Diez años sin Gabriel García Márquez y el 'realismo mágico' persiste e inspira
Este 17 de abril se cumplen diez años del fallecimiento de Gabriel García Márquez, Nobel de Literatura creador del 'realismo mágico' cuyo legado persiste.
El escritor colombiano y Nobel de Literatura Gabriel García Márquez, durante un evento en España, en abril del 2005.
AFP
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Gabriel García Márquez nos regaló un mundo mágico que se mimetiza con el realismo, nos dejó como legado un Macondo poético que sigue hechizando a lectores del mundo. Falleció el 17 de abril del 2014, pero él es eterno.
Este miércoles se cumplen diez años del fallecimiento de uno de los escritores más grandes que ha dado la literatura, Gabriel García Márquez, creador de un género llamado 'realismo mágico' que impregnó la obra de muchos escritores que le siguieron.
El interés por el escritor colombiano no ha decaído. Hace poco más de un mes se publicó una novela inédita, 'En agosto nos vemos' (Random House), en la que trabajó hasta que sus fuerzas se lo permitieron.
Obras de Gabriel García Márquez
Tras 'Memorias de mis putas tristes' (2004), García Márquez (Aracataca, Colombia, 1927 - Ciudad de México, 2014) estuvo casi diez años trabajando en un libro que quería que se destruyera pero que sus hijos, Gonzalo y Rodrigo, decidieron publicar porque consideraron que si su padre lo hubiera querido destruir, lo habría hecho.
Es el cierre de la brillante carrera de uno de los autores más relevantes del siglo XX, ganador del Premio Nobel de Literatura en 1982 y de cuya imaginación nacieron obras imprescindibles como 'Cien años de soledad', 'Crónica de una muerte anunciada', 'El coronel no tiene quien le escriba' o 'Los funerales de la Mamá Grande'.
Obras que se han seguido vendiendo a buen ritmo desde su fallecimiento, especialmente en las ediciones de bolsillo y en las ilustradas, como explican a EFE desde la editorial Random House, que tiene los derechos de los libros de Gabo en español para todo el mundo con la excepción de México y Centroamérica.
La poesía que rezuman sus obras sigue atrapando a los lectores. Porque García Márquez imprimió un estilo muy particular a todos sus trabajos, ya fueran como novelista, periodista o guionista de cine, algunas de las facetas de este colombiano que nació el 6 de marzo de 1927 en Aracataca, y que pasó más de cincuenta años en México.
Caribe Colombiano, inspiración de García Márquez
Aracataca, un pueblo del departamento caribeño del Magdalena, donde García Márquez nació el 6 de marzo de 1927, le sirvió como inspiración para ese Macondo en el que se desarrollaron sus historias, que en gran parte procedían de su propia familia.
Hijo de Gabriel Eligio García, telegrafista y boticario, y de Luisa Santiaga Márquez Iguarñan, Gabo se inspiró en su historia de amor, a la que se oponía el padre de ella, para escribir 'El amor en los tiempos del cólera'.
Los nueve hijos extramatrimoniales de su abuelo, la costumbre de su hermana Aida Rosa de comer tierra, la abuela que adivinaba el porvenir o los numerosos parientes de nombres iguales, fueron elementos que aparecieron de una u otra forma en sus novelas.
Vivió en diferentes ciudades del mundo, como Bogotá, París, Caracas, La Habana, Nueva York, Barcelona y se estableció en Ciudad de México, donde falleció a los 87 años, pero en sus textos el Caribe siempre estuvo presente.
'El Macondo' de García Márquez sí existe
Gabriel García Márquez escribió lo que veía en Colombia para que lo leyera el mundo y, diez años después de su muerte, su herencia en la literatura y en el periodismo está más viva que nunca, asegura el director general de la Fundación Gabo, Jaime Abello Banfi.
"El legado de Gabo se hace presente de muchas maneras en la vida cotidiana de los colombianos. Es parte de nuestra cultura popular, está en los billetes que utilizamos (de 50.000 pesos), nos sentimos identificados con el nombre Macondo y todos, en un momento dado, tarde o temprano, vamos a usar el adjetivo macondiano", añade.
Mientras la escritora colombiana María Ospina explica que leer a García Márquez ha sido para su generación una "especie de educación emocional", y cómo el nobel ha dado "licencia para hablar de historia con la literatura, porque la historia colombiana está narrada por él antes que por cualquier otro narrador".
"García Márquez explicó en sus novelas que, a través de la palabra y de la fantasía, y la invención, se aborda lo histórico", añadió Ospina, para quien sus personajes favoritos de toda la obra de García Márquez son 'los viajeros', como Melquiades, personajes "excéntricos y raros".
En torno a esos personajes, añadió, se "generan historias preciosas", que ponen el objetivo en el "cómo miramos a los otros".
Y también puso de relieve a "las mujeres que lidian con el mundo", las que "buscan la manera de encontrar un tarro de café" y que "cuestionan el orden social", como Úrsula Iguarán en 'Cien años de soledad', mujeres que deciden "la vida del mundo".
Precursor del 'boom latinoamericano'
Escribió desde muy joven y su amor por la escritura le llevó a abandonar sus estudios de Derecho. Y con solo 21 años comenzó a colaborar en El Universal de Cartagena, mientras publicaba sus primeros cuentos.
Siguió con su trabajo de periodista en diversos medios cuando publicó sus dos primeras novelas, 'La hojarasca' (1955) y 'El coronel no tiene quien le escriba' (1961), esta cuando ya se había instalado en México, que se convirtió en su segunda patria.
Fue entonces cuando se centró en la literatura y dedicó dos años a escribir 'Cien años de soledad' (1967), que le consagró inmediatamente como uno de los grandes autores del momento.
Y como precursor del 'boom latinoamericano', junto a autores como Carlos Fuentes, Julio Cortázar o Mario Vargas Llosa, uno de sus grandes amigos en su época barcelonesa -de 1967 a 1973- y cuya relación terminó bruscamente en 1976 a causa de un puñetazo que le propinó el peruano y que, con teorías más o menos verosímiles, sigue siendo una incógnita.
Agitador cultural por convencimiento, García Márquez tenía alma de reportero, como demostró en sus muchos artículos o en esa joya llamada 'Noticia de un secuestro'. Y su importancia quedó confirmada cuando en 1982 le concedieron el Premio Nobel de Literatura.
En su fallo, la Academia sueca señalaba que el Nobel recaía en García Márquez "por sus novelas y relatos cortos en los que lo fantástico y lo real se combinan en un universo ricamente compuesto de imaginación que refleja la vida y los conflictos del continente americano".
Porque García Márquez volcó en sus libros muchas de sus inquietudes sociales y políticas, y su ideología de izquierda le provocó problemas y le llevó al exilio.
Premiado y galardonado en múltiples ocasiones, aseguró en 1994 no querer recibir el Premio Cervantes de Literatura. Ya había ganado el Nobel y quería dejar espacio a otros autores.
Lo que nunca rechazó fue la escritura. Porque, como dijo en sus memorias publicadas en 2002: "la vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla".
Huella en el periodismo
Además de su obra literaria, Gabo dejó una huella profunda en el periodismo, que definió como "el oficio más bonito del mundo".
Ese legado palpita en la Fundación Gabo, creada por él mismo, "para formar, para movilizar, para apoyar a los periodistas" y que cada año celebra un festival en el que entrega el Premio Gabo, galardón "que nos demuestra la vivacidad del periodismo de lengua española y portuguesa".
Sus reflexiones sobre el periodismo siempre fueron muy oportunas, como cuando tras los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos dijo "algo muy potente: que al periodismo se le estaba escapando el mundo".
"Eso quiere decir que realmente estaba siendo desbordado por una nueva época", dice Jaime Abello Banfi, director general de la Fundación Gabo, y señala que Gabo añadió: "'ahora nos va tocar reinventar el mundo'. Y yo entendí claramente que con esto quería decir que el periodismo tiene que reconfigurar su aproximación a la manera como narra el mundo".
Y con base en esa recomendación, concluye: "Necesitamos definitivamente encontrar nuevas maneras de enganchar a las audiencias con el mundo y darnos cuenta de que no tenemos el monopolio de la conversación (...) no sabemos en qué mundo vivimos y el periodismo puede ayudar a entenderlo, a entendernos y a entender mejor el contexto que estamos atravesando".
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