. Voy a desgajarla, obvio, gajo a gajo.
El accionante presentó una “denuncia por calumnia” en la Unidad Judicial de Guayaquil. Primera lección de Derecho Procesal que siempre les digo a mis alumnos: si confunden denuncia, demanda, querella y acusación particular, que son 4 instituciones distintas, deben colgar los guantes y postular para payasos en el circo.
No existe la “denuncia por calumnia”. Lo que debía presentarse, en todo caso, es una querella.
¿Qué es una calumnia? Es la falsa imputación de un delito. Por ejemplo, yo le digo a usted: “yo sé que eres narcotraficante” o “eres un pedófilo” o “eres un corrupto, todo el dinero que tienes es producto del peculado”. Si es mentira, es calumnia.
La calumnia es un delito que atenta contra la hetero estima de una persona determinada. La hetero estima es la percepción social que la sociedad tiene de uno.
La calumnia debe ser siempre determinada. Decir: “los abogados en este país son unos corruptos” no puede ser calumnia, porque no existen las calumnias genéricas. Debe determinarse la imputación en tiempo, lugar y persona.
En el caso de Alondra, al hacer una canción de su autoría partiendo creativamente del himno ecuatoriano, ¿de qué forma es la falsa imputación de un delito? ¿Ven? Es tan patética la “denuncia” (léase “querella”) presentada en su contra que daba lo mismo que la denuncien por asesinato, aseverando que mató a la bandera.
Entonces, luego de hacer un ridículo monumental “denunciando” una calumnia donde nunca podría haber calumnia, el “denunciante” pide al juez “que investigue los hechos” y que “tome versiones”.
Esto último ya no es ni ridículo ni patético, tampoco es una ofensa a la inteligencia. Simplemente es una pena, tan profunda, que me quita la risa y me da ganas de sentarme y llorar.
Es que quien redactó la “denuncia por calumnia” es tan estólido, estulto, oligofrénico, que no sabe que un juez no puede tomar versiones o investigar; eso lo hace un fiscal.
Como diría la juventud: amigo, date cuenta. Si eres incapaz de entender, con título de abogado, que la calumnia es un delito de acción privada en la que no interviene Fiscalía y en la que no se pueden realizar “investigaciones o tomar versiones”, es hora no solo de romper la credencial de abogado, sino de recluirse en un sanatorio para deficientes mentales.
Alondra les puede caer bien o mal. Puedes simpatizar con sus ideas políticas u oponerse a ellas como lo hago yo. Todo eso se denomina: tener una posición.
Pueden incluso iniciar acciones legales teniendo o no la razón. También es tu derecho que la justicia no te dé la razón cuando no la tienes.
Pero de ahí a presentar la “denuncia por calumnias” que mis ojos tuvieron que leer, hay un océano de distancia.
Por eso les anticipo lo que va a ocurrir a continuación:
- El juez que conoce el caso no va a calificar la “denuncia” (querella) y la va a archivar ipso facto, sin que Alondra deba gastar en abogados ni perder su tiempo.
- Los hijos del yugo que se ofendieron por una canción, del ridículo no regresarán.
- Alondra seguirá siendo libre para cantar.
Pero nada de eso importa. Lo que importa es lo que no va a ocurrir:
- Las Universidades Públicas seguirán teniendo docentes incapaces de deletrear sus propios nombres.
- Las Universidades Públicas seguirán contratando a docentes que son simplemente un buen chiste de pastusos.
- Los abogados que se prestan para ser el hazmerreír del país seguirán ejerciendo pese a que mi perro sabe más de Derecho que ellos (hasta tiene un léxico más desarrollado que estitos).
- La justicia seguirá infestada de basura y los recursos públicos seguirán despilfarrándose en conocer grotescos y cómicos juicios.
- Los ecuatorianos seguiremos defendiendo símbolos abstractos, como si eso nos diese de comer.
- Viviremos, al parecer eternamente, en un país tan chiquitito mentalmente, que aún creemos que los extranjeros son los otros.
Así que aquí viene mi dueto con Alondra, que le dedicamos a sus “denunciantes”:
Ya tu pecho, tu pecho raposa,
y tu frente, tu frente grasosa,
más que el sol contemplamos reír