¿Quién es Alfredo Borrero?
Pablo Cuvi es escritor, editor, sociólogo y periodista. Ha publicado numerosos libros sobre historia, política, arte, viajes, literatura y otros temas.
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Este es el artículo final de la serie sobre los vicepresidentes que empezó con Carlos Julio y "los hombres enloquecidos por el dinero" y concluye con Alfredo Borrero y los hombres enloquecidos por el poder.
Conté hace dos semanas que, cuando iba a entrevistarlo, me asaltaron en el camino. Eso me recordó el disparo que le astilló la columna a Lenín Moreno.
A su sucesor, Guillermo Lasso, también le arruinaron la columna con una inyección mal puesta. Y ahora, si Lasso es destituido, llegaría a la Presidencia un notable cirujano de la columna vertebral.
La coincidencia daba pie para elaborar teorías esotéricas, pero a mí me interesaba buscar respuestas a la pregunta que se hacen muchísimos ecuatorianos: ¿quién es Alfredo Borrero?
La entrevista saldrá próximamente; por ahora comento algunos fragmentos sobre el médico que nunca había desempeñado una función pública hasta que llegó a la Vicepresidencia, donde ha hecho "esfuerzos sobrenaturales", dice, en el área de la salud.
Sin embargo, su pasión es la estructura más importante que tiene el ser humano: el cerebro. "Me encanta poder verle, tocarle y ese fue el motivo por el que me hice neurocirujano".
Con las nuevas técnicas "uno hace un mapeo y le opera al paciente despierto para que, si uno le toca, mueva la pierna o hable". Ahora pienso: si ese paciente que está en la mesa de operaciones es el país, ¿podrá arreglarlo un médico?
Hay un antecedente histórico: Isidro Ayora. El vicepresidente me habló con admiración del obstetra graduado en Alemania que modernizó el Ecuador luego de la Revolución Juliana.
Le pregunté luego qué parte de la formación y la práctica médica le sirven para la política.
El deseo de aliviar el dolor, de remediar, "de servir a la gente", respondió, el conocer la realidad del país y visitar hasta los caseríos con las brigadas médicas. "Eso le permite a uno tener más acercamiento con la gente. Yo soy muy expresivo, de abrazos y de afectos".
Sí, pero ser médico no es una garantía de sensatez en Carondelet. Le recordé el caso del doctor Aurelio Mosquera Narváez que, en los turbulentos años 30, disolvió la Asamblea Nacional y antes de cumplir un año en el poder se suicidó ingiriendo una pócima que él mismo mandara a preparar en la Botica Alemana.
En cuanto a una posible legalización de las drogas, se declaró "un enemigo acérrimo de todo tipo de droga que subyuga a la persona y ahí le podemos poner desde el alcohol hasta el LCD, o sea, todas".
Y sobre el aborto dijo que desde hace años su posición ha sido única, "o sea, embarazo por incesto en niñas menores y las malformaciones congénitas deben ser tratadas de manera especial".
Tocamos en la conversación muchos más temas, pero siempre colocó por sobre todo los valores de la honestidad y la lealtad, recalcando su respaldo al presidente Lasso.
Pero también me quedó claro que si llega la hora, cumpliría con el mandato constitucional. Y haría bien pues para eso fue electo.
Otra cosa es preguntarse si un personaje con ese perfil podrá manejar un país donde el crimen desbocado, la conspiración política y el terror llevan a que la mayoría esté lista para un outsider tipo Bukele.
No para la mano cuidadosa de un cirujano que busca aliviar el dolor y salvar vidas, sino para la mano de hierro de un autócrata que atropelle con todo para "poner la casa en orden" a cualquier costo.