Cómo podemos aprovechar el agua frente al cambio climático
Estudia ciudades y condiciones generales de la producción. Arquitecto, investigador del Grupo LlactaLAB-Ciudades Sustentables, de la Universidad de Cuenca.
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El mayor riesgo para la Humanidad hoy es el cambio climático.
La temperatura media de la Tierra pasó de -0,16°C en 1880 a 1,2°C en 2020. Los glaciares se deshielan. Persisten las sequías, las inundaciones extremas, el deslizamiento de tierras y los hundimientos.
La escasez de agua (oro azul del siglo XXI) agrega más al conflicto.
En Ecuador, el rápido crecimiento demográfico, la sobreexplotación y contaminación acuífera, la inadecuada gestión pública, la corrupción, el crecimiento industrial, la falta de compromiso privado y de tecnología de punta, han ejercido una presión sin precedentes sobre la disponibilidad de los recursos hídricos, a punto de alterarlos y volverlos más impredecibles.
Desde el año 2000, el uso de agua por habitante disminuyó 22%, según la ONU.
Esto significa que, hoy en día, no se ofrece suficiente agua para satisfacer las necesidades de la población ni las relacionadas con la agricultura, la generación de energía y la industria, lo que pone en peligro el desarrollo nacional que, paradójicamente, ha sido impulsado por el agua.
También es una señal de estrés hídrico.
Este asunto obligatoriamente tiene que ser incluido en la gestión integral de agua urbana, regional y nacional, considerando por lo menos los tres siguientes desafíos:
- Efectivizar las regulaciones.
- Bajar costos de operación y mantenimiento del sistema hidráulico.
- Disminuir niveles de consumo y de pérdidas.
El primer desafío implica concentrar la gestión en la participación multisectorial, como medida de prevención ante la futura aparición de conflictos causados por la escasez de agua.
También, supone sancionar la degradación y contaminación por la descarga de líquidos servidos (urbanos e industriales) en la red de distribución hidráulica.
El segundo reto está relacionado con la creación de una gestión sustentable en términos económicos, que garantice a todos los sectores el derecho al suministro hídrico y, en consecuencia, una mayor igualdad social.
Tercero, urge implementar una gestión con enfoque multidisciplinario, para contrarrestar el uso irresponsable y el desperdicio, así como el gasto indiscriminado de agua, que son reflejo de la inequidad asociada al paradigma consumista.
Recomendamos a los nuevos gobiernos subnacionales involucrarse con la gestión integral del agua, que es un proceso basado en la comprensión del cambio climático y en el entendimiento de que los recursos hídricos no son infinitos.
Por todo lo anterior, el uso del agua debe ser preservado y maximizado.