'Desafiantes' se estrena en Ecuador: una Zendaya arrolladora en un melodrama de escritor júnior
La película 'Desafiantes' (Challengers) está de estreno en Ecuador, con Zendaya, Josh O’Connor y Mike Faist como protagonistas.
El papel de Zendaya en la película 'Desafiantes' (Challengers) es halagado por la crítica.
AFP
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Por: Javier Ocaña
A Luca Guadagnino se le dan especialmente bien dos cosas: primero, la reinvención del melodrama a partir de músicas alejadas de lo clásico y de una espectacular vehemencia contemporánea en la puesta en escena y el montaje, en películas como 'Yo soy el amor', 'Cegados por el sol' y 'Call Me By Your Name', a veces incluso incrustada en obras de género terrorífico como 'Suspiria' y 'Hasta los huesos'; y segundo, el erotismo volcánico y sin ataduras de fondo ni de forma, aunque al mismo tiempo de raigambre profundamente romántica.
'Desafiantes', nueva película del director italiano, protagonizada por dos estrellas como Zendaya y Josh O’Connor, junto a Mike Faist, se alimenta de ambas virtudes en un romance con toques de comedia, pero expuesto como un melodrama desaforado de vivos colores y sonido impetuoso, ambientado en el mundo del tenis profesional.
El problema es que parece una película de un director ganador de torneos de Grand Slam con un guion de escritor júnior o amateur.
El libreto compuesto por el novel en cine Justin Kuritzkes, joven dramaturgo y novelista, nunca da la talla ni como romance serio de triángulo amoroso ni como drama deportivo sobre las dificultades en el olimpo del triunfo y en el ocaso profesional por culpa de las lesiones o la edad.
Como mucho, está en la línea de esos guiones actuales que parecen empeñados en la frase sentenciosa y la réplica tronchantemente sexy, con el objetivo único de ocupar unos segundos en TikTok y hacerse viral.
Ahora bien, desde el primer segundo, Guadagnino filma la relación como si fuera la más portentosa de las historias de amor, deseo y lujuria, y cada partido de tenis, como la mismísima batalla de las Ardenas, cañonazo tras cañonazo, acompañados en todo momento por la atronadora música electrónica de Trent Reznor y Atticus Ross.
Con respecto al deporte, el estilo tenístico mostrado por los tres intérpretes es impecable, y la credibilidad de los partidos, salvo el tan simbólico como estrambótico punto en el clímax final, muy lograda.
Desde 'Wimbledon: el amor está en juego' (2004), de Richard Loncraine, el último romance cinematográfico alrededor del tenis, los efectos especiales que animan la bola digitalmente han mejorado de un modo espectacular.
Ahora en todo momento la bola se mueve como la pelota de tenis que se supone que es y no como un efecto digital al borde del sonrojo.
Además, la silueta desarrapada del personaje de O’Connor, poco afecta a la clásica elegancia del tenis, encandilará a los especialistas por entroncar a la perfección con figuras emblemáticas como el inolvidable checo Miroslav Mecir, del que el actor británico parece un trasunto con sus movimientos en la cancha.
Por el contrario, no hay un gramo de profundidad en el relato deportivo, amoroso y sexual que cuenta la película.
Y la estructura cambiante en el tiempo, dominada por un partido en el que se enfrentan ambos contendientes, amigos desde niños, ya con 31 años, uno de ellos casado con el antiguo amor del otro, ganador el primero de varios Roland Garros y Wimbledon, mientras el segundo se despeña por las fases previas y es el 271º del mundo, conlleva un contratiempo de especial calado: que en los numerosos flashbacks con ellos de adolescentes, cuando conocen al personaje que interpreta Zendaya, de arrolladora personalidad, parezcan una versión fina de 'Dos tontos muy tontos'.
Pese al rejuvenecimiento de maquillaje y peluquería, y seguramente digital, ver a los treintañeros O’Connor y Feist intentar moverse, hablar y reírse como unos chavales causa una pizca de espanto.
Artículo publicado el 25 de abril de 2024 en El País, de PRISA MEDIA. Lea el contenido completo aquí. PRIMICIAS reproduce este contenido con autorización de PRISA MEDIA.
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