Ecuador: el narcotráfico pone a los civiles en la mira de sus ataques
Por primera vez en el país, los atentados ligados a bandas del narcotráfico tuvieron como objetivo un centro comercial y hasta un dispensario de salud.
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Dos locales fueron afectados por el estallido de un artefacto explosivo en los alrededores del Municipio del Cantón Durán, 2 de noviembre de 2022.
César Muñoz/API
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Durante la primera semana de noviembre de 2022, Ecuador vivió conmocionado por el caos que el narcotráfico y el crimen organizado generó en varias ciudades.
Coches bombas, explosiones a gasolineras, atentados a las unidades de Policía, seis uniformados asesinados, ataques en un centro comercial, en el edificio municipal de Durán (Guayas) y balaceras frente a un centro de salud.
Las bandas delictivas cruzaron una línea roja, que incluso se respeta en las guerras: no atacar a la población civil.
Tras los disparos contra el centro médico tipo C en Bastión Popular en Guayaquil, el Ministerio de Salud Pública (MSP) calificó el hecho como "un acto de barbarie". Producto del ataque, una persona falleció y otra resultó herida.
El MSP recordó que los centros de salud son zonas de paz y están protegidos por el Derecho Internacional Humanitario, que juzgan estos atentados como crímenes de guerra.
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Miedo entre la población civil
Los ataques a la población civil, en centros comerciales o lugares públicos, son un libreto ya conocido por países de la región como Colombia y México.
“En México lo que ocurrió es que estos grupos, ante la ausencia del Estado, comenzaron una destrucción de la sociedad", explica el investigador y especialista en Derechos Humanos de México, Jacobo Dayán.
Según Dayán, la intención es que las escenas de terror no solo sean una ofensa al Estado, sino a la sociedad entera. "Generan temor y la sociedad ante cualquier amenaza empieza a ceder", añade.
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En efecto, el analista colombiano de seguridad Hugo Acero señala que el miedo provoca que la población "termine presionando a las autoridades para que no toque a los delincuentes".
"En Colombia tuvimos circunstancias en que los propios ciudadanos decían que no ataquen más a estos delincuentes, porque nos van a matar a todos".
Hugo Acero, experto colombiano.
Ambos analistas coinciden en que la respuesta del Estado debe ser contundente, pero hay que atacar el problema de raíz: retomar el control de las cárceles.
“Si el Estado no es capaz de garantizar la seguridad y el control en un espacio confinado como una prisión, ¿Qué se puede esperar del resto del país?”, dice Dayán.
A Dayán le preocupa que estos episodios de violencia extrema generan que la población y la clase política pidan militarizar la seguridad.
"Está comprobado, en cualquier parte del mundo, que eso solo logra que el Estado entre en una fase de guerra y de más violencia”, agrega el experto mexicano.
Militares en las calles
Hasta ahora, las acciones del Gobierno apuntan a enviar a los militares a las calles y asignarles tareas de seguridad en las cárceles, a través de los estados de excepción.
Solo en el gobierno del presidente Guillermo Lasso se han decretado seis medidas de este tipo, para paliar la crisis de seguridad.
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El analista colombiano comenta que en su país, el Gobierno reaccionaba a los atentados con acciones de Inteligencia Policial, haciendo allanamientos y capturando a los responsables.
“Aún así sucedían hechos de terrorismo, pero contábamos con un elemento importante y era la participación de los ciudadanos, porque ellos tienen la información”, dice Acero.
Por el momento, el Gobierno ha informado que los operativos a raíz del estado de excepción han detenido más de 1.000 personas en el país, hasta el 5 de noviembre.
Incluso se habilitó una línea exclusiva para que los ciudadanos denuncien a los agresores, y se activó un plan de recompensa.
Además, se anunció la inversión de USD 58 millones para equipar a la Policía, con uniformes, chalecos antibalas y nuevos vehículos. Y el Gobierno prometió USD 159 millones para la construcción de nueva unidades policiales.
Pero, Dayán sostiene que parte del trabajo debe apuntar a fortalecer las Fiscalías y a eliminar los vínculos criminales con la clase política.
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