Carlos Granés: El delirio americano es creer en utopías que terminan en violencia y frustración
Carlos Granés, autor del libro 'Delirio americano', visitó Quito para una serie de conferencias y talleres académicos. Comparte su análisis sobre la política actual en América Latina.
Carlos Granés, ensayista y escritor colombiano.
Cortesía de USFQ
Autor:
Actualizada:
Compartir:
Diez años de investigación y cinco de escritura fueron necesarios para presentar 'Delirio Americano', el libro del escritor colombiano Carlos Granés, que visitó Quito para una serie de conferencias y talleres sobre la historia cultural y política de América Latina.
'Delirio americano' (Penguin Random House, 2022) es considerado uno de los libros más actuales sobre la conjunción entre cultura y política en Latinoamérica.
De hecho, la obra de 593 páginas empieza con una hoja desplegable del 'Mapa cultural y político de América Latina', donde de forma conceptual se muestra las interrelaciones entre escritores, obras, políticos, revoluciones y demás eventos que han marcado la historia en la región.
En entrevista con PRIMICIAS, el también ensayista y doctor en Antropología, habla sobre su investigación y su visión sobre los delirios (alucinaciones, absurdos, incoherencias) en la región.
- ¿Por qué es importante entender la relación entre cultura y política?
En las guerras de la independencia, detrás de los ejércitos iba siempre una imprenta, porque era supremamente importante comunicar las ideas, reportar lo que se estaba haciendo.
Desde ese momento iniciático ha habido cierta simbiosis entre los dos campos, el de la política y el de la cultura.
En el siglo XX es aún más evidente porque surgen las tertulias de los cafés y en una misma mesa se sentaban poetas, intelectuales, periodistas y políticos.
Todos estaban contaminados del mismo ambiente, de las mismas preocupaciones y era casi azaroso que uno acabara en el campo literario y otro en el campo político.
Ahora no, ahora nuestros políticos son bastante incultos, pero hasta no hace mucho, era prácticamente obligatorio para un político ser un personaje culto, como mínimo hablar bien.
Pongo el ejemplo de Velazco Ibarra, que era un orador impresionante. Entonces se valoraba mucho el elemento cultural, se valoraba la habilidad literaria. Eso se ha perdido, pero hasta no hace mucho, hasta los años 70 y 80 fue así.
- ¿Cómo ha impactado esta simbiosis en la realidad latinoamericana?
Esa no ha sido una relación siempre virtuosa. Por momentos ha sido todo lo contrario. Porque es muy distinto imaginar una obra de arte a imaginar un proyecto político.
El artista que está creando tiene libertad total, puede aspirar a la perfección, a la refundación del mundo, a la creación de un estilo individual, puede anular la realidad y no pasa nada, pero cuando esa misma mentalidad se contagia al político, entramos en el campo del utopismo y del proyecto imposible que por lo general conduce a la violencia y a la frustración.
Entonces, gran parte de lo que digo en el libro es que esa convivencia ha sido una de las particularidades latinoamericanas que ha generado cierto tipo de problemáticas como la fascinación con los procesos políticos utópicos difícilmente concretables en la realidad.
- Delirio es sinónimo de alucinaciones, absurdos, incoherencias. A tu criterio, ¿cuál es el delirio americano actual?
Justamente la palabra delirio alude a eso, a una imaginación desbordada, a una imaginación que no tiene ningún tipo de freno ni frontera.
En manos de un poeta eso es una maravilla, eso es lo que se le pide a un artista, que no tenga ningún tipo de límites a su fantasía, a su deseo, a su perversión, a lo que quieras, es lícito en el campo del arte, es un campo por excelencia de experimentación y libertad.
Pero esa misma mentalidad, ese mismo delirio en la mente de un político es peligroso, porque la materia prima del artista son formas, colores, palabras, mientras la materia prima del político somos nosotros.
Es muy distinto inventar un personaje y hacer que funcione de acuerdo a la fantasía del escritor a que un político crea saber qué es lo que queremos y necesitamos y nos obligue a acomodarnos a su visión de las cosas, eso es lo peligroso.
Lo que es bueno en el artista puede ser bastante nefasto en el político. Ese es el delirio justamente.
- Conociendo la situación actual de Ecuador, además de tu libro, ¿qué recomiendas leer para entender estos procesos y mantener una ciudadanía crítica?
Voy a hacer pasar el agua por mi molino y recomendar leer ensayos sobre realidad latinoamericana, que nos ayuden a entender este momento tan particular.
Por ejemplo, 'Repúblicas defraudadas' del politólogo peruano Alberto Vergara. Este ensayo es muy útil para entender la situación actual de América Latina, las frustraciones, las deudas pendientes con ciertos ideales del republicanismo latinoamericano que no se han llegado a cumplir.
- En 'Delirio Americano' también describes una transformación de la literatura latinoamericana, del realismo mágico al horror. ¿También es un reflejo de la realidad?
Es muy reciente. Estamos viendo que las grandes protagonistas de este nuevo giro en la literatura latinoamericana son mujeres.
Este cambio, al que llamo: Lo siniestro latinoamericano, es una forma muy original de rastrear traumas latinoamericanos, abordar la historia no desde el realismo mágico sino desde el gótico, lo siniestro.
Es una mezcla muy interesante porque el gótico es un género lleno de fantasmas, de criaturas monstruosas, de fenómenos incomprensibles para la razón, es un género romántico por excelencia, que sin embargo sirve para explicar ciertos horrores latinoamericanos, que parecieran no tener una explicación racional.
Ha sido un hallazgo fabuloso de parte de estas escritoras porque ha permitido volver sobre ciertos tópicos latinoamericanos con una mirada muy fresca, muy original, y de alguna forma reveladora.
Porque lo que están diciendo en última es que ciertos horrores no tienen explicación, que solo pueden surgir de algún elemento absolutamente perverso del ser humano que por alguna extraña razón se manifiesta en América Latina.
Compartir: