Leyenda Urbana
El Rubicón de Daniel Noboa
Periodista; becaria de la Fondation Journalistes en Europa. Ha sido corresponsal, Editora Política, Editora General y Subdirectora de Información del Diario HOY. Conduce el programa de radio “Descifrando con Thalía Flores” y es corresponsal del Diario ABC
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Tan pronto se conoció el contundente triunfo de Javier Milei, en Argentina, el domingo último, un meme circuló por las redes sociales y en Ecuador se volvió tendencia. Una leyenda escrita sobre la bandera de ese país decía: “Milei presidente. Y no pactará con el correísmo argentino”.
La ironía, aunque poderosa, no sacó sonrisas, solo dejó interrogantes; muchas interrogantes.
La sensibilidad de los ecuatorianos está a flor de piel tras contemplar cómo el presidente electo Daniel Noboa ha entregado el control de la Asamblea Nacional a la Revolución Ciudadana, su rival de campaña, y al Partido Social Cristiano (PSC), con quiénes ha formado una mayoría parlamentaria que para su Gobierno podría significar lo que para Julio César cruzar el Rubicón, cuando el emperador exclamó: “alea iacta est”; la suerte está echada.
Entonces, sin que importase la distancia en el tiempo, el espacio y la circunstancia, la frase del romano le calza a la perfección al presidente electo de Ecuador, porque de ese pacto político, que ellos prefieren llamar acuerdo, no hay retorno.
Y cómo podría haber retorno si las dos organizaciones partidistas que han marcado la política nacional por décadas han tomado el control del Consejo de Administración Legislativa (CAL) y de las presidencias de las Comisiones Legislativas Permanentes más apetecidas, incluidas las de Fiscalización y Justicia, que son clave porque podrán ser usadas a conveniencia, a la hora de las graves decisiones.
Curtidos en esas artes, la operación parlamentaria de Correa y Nebot ha sido de alta cirugía política, por lo que nada han dejado al azar; así se explica que al movimiento oficialista ADN le hayan asignado las Comisiones que tratan las materias económicas, para que el Gobierno se garantice la aprobación de los proyectos que Noboa ha anunciado enviará con el carácter de económico urgente, y se den por satisfechos.
Mientras que el correísmo se ha reservado las presidencias de las Comisiones de Fiscalización y control Político; la de Justicia y Estructura del Estado; la de Gobiernos Autónomos; la de Transparencia y Control Social; la de Garantías Constitucionales y Derechos Humanos, así como la Comisión de Protección Integral a Niñas, Niños y Adolescentes.
En la de Justicia, incluso, tienen a cinco de los nueve integrantes, lo que les permitirá tomar las decisiones que desde Bélgica ordenen para el regreso de sus coidearios autoexiliados y para el ajuste de cuentas a sus enemigos.
Les debe resultar providencial tener con el social cristianismo a Guillermo Lasso como enemigo común, porque ni siquiera necesitarán debatir si el juicio político va o no, sino fijar la fecha que bien podría adelantarse luego de que el fin de semana el presidente saliente anunció su deseo de volver el 2025 -sumando otro error a su extensa lista de dislates-, con lo cual se cumpliría lo anticipado un año atrás en este espacio: “que Guillermo Lasso será testigo de su propio funeral político”.
Que al movimiento Construye de Fernando Villavicencio no le hayan permitido tener ni un solo vocal en las Comisiones de Fiscalización, Justicia, Régimen Económico y Desarrollo Económico, ratifica que el reparto fue una operación planeada al milímetro para, incluso, garantizarse los espacios en los que el secretismo será un arma poderosa en la gobernanza.
Entonces, tienen razón quienes dicen que existen derrotas electorales que llegan a ser victorias políticas. El correísmo que perdió la segunda vuelta hoy controla la primera Función del Estado junto al PSC.
Por qué Daniel Noboa, que sabe lo que piensa el pueblo del correísmo, prefirió unirse a ese y no a los bloques menores con los que también hacía mayoría, amerita una explicación a quiénes al darle su voto lo eligieron su líder.
La otra pregunta es si estará consciente de que luego de haber cedido o, por lo menos, compartido el manejo estratégico de su administración, le tocará mantenerse en alerta constante. Y eso es desgastante.
Y la gente, igualmente, quiere saber: ¿cómo combatirá la corrupción si algunos de los denunciados son hoy sus aliados? ¿Evitará que manipulen la justicia para sus objetivos o se escudará en aquello de la independencia de Funciones?
Su declaración contundente en Washington en defensa de la gestión de la fiscal General del Estado y lo dicho por Henry Kronfle respecto de que un juicio político contra Diana Salazar no forma parte de los acuerdos, debe cumplirse, aunque Correa presione, con obsesiva reiteración, que hay que deshacerse de quien ha propiciado que la justicia lo condene.
No solo dentro del país, sino desde el vecindario y también desde el norte, los ojos están sobre usted, presidente Noboa.
Que justo en estas fechas la fiscal ecuatoriana haya sido invitada a sendas reuniones con las máximas autoridades de justicia de Estados Unidos es un mensaje unívoco del respaldo a su tarea de combate a las mafias enquistadas en el país, de las que ellos no solo tienen pleno conocimiento sino múltiples evidencias. Sería un craso error, no actuar en consecuencia.
Su tarea presidente Noboa se avizora enorme y desafiante: la falta de empleo, la carencia de medicinas y educación, la vialidad destrozada en un país con más gastos que ingresos, impone decisiones urgentes y contundentes, sobre todo en la lucha contra el crimen organizado y el narcotráfico que generan la violencia que atormenta al país.
Ojalá que en el discurso de posesión se sincere con el pueblo que lo eligió y revele las razones que lo llevaron a pactar con los adversarios de campaña y los temas que han acordado.
La transparencia es un antídoto contra la especulación y el desprecio.
Aunque usted ha dicho que buscará la reelección, ahora solo tendrá 18 meses para gobernar; serán tiempos difíciles, sobre todo porque tras los “acuerdos” habrá quedado en manos de los socios, quienes saben las artes y las mañas de la política. Y ya no hay vuelta atrás.
Usted cruzó el Rubicón y marcó su destino. Su suerte está echada.