Día del Padre: Diez hermosos poemas para dedicarle a papá
García Márquez, García Lorca, Neruda y Borges le dedicaron unas bellas palabras a su padre, ¿quisieras dedicárselas al tuyo? Aquí diez poemas para dedicar por el Día del Padre.
Padre e hijo. Este domingo 16 de junio se recuerda el Día del Padre en Ecuador.
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El Día del Padre se celebrará este 2024 en Ecuador el domingo 16 de junio y puedes optar por regalos hechos a mano, por salidas a lugares especiales e, incluso, dedicar bellas palabras escritas por poetas reconocidos.
Tal vez te interese dedicar un hermoso y conmovedor poema y es por esto que te presentamos diez poemas especiales para tu papá.
1. 'Para padres y maestros', de Madre Teresa de Calcuta
Este poema trata sobre la responsabilidad y el ejemplo que los adultos, ya sean padres o maestros, deben proporcionar a los niños.
En el poema, Madre Teresa enfatiza la importancia de enseñar a los niños a través del ejemplo de la vida diaria, más que simplemente a través de palabras o instrucciones.
Enseñarás a volar,
pero no volarán tu vuelo.
Enseñarás a soñar,
pero no soñarán tu sueño.
Enseñarás a vivir,
pero no vivirán tu vida.
Sin embargo…
en cada vuelo,
en cada vida,
en cada sueño,
perdurará siempre la huella
del camino enseñado.
2. 'No te rindas', de Mario Benedetti
Este poema es un mensaje de aliento y perseverancia frente a las dificultades y desafíos que presenta la vida.
El poema está lleno de motivación y optimismo, instando al lector a no darse por vencido a pesar de las adversidades que puedan surgir.
No te rindas, aún estás a tiempo
de alcanzar y comenzar de nuevo,
aceptar tus sombras, enterrar tus miedos,
liberar el lastre, retomar el vuelo.
No te rindas que la vida es eso,
continuar el viaje,
perseguir tus sueños,
destrabar el tiempo,
correr los escombros y destapar el cielo.
No te rindas, por favor no cedas,
aunque el frio queme,
aunque el miedo muerda,
aunque el sol se esconda y se calle el viento,
aún hay fuego en tu alma,
aún hay vida en tus sueños,
porque la vida es tuya y tuyo también el deseo,
porque lo has querido y porque te quiero.
Porque existe el vino y el amor, es cierto,
porque no hay heridas que no cure el tiempo,
abrir las puertas quitar los cerrojos,
abandonar las murallas que te protegieron.
Vivir la vida y aceptar el reto,
recuperar la risa, ensayar el canto,
bajar la guardia y extender las manos,
desplegar las alas e intentar de nuevo,
celebrar la vida y retomar los cielos,
No te rindas por favor no cedas,
aunque el frio queme,
aunque el miedo muerda,
aunque el sol se ponga y se calle el viento,
aún hay fuego en tu alma,
aún hay vida en tus sueños,
porque cada día es un comienzo,
porque esta es la hora y el mejor momento,
porque no estás sola,
porque yo te quiero.
3. 'A Mi Padre', de Pablo Neruda
Es un homenaje íntimo y emotivo que el poeta dedica a su padre, Ricardo Neruda.
En este poema, Neruda reflexiona sobre la figura paterna y expresa profundos sentimientos de admiración, gratitud y amor filial.
A Dios doy gracias por ser mi padre.
Por tus reproches y consejos.
Por el bien que me enseñaste
y de mi ser siempre cuidaste.
Por ser padre bondadoso,
lleno de paz y sabiduría.
Porque amas la verdad.
Justicia y rectitud en demasía.
Por ser mi padre amado
y enseñarme la caridad.
Sentimientos nobles te cubren.
No conoces la maldad.
Caballero noble y parco,
me enseñaste a luchar.
Aspirando siempre a lo más alto
y a mis sueños no renunciar.
Por aborrecer todo lo malo.
Por tus celestiales valores.
Por guiarme de la mano
en senderos llenos de flores.
4. 'Mi Padre', de Juan De Dios Peza
El poema destaca la figura paterna como un ejemplo de rectitud y sacrificio.
Peza describe cómo su padre, a pesar de los años y las dificultades de la vida, sigue siendo un faro de sabiduría y bondad para él.
Yo tengo en el hogar un soberano
único a quien venera el alma mía;
es su corona de cabello cano,
la honra es su ley y la virtud su guía.
En lentas horas de miseria y duelo,
lleno de firme y varonil constancia,
guarda la fe con que me habló del cielo
en las horas primeras de mi infancia.
La amarga proscripción y la tristeza
en su alma abrieron incurable herida;
es un anciano, y lleva en su cabeza
el polvo del camino de la vida.
Ve del mundo las fieras tempestades,
de la suerte las horas desgraciadas,
y pasa, como Cristo el Tiberíades,
de pie sobre las horas encrespadas.
Seca su llanto, calla sus dolores,
y sólo en el deber sus ojos fijos,
recoge espinas y derrama flores
sobre la senda que trazó a sus hijos.
Me ha dicho: «A quien es bueno, la amargura
jamás en llanto sus mejillas moja:
en el mundo la flor de la ventura
al más ligero soplo se deshoja.
»Haz el bien sin temer el sacrificio,
el hombre ha de luchar sereno y fuerte,
y halla quien odia la maldad y el vicio
un tálamo de rosas en la muerte.
»Si eres pobre, confórmate y sé bueno;
si eres rico, protege al desgraciado,
y lo mismo en tu hogar que en el ajeno
guarda tu honor para vivir honrado.
»Ama la libertad, libre es el hombre
y su juez más severo es la conciencia;
tanto como tu honor guarda tu nombre,
pues mi nombre y mi honor forman tu herencia.»
Este código augusto, en mi alma pudo,
desde que lo escuché quedar grabado;
en todas las tormentas fue mi escudo,
de todas las borrascas me ha salvado.
Mi padre tiene en su mirar sereno
reflejo fiel de su conciencia honrada;
¡Cuánto consejo cariñoso y bueno
sorprendo en el fulgor de su mirada!
La nobleza del alma es su nobleza,
la gloria del deber forma su gloria;
es pobre, pero encierra su pobreza
la página más grande de su historia.
Siendo el culto de mi alma su cariño,
la suerte quiso que al honrar su nombre,
fuera el amor que me inspiró de niño
la más sagrada inspiración del hombre.
Quisiera el cielo que el canto que me inspira
siempre sus ojos con amor lo vean,
y de todos los versos de mi lira
estos dignos de su nombre sean.
5. 'Mi padre cuando yo tenía…', de Ann Landers
Este poema es una reflexión emotiva sobre la relación entre un padre y su hijo a lo largo de diferentes etapas de la vida. Landers describe cómo su padre cambió y evolucionó en su papel a medida que ella crecía.
Comienza con recuerdos de su infancia, cuando su padre era su héroe y tenía respuestas para todo. Luego, describe cómo su percepción de él cambió durante la adolescencia, cuando lo veía como alguien menos perfecto, pero aun así importante.
4 años: Mi papá puede hacer de todo.
5 años: Mi papá sabe un montón.
6 años: Mi papá es más inteligente que el tuyo.
8 años: Mi papá no sabe exactamente todo.
10 años: En la época en que mi papá creció, las cosas seguramente eran distintas.
12 años: Oh, bueno, claro, mi padre no sabe nada de eso. Es demasiado mayor para recordar su infancia.
14 años: No le hagas caso a mi padre. ¡Es tan anticuado!
21 años: ¿Él? Por favor, está fuera de onda, sin recuperación posible.
25 años: Papá sabe un poco de eso, pero no puede ser de otra manera, puesto que ya tiene sus años.
30 años: No voy a hacer nada hasta no hablar con papá.
40 años: Me pregunto cómo habría manejado esto papá. Era inteligente y tenía un mundo de experiencia.
50 años: Daría cualquier cosa porque papá estuviera aquí para poder hablar esto con él. Lástima que no valoré lo inteligente que era. Podría haber aprendido mucho de él.
6. 'Esta luz de Sevilla', de Antonio Machado
Aunque el poema no trata explícitamente sobre la relación entre padres e hijos, la lectura del mismo podría inspirar reflexiones sobre la paternidad y las experiencias compartidas entre padres e hijos a lo largo del tiempo.
Puede ser una oportunidad para pensar en cómo esos recuerdos están iluminados por una luz única, similar a la luz de Sevilla descrita por Machado.
Esta luz de Sevilla... Es el palacio
donde nací, con su rumor de fuente.
Mi padre, en su despacho.—La alta frente,
la breve mosca, y el bigote lacio—.
Mi padre, aun joven. Lee, escribe, hojea
sus libros y medita. Se levanta;
va hacia la puerta del jardín. Pasea.
A veces habla solo, a veces canta.
Sus grandes ojos de mirar inquieto
ahora vagar parecen, sin objeto
donde puedan posar, en el vacío.
Ya escapan de su ayer a su mañana;
ya miran en el tiempo, ¡padre mío!,
piadosamente mi cabeza cana.
7. 'Algo sobre la muerte del Mayor Sabines' (fragmento), de Jaime Sabines
A través de la reflexión sobre la muerte, el poema también celebra la vida del Mayor Sabines y, por extensión, puede ser una oportunidad para celebrar la vida de nuestro padre y recordar sus contribuciones y enseñanzas a lo largo de nuestras vidas.
Tú eres el tronco invulnerable y nosotros las ramas,
por eso es que este hachazo nos sacude.
Nunca frente a tu muerte nos paramos
a pensar en la muerte,
ni te hemos visto nunca sino como la fuerza y la
alegría.
No lo sabemos bien, pero de pronto llega
un incesante aviso,
una escapada espada de la boca de Dios
que cae y cae y cae lentamente.
Y he aquí que temblamos de miedo,
que nos ahoga el llanto contenido,
que nos aprieta la garganta el miedo.
Nos echamos a andar y no paramos
de andar jamás, después de medianoche,
en ese pasillo del sanatorio silencioso
donde hay una enfermera despierta de ángel.
Esperar que murieras era morir despacio,
estar goteando del tubo de la muerte,
morir poco, a pedazos.
No ha habido hora más larga que cuando no
dormías,
ni túnel más espeso de horror y de miseria
que el que llenaban tus lamentos,
tu pobre cuerpo herido.
8. 'A mi padre', de Jorge Luis Borges
Borges utiliza la poesía para explorar temas universales como la memoria y el legado. En el Día del Padre, podemos leer este poema para recordar a nuestros padres, honrar su memoria y reflexionar sobre el impacto que han tenido en nuestras vidas.
Tú quisiste morir enteramente,
la carne y la gran alma. Tú quisiste
entrar en la otra sombra sin la triste
plegaria del medroso y del doliente.
Te hemos visto morir con el tranquilo
ánimo de tu padre ante las balas.
La guerra no te dio su ímpetu de alas,
la torpe parca fue cortando el hilo.
Te hemos visto morir sonriente y ciego.
Nada esperabas ver del otro lado,
pero tu sombra acaso ha divisado
los arquetipos últimos que el griego
soñó y que me explicabas. Nadie sabe
de qué mañana el mármol es la llave.
9. 'Si supiera', de Gabriel García Márquez
El poema nos invita a aprender de las experiencias pasadas y a crecer emocionalmente.
Nos enseña a no dejar las palabras ni los gestos de amor y gratitud para después, sino a expresarlos mientras aún podemos hacerlo.
Si supiera que esta fuese la última vez
que te veo salir por esa puerta,
te daría un abrazo, un beso,
te llamaría de nuevo para darte más…
Si supiera que esta fuera la última vez
que voy a oír tu voz,
grabaría cada una de tus palabras para poder oírlas
una y otra vez indefinidamente…
Si supiera que estos son los últimos minutos que te veo,
diría te quiero
y no asumiría tontamente
que ya lo sabes.
Siempre hay un mañana y la vida
nos da otra oportunidad para hacer las cosas bien,
pero por si me equivoco
y hoy es todo lo que nos queda,
me gustaría decirte cuanto te quiero,
que nunca te olvidaré…
10. 'Padre, en el eco de tus manos', de Federico García Lorca
El poema se centra en la imagen del padre como una figura de autoridad y protección, cuyas manos simbolizan tanto la fuerza física como el amor y el cuidado.
García Lorca describe cómo el padre sostiene el mundo en sus manos, cómo protege y guía al hijo a lo largo de su vida. Las manos del padre se convierten en un símbolo de seguridad y apoyo, proporcionando un refugio contra las adversidades.
Padre, en el eco de tus manos,
se oculta el fuego que ilumina mi camino.
Tu sombra es mi forma y mi destino,
tus brazos son mi abrigo en los desengaños.
En cada gesto, en cada paso,
siento tu fuerza y tu aliento,
y en el silencio de tus labios,
oigo la voz del amor eterno.
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