Dato y Relato
Ahogados en deudas, cuáles son las alternativas que tenemos
Ph.D. en Economía Universidad de Boston, secretario general del FLAR y docente de la UDLA. Ex gerente general del Banco Central y exministro de finanzas de Ecuador, y alto funcionario de CAF y BID.
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La pandemia dejó mucha muerte y pobreza en América Latina, y también el nivel más alto de deuda en casi medio siglo.
Los países de la región incrementaron sus gastos para atender las urgencias de salud, la compra de vacunas y para proteger a la población y a las empresas más vulnerables. A la par, sus ingresos se contrajeron debido al colapso de la actividad económica.
En consecuencia, crecieron sus déficits fiscales, que fueron financiados con mayor endeudamiento.
Entre 2019 y 2021, la deuda pública en la región creció de 60% a 75% del PIB. Tal respuesta era la adecuada para amortiguar el impacto de una de las peores crisis económicas y sociales en la historia reciente.
La situación fiscal en algunos países ya venía muy mal y empeoró con el Covid. Por ejemplo, la deuda pública en Ecuador, que en 2010 había sido de 19% del PIB, subió a 46% en 2018 y a 62% en 2021.
En términos per cápita, cada ecuatoriano pasó de una deuda de USD 888 a USD 3.554, un nivel insostenible.
¿Cómo salir de este torbellino de desequilibrios fiscales y deuda? En un reciente documento, la economista jefa del Banco Mundial, Carmen Reinhart, evalúa un menú de alternativas ortodoxas y heterodoxas para enfrentar la deuda y evitar una futura crisis.
Lastimosamente, ninguna opción está libre de costos económicos, políticos y sociales.
La economista jefa del Banco Mundial, Carmen Reinhart, evalúa alternativas ortodoxas y heterodoxas para enfrentar la deuda y evitar una futura crisis.
Entre las ortodoxas está la consolidación fiscal, es decir, la reducción y la mejora de la eficiencia del gasto público, y el aumento de los ingresos fiscales, incluyendo impuestos a la renta y al patrimonio de los más ricos.
Sin embargo, esta estrategia enfrenta complicados obstáculos políticos, tal como lo mostraron las recientes reformas tributarias en Colombia y Ecuador, y podría desincentivar la inversión privada.
Otra opción es estimular el crecimiento económico. Una economía en expansión mejora la recaudación tributaria y ayuda a reducir las necesidades de endeudamiento.
Lamentablemente, el crecimiento no se puede fijar por decreto y depende de la creación de condiciones que estimulen la producción y de otros factores externos, que están fuera del control de los países.
Entre las soluciones heterodoxas está la inflación. Un aumento del ingreso nominal facilitaría el servicio de la deuda y licuaría su valor en términos reales. No obstante, esta estrategia es limitada y de alto riesgo.
Además, en una economía dolarizada, la inflación depende en buena medida de Estados Unidos. Si las autoridades de ese país ajustan su política monetaria para detener la inflación, las tasas de interés subirían y los flujos de capital se reducirían, lo que generaría mayor volatilidad y dificultades para la sostenibilidad fiscal.
Otra medida heterodoxa es la reestructuración de la deuda. El FMI está considerando un alivio de la deuda oficial para los países más pobres. Pero para los países de ingresos medios no hay opciones en esa dirección, al menos por ahora.
Ecuador dio un paso importante con la reforma tributaria y la renegociación de los bonos externos.
Todavía hay espacio para mejorar el perfil de deuda, fijar tasas y sustituir deudas costosas por otras en mejores condiciones.
Sin embargo, para salir del torbellino fiscal de manera duradera, la prioridad ahora es la reactivación del crecimiento.