¿Qué son los fagos y cómo pueden ayudar en el combate contra las bacterias?
Investigadores de dos universidades ecuatorianas se han unido a la Universidad de Yale para analizar el efecto de la terapia de fagos.
Imagen referencial de una investigadora en un laboratorio, realizando pruebas contra bacterias resistentes a los antibióticos.
OMS
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Si bien los antibióticos han contribuido significativamente al incremento de la expectativa de vida en el último siglo, su mal uso o abuso ha provocado una alarmante resistencia de las bacterias a los medicamentos.
Tal es la urgencia que la Organización Mundial de la Salud (OMS) pide un nuevo acercamiento para tratar las patologías causadas por bacterias, hongos, virus o parásitos.
Según la OMS, la farmacorresistencia torna difícil o casi imposible el tratamiento de algunas enfermedades, lo que incrementa su riesgo de propagación y hasta la muerte de personas.
Incluso, la organización ha insistido en la necesidad de crear nuevos fármacos para combatir bacterias conocidas, pero hoy resistentes.
Ante ese escenario, la terapia de fagos se perfila como una respuesta válida para mejorar la vida de las personas.
Y como parte de los más recientes estudios sobre los fagos o químicamente llamados virus bacteriófagos, investigadores de dos universidades de Ecuador se han unido a un estudio mundial sobre el tema.
La Pontificia Universidad Católica de Ecuador (PUCE), y la Universidad de las Américas han colaborado en un análisis sobre la terapia de fagos con la prestigiosa Universidad de Yale. Las primeras conclusiones del estudio ya fueron publicadas en una revista científica de microbiología.
¿Cómo funciona la terapia de fagos?
Los fagos son virus que infectan bacterias de forma específica y pueden replicarse dentro de ellas, causando su destrucción, explican investigadores de la PUCE.
“El enfoque de la terapia se basa en la idea de una llave y cerradura. Cada fago es específico para un tipo particular de bacteria”, indica la médico y docente de la PUCE, Ana María Gómez.
"Se proporciona una terapia personalizada a cada paciente".
Ana María Gómez, docente de la PUCE.
Según Gómez, el proceso de aplicar la terapia de fagos consiste en identificar las bacterias que sean efectivas contra una infección.
Luego, estos fagos se administran al paciente y se dirigen selectivamente a las bacterias problemáticas con el fin de eliminarlas, y dejar intactas las células sanas.
Y Ecuador participa del estudio, añade Gómez, porque posee una amplia biodiversidad, un recurso fundamental para encontrar fagos capaces de combatir a otras bacterias resistentes a los fármacos.
El estudio de Yale indica que los fagos son abundantes en la naturaleza y entre la comunidad de microorganismos como los hongos, incluso superan a las bacterias comunes.
Adicionalmente, los fagos poseen la habilidad para destruir los biofilm o grupos de gérmenes, que por sus características se vuelven resistentes a los fármacos.
Pese a los numerosos esfuerzos y la urgencia de producir mejores fármacos, el uso de los fármacos en drogas probadas clínicamente no ha sido posible hasta ahora, dice la Universidad de Yale.
Esto se debe a múltiples factores como la gran diversidad de fagos, la limitada investigación sobre la terapia y los desafíos para producir medicamentos probados en personas.
Un problema de salud mundial
La OMS ha declarado que la resistencia a los antimicrobianos (fármacos usados contra las bacterias) es una de las 10 principales amenazas de salud pública a las que se enfrenta la humanidad.
Y la problemática se agrava en países pobres, como Ecuador, donde la falta de agua limpia y saneamiento, fomentan la propagación de microbios, algunos de los cuales pueden ser resistentes a los tratamientos con antimicrobianos.
"Es especialmente alarmante la rápida propagación mundial de bacterias multirresistentes, o también llamadas superbacterias, que provocan infecciones que no pueden tratarse con los medicamentos".
Estudio de la OMS
Además, en todo el mundo, hay tasas elevadas de resistencia a los antibióticos utilizados habitualmente en los tratamientos, lo que indica que se están agotando los antibióticos eficaces.
Por ejemplo, la tasa de resistencia al ciprofloxacino, un antibiótico utilizado habitualmente para tratar infecciones urinarias, oscilaba entre el 8,4% y el 92,9%.
En el caso de la Escherichia coli, la resistencia de este mismo fármaco era entre el 4,1% y el 79,4%, según el Sistema Mundial de Vigilancia de la Resistencia a los Antimicrobianos y de su Uso (GLASS).
La resistencia de la E. coli a las fluoroquinolonas, antibióticos utilizados en el tratamiento de las infecciones urinarias, también está muy generalizada.
Parte de esta resistencia a los fármacos tiene su origen en la facilidad que existe en ciertos países, como Ecuador, para comprar antibióticos sin receta.
“Los médicos también contribuyen al problema. En ocasiones recetan antibióticos de forma incorrecta debido a la falta de acceso a los medicamentos adecuados”, expresa la doctora Gómez.
Pero las recetas de medicamentos baratos tienen importantes repercusiones económicas a largo plazo, advierte la OMS; puesto que los fármacos de segunda y tercera línea son mucho más caros que los de primera línea.
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