En sus Marcas Listos Fuego
¡Se vende! ¡Se compra! ¿Qué? ¡HUMO!
PhD en Derecho Penal; máster en Creación Literaria; máster en Argumentación Jurídica. Abogado litigante, escritor y catedrático universitario.
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¿Listos? ¿Listos para que con una columna me eche a la espalda un montonón de enemigos? Bueno, enemigos enemigos, no, porque dicen que a una persona se la mide por el tamaño de sus enemigos y, estos rufianes de alcantarilla a los que me referiré llegan máximo a ladillas.
Más que una columna, es una advertencia de dos modalidades de estafa que crecen como la espuma, o sea, como emulsiones de gas, pero que aterrorizan, causan zozobra, dilapidan fortunas bien habidas y mal habidas.
Modalidad 1: estafa a inocentes
Existe un grupo de abogados, cuyas identidades todos conocemos, unos con credencial suspendida, otros de nariz empolvada, pero todos fracasados de élite y sin clientes reales, que se dedican a inventarse casos penales para venderlos a los más incautos, a los más timoratos, a los más ingenuos.
¿Cómo operan? Le contactan y le dicen que son penalistas, que por casualidad se enteraron que está siendo investigado por lavado de activos o narcotráfico. Le explican que esos delitos acarrean, por su sola investigación, que le quiten la visa de EEUU, que le cierren las cuentas, pero además, que colocan en peligro mortal a su familia, pues los verdaderos narcos pueden llegar a verlo como rival.
Pero son amables y altruistas y le dicen que revisaron todo y que se trata de un evidente error y que ellos saben cómo ayudarle. Usted, alarmado, se reúne con los 'madres teresos'. Ellos, en confidencialidad y compañerismo, le dicen: “le voy a dejar ver algo, pero solo para sus ojos estimado amigo, que si se enteran que tengo esto yo me meto en problemas”.
Y le sacan copias a color de la Investigación Previa, de los avances investigativos, con códigos QR de Fiscalía y hasta firmas de fiscales existentes. Usted está al borde del desmayo.
Ellos le explican que debe estar tranquilo porque, en lugar de gastar miles de dólares en abogados para corregir el evidente error, lo que tomaría al menos tres años, ellos se pueden hacer cargo del problema, “sin sobornar a nadie” y de “forma limpia pueden trabajarlo internamente”.
Usted, viendo como un error tan estúpido puede acabar con su vida y sus negocios, en un país donde a nadie le importa si uno es inocente o no, ya que el solo hecho de estar investigado para un cúmulo de descerebrados ya es pecado mortal, cede, paga y, semanas más tarde, su caso desaparece.
¿El problemita? Todo era falso. Las copias a color: photoshop. La firma del fiscal: adulterada. El código QR: copy-paste de un impulso fiscal real. El número de Investigación Previa: escrito al azar.
Modalidad 2: estafa a delincuentes
Estos mismos individuos con títulos de abogados, en contubernio con fiscales y policías corruptos, descubren el lugar donde usted, por ejemplo, tiene unos bloquecitos de cocaína o un par de armas sin permiso en la caja fuerte.
Entonces, le allanan, le cogen con las manos en la masa, le esposan y ya en el patrullero, se le acercan y le ofrecen un trato: ellos pueden borrar todo lo ocurrido, emitir un parte que diga que no encontraron nada y, además, cerrar el caso en silencio, sin dejar registros.
Usted, agarrado del cogote, porque de hecho sí es un delincuente, se arrodilla y paga lo que le piden.
Lo que nunca se entera (hasta que lee esta columna) es que esos fiscales (con credencial) le llevaron una orden de allanamiento e incautación hecha en Paint de Windows 95, que los uniformados sí son policías, pero que se prestaron para el show cuando estaban francos por las sobras de su soborno y que la investigación en su contra nunca existió.
Pero usted paga, paga porque sabe que tiene rabo de paja con gasolina, paga, ¿y qué cree? No le pasa nada. Orinado y todo, se va a seguir delinquiendo, pero con más cautela.
Reflexiones:
El sistema judicial está podrido cuando la idea delincuencial nace de la mente de los abogados y administradores de justicia, que se supone que estudiaron para cumplir la ley, no para violarla con dedos y todo.
El sistema de justicia seguirá podrido cuando esos mismos abogados son los que se pasean por radios y canales de televisión dando cátedras de moral. A muchos de ellos hay que preguntarles: ¿Cuántos casos llevas, panita? La respuesta será un prolongado tartamudeo, porque ganan dinero de la extorsión, no del ejercicio profesional.
Recién logré meter a la cárcel a una de esas estrellitas, de esas proxenetas con título de abogada, que saqueó a una familia entera con documentos falsos y mentiras.
Y algunos de ustedes me exigirán que dé nombres. No, no me corresponde en una columna, para eso está la Fiscalía. Lo que me corresponde es, en este medio, escribir esta columna con un claro fin: abrir los ojos a todas las víctimas, delincuentes o no, para que desenmascaren a los criminales que los embaucaron, para limpiar el sistema.
Recuerden siempre: si usted recibe la llamada de un abogado que dice que le quiere ayudar, ese abogado es evidentemente un fracasado en lo legal pero un triunfador en el delito.
Un abogado de verdad, con clientes, nunca le va a llamar, sino que va a ser llamado por usted cuando usted se entere, oficialmente y a través de una notificación, que tiene que defenderse.
Esto funciona así y perdón por el ejemplo: ningún oncólogo se entera por azar que usted tiene cáncer y le llama para ofrecerle una quimio revolucionaria.